
Si Inglaterra tiene a John Lennon y Paul McCartney, Estados Unidos a Bob Dylan, mientras que Canadá a Joni Mitchell; las y los mexicanos tenemos a nuestro propio tesoro nacional: Juan Gabriel, uno de los compositores más creativos y prolíficos del siglo pasado.
Nacido el 7 de enero de 1950 en Parácuaro, michoacano de origen, juarense de formación, pues en aquella ciudad fronteriza terminó de criarse y alcanzó la fama, Alberto Aguilera Valadez padeció una complicada infancia, en la que fue el menor de 10 hermanos en un hogar vulnerable, con un padre internado en un psiquiátrico y una madre sin la capacidad de poder mantener a todas sus criaturas.
Tras pasar la niñez en un orfanato, se trasladó al norte del territorio nacional durante su adolescencia, donde buscó oportunidades trabajando en bares y cantinas de Ciudad Juárez, hasta que finalmente, porque a veces el trabajo paga, logró su primer contrato discográfico en 1971.
Fue con su primer éxito de aquel año, la icónica canción No tengo dinero, que los ojos de todo el país –más tarde, del mundo entero, pues hasta Barack Obama lamentó su muerte en 2016- comenzaron a fijarse en aquel joven de cabello quebrado, que haría cantar a una nación con legendarias composiciones, como Querida, Amor eterno o Abrázame muy fuerte.
Sin embargo es poco sabido que, en el cenit de la carrera artística de Juan Gabriel (llamado así en honor de su maestro y protector juarense, Juan Cabrera, así como su padre, Gabriel Aguilera), fue investigado y espiado por el Gobierno federal durante las décadas de los 70 y 80, en plena era hegemónica del Partido Revolucionario Institucional (PRI), instituto político al que, sin embargo, el cantante le guardó siempre lealtad.
Así investigó el PRI a Juan Gabriel y a sus hermanos
A escasos años de haber alcanzado el éxito, apenas tres años posteriores a su primer contrato discográfico, Juan Gabriel fue investigado en 1974 por la temida y extinta agencia de inteligencia del Estado mexicano, la infame Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Dicha dependencia, fundada en 1947 en la administración de Miguel Alemán, investigó, espió y persiguió a comunistas, políticos opositores, panistas, nazis, narcotraficantes, artistas, campesinos, maestros e incluso a presidentes y altos funcionarios del PRI y el Gobierno federal.

Sin embargo, fue hasta la década de los 80, ya con el Divo de Juárez como uno de los principales artistas de Latinoamérica, que la DFS extendió su investigación contra él y sus familiares,
De acuerdo a documentos de dicha agencia de espionaje, consultados por CRÓNICA en el Archivo General de la Nación, Genaro y José Guadalupe Aguilera Valadez, no sólo fueron vigilados, junto al propio Juan Gabriel, sino que el Gobierno federal espió sus negocios.
En concreto, la DFS indagó la empresa AGUIVAL S.A. de C.V. constituida por los hermanos, así como un par de sus terrenos: el primero, una finca ubicada en la Manzana 1129, en la calle Lerdo y Mejía, con una superficie de 1,097 metros cuadrados, ubicada en Ciudad Juárez.
La segunda de las propiedades se trató de una finca ubicada en el Lote 4, manzana 95, en la calle Morelos de la colonia Insurgentes, en aquella misma ciudad fronteriza, según el el expediente 121-000-174 de la Dirección Federal de Seguridad.

A pesar de su militancia priista, Juan Gabriel, ídolo eterno de las y los mexicanos, no fue el único artista espiado e investigado por la DFS, pues también fueron indagados académicos, intelectuales, poetas y músicos durante las décadas de la Guerra Sucia en México.