
En los últimos años México ha experimentado una preocupante reducción en la cobertura de vacunación, especialmente entre la población infantil. Este retroceso, que afecta tanto a las vacunas básicas como BCG, la DTP3 y sarampión, ha encendido las alertas de organismos nacionales e internacionales. Las causas son múltiples: problemas de abasto, desconfianza hacia las instituciones, desinformación y una transición institucional que debilitó la estructura operativa del sistema de salud tras la desaparición del Seguro Popular hasta llegar a IMSS-Bienestar, situación que generó vacíos en la cadena de suministro y en la coordinación entre niveles de gobierno. La pandemia de COVID-19 agravó el problema, al interrumpir campañas masivas y reducir el contacto con los servicios de salud.
Sin duda, la vacunación representa la piedra angular del paradigma de la medicina preventiva. Durante décadas el Programa de Vacunación Universal de México fue ejemplo de éxito en cuanto a cobertura y reducción en la incidencia de enfermedades infectocontagiosas. Al inicio del milenio se llegaron a reportar tasas de cobertura con esquema completo de 95% para infantes de menos de 1 año y 98% para menos de 4 años. Actualmente, las coberturas de vacunación se han alejado de los niveles óptimos. Por ejemplo, en la siguiente gráfica se reportan los datos de la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Donde se indican tres tipos de vacuna: la que combate la tuberculosis (BCG), la vacuna triple (DPT3) que cubre contra la difteria, tos ferina y tétanos y, finalmente la MCV2 que es contra sarampión (2ª dosis). La confirmación de las bajas coberturas se encuentra en el notorio incremento en los casos reportados de tos ferina y de sarampión en lo que va de este año: 1,521 y 5,089 casos confirmados, respectivamente. Es necesario considerar que las vacunas dejaron de ser un tema fundamentalmente de salud infantil, pues en la actualidad se habla de la vacunación a lo largo de la vida.
Impacto económico: el costo de la no vacunación
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada dólar invertido en inmunización puede ahorrar entre siete y veinte dólares en costos de atención médica y pérdidas de productividad. En otras palabras, la caída en la inmunización representa un desafío económico considerable: las enfermedades prevenibles por vacunación generan un aumento en el gasto público, el gasto de bolsillo, pérdidas de productividad y bienestar social. De acuerdo con cifras del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades Respiratorias Virales, cuyo monitoreo es de tipo centinela, es decir, en una muestra de unidades de salud en todo el país, durante la temporada invernal 2023-2024 se reportó un total de casos confirmados de influenza de 11,164; 80% de éstos no contaron con antecedente vacunal. El mismo sistema reportó 4,587 hospitalizaciones por este padecimiento y 314 defunciones, 90% y 91% respectivamente no habían sido vacunados. Claramente, la falta de vacunación se traduce en carga económica para las instituciones y días de incapacidad laboral y en los sectores informales, no existen seguros de salud ni prestaciones, estas enfermedades se traducen en pérdidas inmediatas de ingresos familiares.
Para el Estado, los brotes epidémicos implican costos hospitalarios que superan por mucho el precio de las campañas de vacunación, hay evidencia que es una de las intervenciones de salud pública más Costo-Efectivas. El sarampión, por ejemplo, requiere hospitalización en hasta un 20% de los casos y puede tener complicaciones neurológicas de alto costo, además que puede dejar secuelas de por vida, en algunos casos.
Impacto social y sanitario: la niñez mexicana en riesgo
La reducción de la cobertura de vacunación afecta de manera desproporcionada a la población infantil, especialmente aquellos que viven en zonas rurales o en condiciones de pobreza. Enfermedades evitables pueden afectar el desarrollo cognitivo, en general, un niño que enferma con frecuencia pierde días escolares, retrasa su aprendizaje, enfrenta mayores riesgos de desnutrición y secuelas permanentes.
Los hogares de menores ingresos, que ya enfrentan limitaciones en el acceso a servicios de salud, son los más afectados por los costos indirectos de la enfermedad. La pérdida de productividad de los cuidadores, el gasto en transporte y medicamentos y las secuelas a largo plazo, reproducen ciclos de pobreza y exclusión. Así, la vacunación es también una política de equidad social. Más aún, la vacunación puede entenderse como una de las acciones fundamentales que materializan el ejercicio pleno del derecho a la salud.
La vacunación como inversión en capital humano
La economía de la salud considera la inmunización como inversión en capital humano. Un país con alta cobertura de vacunación no solo protege la salud individual, sino que también fortalece su fuerza laboral y su capacidad productiva. La vacunación genera externalidades positivas: quienes están inmunizados contribuyen a reducir la transmisión en toda la comunidad. Este efecto colectivo justifica la intervención del Estado.
Sin embargo, la vacunación enfrenta diversas fallas de mercado: las personas suelen subestimar sus beneficios de largo plazo, mientras que los riesgos percibidos, la información incompleta y la influencia de discursos antivacunas distorsionan la toma de decisiones. Por ello, las políticas públicas deben articular incentivos adecuados, una educación sanitaria accesible y estrategias de comunicación basadas en evidencia. Los países que han mantenido altas coberturas, como Chile, Panamá y Costa Rica, lo han logrado mediante campañas sostenidas, descentralizadas y con fuerte participación comunitaria.

Conclusiones y recomendaciones
La caída en la cobertura de vacunación en México no es solo un desafío sanitario, sino también económico y social. Sus consecuencias se reflejan en el aumento de los costos hospitalarios, en la pérdida de productividad y en el deterioro del bienestar de la población, pero especialmente de la niñez. Revertir esta tendencia requiere recuperar las buenas prácticas y ejemplos de éxito del pasado.
La política de cobertura universal en vacunación requiere un enfoque intersectorial que vincule salud, educación y economía. La vacunación debe ser entendida como un componente central del desarrollo: invertir en salud preventiva es invertir en productividad, equidad y crecimiento sostenible.
El pasado 10 de noviembre el director de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO) que, debido a la transmisión sostenida del virus del sarampión durante más de 12 meses en Canadá, la región ha perdido su certificación colectiva de estar libre de la enfermedad. Explicó que cuando tenemos un sólo país que ha perdido esta categoría, toda la región resulta afectada. En consecuencia, la Región de las Américas ha perdido su certificación como libre de transmisión endémica de sarampión.
Para poner en perspectiva esta situación: en el boletín más reciente de ese mismo organismo sobre la situación del sarampión en las américas, se reporta que a lo largo del 2025 y hasta 9 de septiembre se habían confirmado 11,313 casos con 23 defunciones. El país más afectado (en términos absolutos) es precisamente Canadá con 4,849 casos y una defunción, seguido de México con 4,553 casos y 19 defunciones. Del total de casos, 71% no estaba vacunado. El mismo organismo reporta que Canadá sostuvo coberturas de vacunación con segunda dosis para esta enfermedad de 79% durante el periodo 2022-2024. En el caso de México, la misma fuente reporta 82%, 74% y 69%, respectivamente.
La falta de vacunación implica una pérdida sustancial de años de vida en todo el mundo. Aunque las vacunas han evitado más de 154 millones de muertes en los últimos 50 años, equivalentes a miles de millones de años de vida ganados. Cada año, entre 2 y 3 millones de muertes, principalmente infantiles, se previenen gracias a la inmunización. Brotes de sarampión, tosferina y otras enfermedades en poblaciones no vacunadas muestran que la caída en la cobertura amenaza décadas de progreso y provoca una pérdida significativa de vida potencial y productiva.