
Convertirse en madre puede significar, para muchas mujeres en México, una desventaja laboral difícil de revertir. A pesar de que la participación femenina en el empleo ha aumentado, quienes tienen hijos —especialmente pequeños— enfrentan más dificultades para acceder a puestos de liderazgo, advierte un análisis del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de Tecmilenio.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la penalización vinculada con la maternidad —es decir, las desventajas profesionales derivadas de tener hijos— ha crecido un 34.8% a nivel mundial en la última década. Esta tendencia ha generado una brecha más marcada entre mujeres con hijos y sus colegas sin hijos en términos de ascensos, sueldos y acceso a posiciones directivas.
En el caso de madres con hijos menores de seis años, apenas el 25.1% ocupa cargos de dirección, frente al 74.9% que corresponde a hombres en la misma situación. La diferencia, subraya el estudio, no es casual ni reciente, sino parte de un patrón persistente que impacta el bienestar físico, emocional y económico de las mujeres.
La carga laboral, los estereotipos que relacionan la maternidad con menor productividad y la escasa flexibilidad en horarios contribuyen al problema. Rosalinda Ballesteros, directora del instituto de Tecmilenio, advierte que este tipo de penalización laboral no solo limita las oportunidades de desarrollo profesional, sino que también genera estrés, ansiedad y presión social.
Datos del INEGI revelan que, al cierre de 2023, en México había 38.5 millones de mujeres de 15 años o más que eran madres. De ellas, una de cada cuatro abandona su empleo tras el nacimiento del primer hijo y 17% no regresa al trabajo cinco años después, de acuerdo con un estudio citado en el análisis (How motherhood hurts careers, de Claudia Goldin, 2024).
A nivel internacional, la OIT documenta que solo el 45.8% de las madres con hijos pequeños tienen empleo, frente al 53.2% de mujeres sin hijos pequeños.
Algunas empresas mexicanas han comenzado a ofrecer políticas para apoyar la reinserción laboral de madres, como horarios flexibles, salas de lactancia o acceso a cuidado infantil. Sin embargo, el análisis de Tecmilenio enfatiza que estas acciones aisladas no son suficientes si no se acompañan de cambios estructurales que reconozcan y valoren a las madres como trabajadoras con plenas capacidades.
“El desafío no es solo laboral: es social y cultural”, señala Ballesteros. Mientras la maternidad siga penalizándose dentro del entorno profesional, la igualdad de género en el trabajo seguirá siendo una promesa pendiente.