La huelga es espontánea en alguna medida. No planeada con detalle y propiciada desde el pasado 26 de mayo, cuando los relojes checadores dejaron de funcionar misteriosamente en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) y comenzó el despido “voluntario” de parte del.personal.
La respuesta ha sido la huelga (justo una acción sobre la que estos abogados debían intervenir para brindar protección a terceros), así que la junta va a cumplir este martes su segundo día completo de paro.
Los presidentes de la junta, en general, están usando los grupos de wasap activados para coordinación de sus grupos de trabajo como medio para disuadir a sus subordinados a sumarse al paro. ‘NO se presenten’, les instruyen. Las faltas no se cuentan, pero no vaya al plantón, el mensaje.

Lo que relatan los empleados que mantienen el plantón es paradójico; seguramente, de haber ocurrido en otro lugar, los relatos se hubieran convertido en expediente: Funcionarios de protección civil haciendo las veces de patrones improvisados que despiden funcionarios con 20 años de antigüedad, jovencitas con disciplina militar, ajenas a la tradición que, para bien o para mal, se hizo en este lugar por décadas, participando en despidos violentos: “¿No quieres firmar? Pues ahorita te escoltan a que recojas tu bolsa y te lleven a la puerta".
Paradójico es también que esto pudo haberse evitado. Hace años se sabe que la justicia laboral tomaría otro rumbo y se extinguirían las juntas de conciliación. Pero todo indica que la Secretaría del Trabajo no preparó el terreno. La Secretaría estuvo a cargo de Luisa María Alcalde como titular y en esta administración prácticamente es el mismo equipo de la 4T quienes la dirigen. Pero la extinción de la junta no se hizo tersa.
“¿Alguna comunicación, plática o circular que les comentara lo que se planeaba antes de ese día que la encerraron en el cubículo para pedirle su firma en el convenio de separación del cargo?“, se le pregunta a una de las afectadas que se ha negado a firmar el lunes pasado su baja ”voluntaria" y hoy es huelguista.
“No; si nos fuimos a comer gorditas el viernes anterior, no sabíamos nada...”
Se relatan también firmas sacadas en un cubículo donde el empleado era atosigado por cuatro o cinco personas, quienes además vigilaban que no se sacaran copias o se fotografiara el acuerdo.
Los trabajadores, empleados y funcionarios que resguardan y mantienen cerrados los accesos, reciben una visita especial este martes: Ex trabajadores de la propia junta que fueron liquidados en su momento y que se negaron a firmar esos “convenios” de separación en su momento.
“Ustedes son abogados, aquí se formaron, no se dejen, cuando salimos nosotros no firmamos nada hasta después de que se nos garantizó (por escrito) el pago de todo”, les arenga una de las visitantes al plantón huelga.
Las palabras son bien recibidas, se comentan los tratos a últimos tiempos: la anulación de viáticos, la instalación de cámaras de vigilancia internas y el repentino retiro de los relojes checadores con lo que se dejó de registrar la presencia de trabajadores que hoy temen quedarse sin trabajo de un día para el otro.
Un cartel refleja, nuevamente, lo paradójico de esta situación: La Junta, acusa, está violentando mis derechos laborales.
La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje terminará, muy probablemente, generando historias lamentables como las que muchas veces recibió en forma de expediente.