
El fenómeno de “La Niña” puede influir en un aumento de las lluvias en el Valle de México en los próximos meses y podría representar entre 20% y 30% más de los 800 litros por milímetro cuadrado que se registran durante toda la época de precipitaciones, señaló Felipe Omar Tapia Silva, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Iztapalapa.
“Las lluvias empezaron a mediados de mayo y de ahí hasta mediados de octubre, aunque se han registrado inclusive en los primeros días de noviembre, con lo cual tenemos más o menos seis meses de lluvia y seis meses de sequía”.
Lo anterior, abundó, con base estimaciones que se han hecho respecto del fenómeno de “La Niña”, el cual se caracteriza por el enfriamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial, que puede alterar los patrones climáticos y generar mayor inestabilidad atmosférica, además de favorecer la formación de sistemas de tormentas.
El académico del Departamento de Hidrobiología resaltó que los satélites se han convertido en la única fuente de información para dar una idea de la cantidad de líquido que se precipita sobre la superficie de la Tierra.
Indicó que pese a que se cuenta con una red de medición de pluviómetros, muchas veces están dejando de funcionar, porque no se les da un mantenimiento adecuado, ocasionando que no se tenga la cobertura mínima requerida para cubrir todo el territorio nacional”.
Asimismo, resaltó que los satélites contribuyen a brindar datos cuando no se cuenta con información de campo, como, ejemplificó, hay una Medición Global de Precipitaciones, (GPM por sus siglas en inglés), que permite integrar a las mediciones de campo, datos más puntuales sobre la lluvia, al capturar la exactitud del parámetro en las estaciones de medición y la variabilidad espacial, lo que se traduce en un producto mejorado”.
Al respecto, enfatizó lo fundamental que es medir la cantidad de lluvia, para saber la disponibilidad de este recurso, predecir su cantidad desde enfoques estadísticos o saber la posibilidad que se tendrá de utilizarla.
“También hay métodos relacionados normalmente con algo que se llama periodos de retorno y ciertas distribuciones probabilísticas que nos permiten decir en cuánto tiempo se va a repetir un fenómeno pluvial extremo de cierta dimensión”.
A su vez, Enrique Azpra Romero, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que en la actualidad con los desarrollos tecnológicos se cuentan con herramientas más sofisticadas para medir el agua de lluvia, así como el disdrómetro, instrumento novedoso que mide la distribución del tamaño y la velocidad de caída de las partículas de precipitación, como gotas de lluvia, copos de nieve o granizo.
En el caso de México, las mediciones del líquido pluvial se hacen de dos formas principales: mediante estaciones pluviométricas, donde se coloca un aparato en tierra para obtener una medición en milímetros o litros caídos por metro cuadrado y a través de estimaciones satelitales.