
Curas, monarcas europeos de la casa Habsburgo, un presidente priista que era acusado de ser centroamericano, michoacanos, chilangos y tabasqueños, todos dieron el Grito, pero nunca una mujer… hasta ahora.
La noche de este 15 de septiembre de 2025, Claudia Sheinbaum hizo historia al convertirse en la primera presidenta de México en encabezar la ceremonia del Grito de Independencia desde el balcón de Palacio Nacional: lugar que, hasta hace un año, parecía que era un espacio exclusivamente masculino. Ya no más.
Rodeada de cadetes mujeres y acompañada por su esposo Jesús María Tarriba, la mandataria federal, clamó: “¡VIVA LA DIGNIDAD DEL PUEBLO DE MÉXICO! ¡VIVA MÉXICO, INDEPENDIENTE Y SOBERANO!”.
¿Cómo fue el primer Grito de la Independencia de Sheinbaum?
A las 23:00 horas, frente a un Zócalo lleno de mexicanas y mexicanos, con aquella felicidad que proporciona ser parte de acontecimientos que serán inmortalizados en los libros de texto, la mandataria federal ondeó la bandera y pronunció los tradicionales “¡vivas!” a los héroes de la patria, en una de las celebraciones más simbólicas que ha habido en los dos siglos de vida independiente de la nación.
Sheinbaum fue acompañada, por primera vez, por puras cadetes mujeres. Además, retomó la tradición de Andrés Manuel López Obrador de hacer guardia de honor frente a un prócer de la patria. Ella eligió a la independentista Leona Vicario, una de las madres de la patria.
En su Grito, destacó a las mujeres mexicanas, las mujeres indígenas, las heroínas anónimas, las mujeres migrantes, además de pronunciar los nombres de pila de las mujeres próceres de la patria, sin la referencia a sus esposos: Josefa Ortiz de Domínguez fue mencionada como Josefa Ortiz Téllez-Girón, pues ninguna mujer le pertenece a un hombre.
El primer Grito de Independencia aconteció la madrugada de un domingo 16 de septiembre de hace 215 años, que en su momento fue ignorado por las autoridades virreinales, los cuales, más preocupados por la ocupación napoleónica de España, no tomaron en cuenta la insurgencia de Miguel Hidalgo hasta la toma de Celaya cinco días después, y luego la Batalla de la Alhóndiga de Granaditas, el 28 de ese mes.
Durante los dos siglos posteriores, lo dieron personalidades como el emperador Maximiliano, lo dieron liberales y conservadores, federalistas y centralistas, también priistas, como Adolfo López Mateos, que se decía que era guatemalteco; lo dieron panistas, un morenista, revolucionarios y dictadores, como Porfirio Díaz, quien, señalan los dichos populares, que algunos tildan de inexactos, cambió la fecha para ajustarlo a su cumpleaños, el 15 de septiembre.
Esta vez fue un lunes, ya no únicamente el inicio de la semana, al menos la laboral, que para los cristianos es el domingo, sino el comienzo de una nueva era en la que todas las personas, no sólo los hombres, sino todas las hijas de la patria, pueden aspirar a ser presidentes y presidentas de la República.
Al ser la primera presidenta en darlo, Sheinbaum no sólo inauguró una etapa política inédita en la República mexicana, sino que también reinterpretó una ceremonia monopolizada durante dos siglos por los hombres