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El sueño de Gandhi se convirtió en pesadilla: 75 aniversario de la partición de India

Londres encargó a un hombre que jamás pisó el imperio descolonizado el trazado de una frontera para las dos naciones que surgieron: India y Pakistán. El fiasco causó la mayor movilización humana de la historia, un millón de muertos y un odio entre hindúes y musulmanes que llega a nuestros días

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Miles de indios murieron tras la partición del imperio y el nacimiento de India y Pakistán

Miles de indios murieron tras la partición del imperio y el nacimiento de India y Pakistán

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India y Pakistán celebran este lunes su 75 aniversario como naciones independientes surgidas de la partición y desaparición del Imperio Indio Británico. El 15 de agosto de 1947 se puso fin a 89 años de dominio británico en el subcontinente indio; pero los festejos y fuegos artificiales que cubrirán el cielo deambos países no podrán ocultar una realidad sangrante: pese a que indios y paquistaníes son étnicamente idénticos y durante siglos convivieron en relativa paz hindúes, musulmanes y la minoría sij, el fanatismo nacionalista rápidamente los convirtió en enemigos desde el mismo momento en que Londres se rindió al desafío pacifista de Mahatma Gandhi y aceptó la independencia y disolución de la joya de si imperio colonial. Ese veneno se convirtió en el estallido de la violencia interreligiosa tras la partición.

Este hecho traumático provocó el mayor desplazamiento humano de la historia —17 millones de personas abandonaron sus hogares— y al menos un millón de muertos, por ataques y hambruna.

El sueño de Gandhi de que la nueva India se convirtiera en una nación para todos los indios, con los mismos derechos, independientemente de si eran hindúes, musulmanes o sijs, acabó convirtiéndose en una pesadilla en cuanto los ultranacionalistas hindúes se negaron a compartir el poder con los de otras religiones, y en cuanto los ultranacionalistas musulmanes exigieron a la antigua potencia colonial un estado independiente en los dos extremos del imperio desmantelado, donde los fieles al islam eran mayoría.

Londres cedió a la exigencia de los nacionalistas musulmanes, pese a las súplicas de Gandhi y de su discípulo y futuro primer ministro indio, Jawalharlal Nehru, que temían el estallido de la violencia religiosa.

Los británicos no hicieron caso y permitieron la fundación de Pakistán y Pakistán Oriental (aunque esta última logró a su vez la independencia en 1971, con la fundación del estado de Bangladesh).

Este fue el primer error catastrófico de los británicos; el segundo vino inmediatamente después.

Cinco semanas para dibujar una frontera

Aún se discute qué llevó al gobierno británico a dejar en manos de un abogado, Cyril Radcliffe, que nunca antes había pisado territorio indio, la casi imposible misión de trazar una frontera artificial de casi tres mil kilómetros en tiempo récord —cinco semanas— y sobre un mapa del inmenso imperio que, para colmo, estaba desactualizado en sus anexos sobre población y minorías religiosas.

El propio Radcliffe, cuyos únicos consejeros fueron dos jueces musulmanes y dos hindúes “que no lograban ponerse de acuerdo entre sí”, como relató años después, admitió finalmente el daño que hizo al aceptar el encargo.

"No tuve alternativa. El tiempo que me dieron fue tan breve que no fue posible hacer un mejor trabajo. Si me hubieran dado 2 a 3 años, quizás habría podido hacer algunas mejoras", reconoció en una entrevista.

Radcliffe que apenas estuvo un mes en India, se fue tras concluir su tarea, quemando todas sus notas antes de partir. Jamás volvió a visitar India o Pakistán.

Cuando se publicó oficialmente su mapa de la partición del finiquitado imperio, dos días después de que India y Pakistán proclamaran la independencia, se hizo evidente que decenas de millones de personas habían quedado en minoría religiosa y rodeados de vecinos que pasaron de ser hermanos de etnia a enemigos. Comunidades enteras que durante siglos habían convivido se vieron empujadas al exilio, casi con lo puesto.

Trenes atestados transportaron a millones de personas que quedaron en minoría religiosa (Life)

Trenes atestados transportaron a millones de personas que quedaron en minoría religiosa (Life)

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Se estima que entre 14 y 17 millones de personas atravesaron la línea que trazó Radcliffe en busca de un nuevo hogar, en la que es considerada el éxodo más masivo y mortífero de todos los tiempos.

La frontera se extendía a lo largo de 2,900 kilómetros, y aún hoy sigue siendo motivo de polémica.

Punyab, epicentro de la tragedia

La principal controversia en 1947 fue en torno a un territorio con cantidades similares de pobladores musulmanes y no musulmanes: Punyab, una estratégica región en el norte del imperio descolonizado.

Radcliffe decidió partir la región por la mitad y de inmediato se libró la batalla más sangrienta y el mayor éxodo, con más seis millones de musulmanes que abandonaron sus casas en el Punyab que quedó del lado indio y más de seis millones (entre hindúes y sijs) que abandonaron sus casas en el Punyab de la nueva nación paquistaní y emprendieron una penosa ruta hacia el este.

Se calcula que, sólo en esa región partida por la frontera, más de 200 mil personas que huyeron, unos al este y otros al oeste, fueron asesinadas en el camino por turbas y fanáticos religiosos, o murieron de hambre y penurias.

Tres guerras por Cachemira

Otra zona problemática fue Cachemira, una región del Himalaya étnicamente diversa, famosa por la belleza de sus lagos, praderas y montañas cubiertas de nieve. Según el plan de partición proporcionado por la Ley de Independencia de India, Cachemira era libre de adherirse a India o Pakistán.

El maharajá (gobernante local), Hari Singh, inicialmente quería que Cachemira se independizara, pero en octubre de 1947 decidió unirse a India, a cambio de su ayuda contra una invasión procedente de Pakistán. No tuvo en cuenta que la mayoría de los habitantes de Cachemira no eran hindúes, sino musulmanes, lo que sentó las bases para, no una, sino tres guerras entre las dos nuevas naciones.

En 1949, tras el estallido de la primera guerra entre India y Pakistán, los gobiernos de Nueva Delhi e Islamabad firmaron un acuerdo para establecer una línea de alto el fuego recomendada por la ONU y la región se dividió.

Sin embargo, los nacionalistas musulmanes reclamaron la totalidad del territorio y estalló una segunda guerra en 1965 y otra más en 1999, hasta que ambas naciones se convirtieron en potencias nucleares y ujna cuerta guerra se hizo demasiado peligrosa.

A partir de entonces, el conflicto, no resuelto aún, derivó en ataques puntuales entre las fuerzas armadas indias y numerosas organizaciones yihadistas surgidas en Pakistán.

Inspirados en el ataque del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York, un comando islamista cometió doce atentados terroristas en Bombay del 26 al 29 de noviembre de 2008, con el resultado de 173 muertos.

India culpó a Pakistán de promover el terrorismo, algo que siempre negó el gobierno de Islamabad (sin mucho convencimiento). La consecuencia de ese acto provocó el renacimiento del nacionalismo hindú y la llegada al poder en India de un extremista: Nerendra Modi, reelegido primer ministro de forma aplastante en las elecciones de 2019.

“Gandhi es historia”

El ejemplo más patente de la peligrosa deriva nacionalista en India, donde viven 210 millones de musulmanes de una población de 1,400 millones (en su aplastante mayoría de religión hindú), fue la proclama que hizo recientemente el sacerdote Jairam Mishra, a orillas del río sagrado Ganges, con motivo de los 75 años de independencia.

"Debemos adaptarnos a la época: debemos cortarle la mano a quien se levante contra el hinduismo", declaró.

Para el sacerdote ultranacionalista, los ideales de Gandhi (que también era hindú) están pasados de moda.

"Si alguien te golpea en la mejilla Ghandi diría que tenemos que poner la otra. Los hindúes son en general pacíficos y tranquilos, incluso dudan antes de matar a un mosquito. Pero otras comunidades se están aprovechando de ello y seguirán sometiéndonos si no cambiamos de mentalidad", advirtió.

Gandhí murió el 30 de enero de 1978, a tiempo de ver cómo su sueño se había convertido en una pesadilla que aún perdura. Fue asesinado por un nacionalista hindú.