El criminal de guerra Vladimir Putin ganó este domingo las elecciones presidenciales en Rusia, consideradas por la comunidad internacional una “farsa”, luego de deshacerse de todos sus rivales y de su control absoluto de la propaganda patriótica rusa.
El sátrapa ruso seguirá, por tanto, otros seis años más, hasta 2030, plazo en el que proseguirá su ola represora contra la disidencia y la prensa libre, además de su guerra en Ucrania, como paso imprescindible para su ambición de reconstruir el imperio soviético con la fuerza bruta.
Con el 24.4% de los votos escrutados, Putin ha ganado con el 87.8% de los votos, según la comisión electoral central. El líder ruso se ha anotado un supuesto apoyo masivo de su pueblo, incluso mayor que el 76% que se adjudicó en 2018. Además. Lo ha hecho con una elevada participación (74.2%) lo que supone un apoyo masivo a la guerra en Ucrania y una licencia para seguir matando a ucranianos, muertes que suman ya decenas de miles, así como incontables relatos de violaciones de mujeres, torturas y secuestro de niños, además de la destrucción de esa exrepública soviética.
A falta de transparencia sobre la veracidad de los resultados, dado el control total sobre el órgano electoral, el casi 88% de votos que logró y la baja abstención confirman no sólo que no hubo voto de castigo por sus crímenes, sino que la tremenda popularidad de los rusos con su presidente, al que conceden otros seis años de licencia para matar, dentro o fuera del país.
Según el centro de sondeos independiente Levada, la aprobación de Putin dentro de Rusia ronda el 85%.
El joven Andréi confesó al diario español El País, mientras aguardaba su turno para votar que la anterior vez no votó por Putin, pero que esta vez sí iba a hacerlo.
“Nunca voté a Putin, pero en 2022 —año que comenzó la invasión de Ucrania— cambié de opinión. Vi la hipocresía de los valores europeos, cómo dan abrazos falsos. Sus sanciones, su odio a los rusos”, afirma Andréi, que expresa una opinión muy extendida en Rusia: “Navalni no era el político favorito de muchos rusos”, afirma antes de aseverar que su imagen “ha sido sobredimensionada en Europa, como la de su viuda, Yulia Navalnaya”.
Putin, de 71 años, logró su mayor victoria electoral desde que llegó al poder en el año 2000, pese (o gracias) a la guerra en Ucrania y las sanciones económicas occidentales.
Seguirá siendo presidente de este país durante otros seis años, tras los que podrá volver a presentarse a la reelección, ya que reformó en 2020 las cláusulas de la Constitución que le impedían seguir en el Kremlin.
El segundo candidato más votado fue el comunista Nikolái Jaritónov con el 4% de los votos, seguido por el representante del partido Gente Nueva, Vladislav Davankov, con 3.86%. El último aspirante es el ultranacionalista Leonid Slutski, que suma el 3% de las papeletas.
La oposición al Kremlin no pudo concurrir en los comicios, ya que la CEC no registró a sus candidatos por diferentes motivos técnicos o defectos de forma, por apoyar la paz en Ucrania.
La CEC, que no invitó a observadores occidentales, negó hoy que se produjeran graves irregularidades, aunque expertos independientes y la prensa en el exilio denunciaron varios casos de manipulación electoral.
La oposición expresó sus sospechas sobre el empleo masivo del recurso administrativo después de que en las dos primeras jornadas votara más de la mitad del censo, cifrado en 112 millones de personas.
Decenas de rusos hicieron cola a las 12 de la mañana del domingo a la entrada del colegio electoral 51 de Moscú. Es la hora a la que han sido llamados para protestar de forma simbólica. La convocatoria ha corrido a cargo del equipo del que fue el principal opositor de Putin, Alexéi Navalni, quien murió hace un mes en extrañas circunstancias en la prisión del círculo polar ártico en la que fue confinado por las autoridades.
Esta es una de las innumerables y reducidas aglomeraciones que se repiten en el resto de centros electorales del país, que también han tenido su eco en distintas capitales europeas donde se han reunido disidentes rusos a mediodía. Son pequeñas protestas silenciosas que no ofrecen la espectacular imagen de la oposición que logró el funeral de Navalni, debido a que los votantes están dispersos en miles de puntos de la nación.
“No es un acto que vaya a cambiar nada, pero es una demostración para mí misma”, afirma a El País en un colegio de la capital rusa, Alexandra, una mujer que ha acudido a votar acompañada por su hija pequeña. “Apoyo a Navalni”, reconoce mientras aguarda a votar. La policía vigila desde lejos.
Al menos 75 personas han sido detenidas en 17 ciudades rusas durante este domingo, tercera y última jornada de las elecciones presidenciales, según la plataforma OVD-Info. Esta organización para la protección de los manifestantes revela que algunos votantes fueron arrestados por introducir papeletas nulas o mostrar sus opiniones abiertamente en los colegios electorales.
Medios rusos revelaron que algunas papeletas tenían escritos mensajes como “¡No a la guerra!” O “Navalni”. De hecho, algunos seguidores del disidente depositaron papeletas electorales en la tumba del gran enemigo político de Putin.
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