Nacional

"Contrapeso, si la oposición apuesta por el contacto directo con la gente"

Es Gabriel García y a su obra, esa red nacional de gestores de programas sociales (apoyos directos en metálico), muchos atribuyen lo espectacular del triunfo de Claudia el pasado 2 de junio

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante una conferencia de prensa.
Entrevista para Crónica con e la senador de morena Gabriel García Hernández Entrevista para Crónica con e la senador de morena Gabriel García Hernández (Adrián Contreras)

Gabriel brinca del sillón para buscar entre sus cajas, listas para la mudanza, una colección de monedas de los primeros boteos del “gobierno legítimo” anunciado en 2006 por Andrés Manuel López Obrador. Las ha pegado en un pedazo de cartón. También encuentra ahí un sobre con fotografías: la emblemática del intento de desafuero, la calle, la gente y “a Claudia en la bola -destaca él-, y pensar que ahora será nuestra primera presidenta”.

No son simples recuerdos. Para Gabriel, esos pesos, chelines y centavos de dólar, esas imágenes descascaradas por el tiempo representan la esencia del movimiento, la clave de resultados como el del 2 de junio: “La empatía y el contacto directo con el pueblo”.

Casi todo en su oficina remite a AMLO: cuadros, bustos, calcomanías, peluches. Ha sido considerado de los más cercanos y leales al presidente. Lo conoció cuando tenía 13 años; uno de sus tíos suministraba alimentos a quienes entonces impulsaban el nacimiento del PRD. Fue después asistente de Ifigenia Martínez, quien le presentó a Octavio Romero Oropeza, “y con ese vínculo comencé a tratar con Andrés Manuel, jamás dejé de ser parte de su equipo”.

Casi siempre en trabajo subterráneo, estructural: firmas, recolectas, comités, padrones, credenciales, encuestas, publicaciones. No fue extraño su nombramiento en 2015 como secretario de organización del incipiente Morena. “En un domicilio viven en promedio tres personas, ir casa por casa es llegar a alguien de ahí, porque en México se vota en familia. Tarda, pero no falla. Nos llevamos 18 años. En 2018 teníamos contacto con 10 millones de personas, porque imprimíamos 10 millones de ejemplares del periódico Regeneración, por eso auguramos 30 millones de votos. A la par teníamos 50 mil promotores del voto y medio millón en casillas. Todo eso me tocó organizarlo de la nada”.

A partir del 1 de diciembre de 2018 se le designó coordinador de los programas del bienestar. Fue artífice del esquema operado por los denominados servidores de la nación, cuya labor ha sido vinculada por opositores internos y externos a la promoción electoral en beneficio de Sheinbaum y de otros candidatos estatales. Es quizás el mayor reproche al triunfo de Claudia.

Escudriñar en torno a ese ejército territorial nos trajo aquí, a la oficina 30, tercer piso del Senado, donde ocupa un lugar especial un retrato de José María Morelos.

“Había que recoger las necesidades del país, nos vino bien el lema ´los nuevos sentimientos de la nación´, por eso nuestra figura emblemática ha sido Morelos. Si él era el Siervo de la Nación, quienes operarían los programas serían los siervos de la nación, pero una maestra de Apatzingán me regañó: ´Siervo sólo hay uno: Morelos´, y mejor les pusimos servidores”, cuenta Gabriel.

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Para las recientes elecciones se postuló como diputado federal, por el distrito central de Iztapalapa -abarca sus 8 barrios y Culhuacán.

“Quise aspirar a alcalde, pero Aleida Alavés tenía mucho arraigo, y opté por la diputación, pero no me conocía ni el perro. Yo hacía las encuestas del movimiento y decidí medirme: me conocía el 1.5 por ciento de los iztapalapenses, con margen de error del 3 por ciento, borrado. Tuve que volver a la esencia, me puse senador del barrio y haz de cuenta mi primera chamba, me subí a los camiones, al metro, hice mi periodiquito ´Sentimientos de Iztapalapa´, basado en Sentimientos de la Nación, y logré 151 mil votos. Ahora seré el dipubarrio”.

-¿Eres de Iztapalapa o sólo te acomodaste?

-Vivo ahí desde hace 10 años, pero admiró a Iztapalapa desde siempre, porque ha salvado al movimiento en diversas ocasiones. Quien entiende sus problemas, puede entender los de la ciudad y los del país.

Iztapalapa será después. Ahora el tema son los servidores y el uso de los programas.

ANGELES Y DEMONIOS. Cuando López Obrador ganó en 2018 lo mandó llamar: “Ganamos las elecciones, pero hay que configurar el poder”. Y le encomendó sentar las bases de la redistribución del ingreso en el país…

“Se habla de que los servidores de la nación son algo similar al Pronasol de Salinas de Gortari, pero hay diferencias: aquel programa tenía una red de intermediarios conformada por los delegados, los recursos no le llegaban directo a la gente, se entregaban con moches y en función de intereses. Hacían cuestionarios para saber si eran pobres: si comían chocolate, si tenían pantallas, cuando es muy sencillo: ¿vives en una zona de marginación? Te toca. Y también están los programas universales”.

-¿Y los superdelegados no eran intermediarios?

-Les hicimos entender la necesidad de la austeridad. Recibían sólo su sueldo, no había manera de que tocaran un peso. El secreto fue mirar de frente a la gente y llevar el gobierno a la gente.

-Los superdelegados ganaban muy bien; los servidores tenían un sueldo raquítico, sin prestaciones y con cargas fuertes de trabajo…

-El gobierno se planteó no aumentar la nómina, pero debíamos hacer el padrón. ¿Qué hicimos? Ir por el llamado Fondo de Transición, sólo que en Banjército estaban acostumbrados a dar un cheque de 200 millones de pesos, algo completamente opaco. Le pedí al encargado, un militar, dividir ese monto entre 20 mil personas que necesitábamos para el censo. No sé llegó ni a 9 mil pesos. Más adelante los servidores llegaron a ganar dos salarios mínimos, ya con el incremento del 113 por ciento en este gobierno, y tienen seguridad social, pero al inicio no podía ser por contrato. Se apeló a su vocación del servicio.

-Le planteé al presidente esa precariedad, y los testimonios del uso electoral…

-Fui uno de los impulsores de que la práctica del fraude electoral, incluyendo la coacción del voto, se castigara con cárcel. No hubo una sola denuncia, al menos en el tiempo que estuve.

-Sí pasó, me tocó conocer testimonios…

-Cuando trabajas con tanta gente, no todos son ángeles.

-¿A poco los servidores no fueron creados como instrumentos de promoción electoral?

-No, apenas si nos daba la vida para cumplir con el trabajo en esas condiciones, hacerlo era olvidar que la gente es consciente. Los servidores han actuado por convicción, no son adoctrinados. Desde luego que en las reuniones, yo sí enaltecía los valores de la 4T, y uno de ellos es la práctica de la democracia. ¿Qué sí pasó? Fuimos generadores de la revolución de las conciencias, que es muy diferente a coaccionar el voto. Son 800 mil millones de pesos que antes desaparecían, ahora se dividen en 30 millones de familias.

-Entre la oposición es unánime la acusación del uso político.

-Se dio, ya lo dije, una revolución de las conciencias. ¿Por qué en 2018, no teniendo esa estructura, fue el mismo fenómeno?

-Hasta Ebrard lo denunció en la contienda interna…

-La verdad salió a flote, necesitamos madurar, presentar pruebas, a veces es la inercia, porque política es pasión. Trabajamos con honestidad. En una autocrítica, me faltó consensar, difundir la información sin distinción de banderas partidistas. Ahora, el método no es exclusivo de Morena: si la oposición apuesta por el contacto directo con la gente, podría generarnos un contrapeso…

Se levanta otra vez presuroso para buscar su cartera y sacar de entre los pliegues un pequeño calendario del 2014 con el rostro de López Obrador y una foto en la cual se le ve con Sheinbaum frente a un muro de cajas. “Entregamos 2 millones 712 mil firmas a favor de que se hiciera una consulta sobre la reforma energética, yo repartía los calendarios entre la gente, en el transporte público. A esto me refiero cuando dijo que la práctica de la democracia no son palabras, es lucha a pie. Si la oposición tiene planteamientos y los acerca de manera directa a la gente, sin publicidad disfrazada, podrían contrarrestar”.

DIPUBARRIO. En medio de rumores sobre un distanciamiento, dejó el cargo en junio del 21. Ya había colocado los cimientos de toda la estructura operativa, crucial en el engranaje morenista.

“El presidente me dijo que necesitaba refrescar cuadros y evitar desgaste. Me sentí mal, por los resultados conseguidos. Regresé al Senado, pero a los cinco meses me pidió ayuda para un proyecto de agua potable en La Laguna. Debía convencer a mil 200 ejidatarios. Me fui un año, muchos dijeron que era mi destierro. Regresé y el presidente me iba a encomendar otra tarea, pero le pedí que ya me dejara caminar”.

-¿Qué quieres hacer? -le preguntó AMLO.

-Un trabajo territorial donde vivo, en Iztapalapa.

El presidente le pegó su mano al pecho y le dijo: “Te irá bien”. Como testigo, el general Lázaro Cárdenas, pintado al óleo. Utilizó esa postal para promocionarse en su aventura iztapalapense y lo logró: es “dipubarrio”.

“Ya quiero volver a las colonias para explicarle a la gente el Plan C, equivalente a los programas sociales en 2018, y el tema del agua. Junté 300 mil firmas en apoyo a una nueva Ley General de Aguas y una modificación constitucional para proteger zonas con escasez y contaminación, priorizar el consumo humano y revisar concesiones. El 2 de junio fue el despertar de la conciencia del pueblo, pero pronto será una exigencia. Esto se acabará cuando perdamos el respaldo popular”.

-¿Y cuándo van a perder el respaldo popular?

-Cuando seamos incongruentes y soberbios. La derecha está desarticulada, el enemigo a vencer somos nosotros mismos.

No es ya el Gabriel escurridizo, fantasmal, furtivo. ¿Qué Gabriel? Gabriel García Hernández, artesano de la estructura del poder. No rehúye a las preguntas ni a las formas. Por tercera vez se levanta para mostrar una obra del escultor Pancho Cárdenas, alusiva al fuego nuevo. Un hombre nuevo es, abierto, libre: “Hoy mi mayor reto es reencontrarme con mi familia, acabo de conocer a mi hijo de 17 años, el año pasado era Regina, ahora es Alejandro, soy orgulloso padre de un hijo trans. Parte de mi felicidad es compartir su identidad”…

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