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Las narrativas de la violencia en México: una entrevista con el doctor Eduardo Garza

Crónica tuvo la oportunidad de platicar con el doctor Eduardo Garza, para analizar algunas de las narrativas de la violencia en los últimos años y encontrar puntos de inflexión a partir de un estado de la cuestión

El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique
Doctor Eduardo Garza Doctor Eduardo Garza (Crónica)

En pleno 2024, la narrativa de la violencia ha permeado el ambiente social en México a partir de sucesos trágicos y deleznables que han encendido las alarmas a nivel nacional. En este punto, muchos de los mexicanos nos hemos preguntado en algún momento, ¿cuál es el problema más grave que enfrenta México? La mayoría de los ciudadanos coincidirían en que este cáncer social es la inseguridad.

En esta madeja de creciente violencia, la historia de Camila es uno de los tantos hilos que conforman la urdimbre de la brutalidad en México. Escenas crudas que deambulan por la red, de mano en mano, de la pantalla del ordenador o del celular a nuestra mirada.

La incorporación de la inseguridad y el crimen organizado al discurso, se ha convertido en la nueva constante a resolver en la agenda nacional, cuyas acciones han resultado famélicas, dejando consecuencias funestas traducidas en miles de desaparecidos y el fenómeno del feminicidio que no cesa.

El caso de Camila representa la crisis social que enfrenta el país y el derrotero que el Gobierno mexicano debe atender en calidad de urgencia, entre las muchas vertientes de la violencia en México. Es en este sentido, que Crónica tuvo la oportunidad de platicar con el doctor Eduardo Garza, para analizar algunas de las narrativas de la violencia en los últimos años y encontrar puntos de inflexión a partir de un estado de la cuestión.

¿En dónde está el país? ¿En dónde está la indignación? ¿Qué está pasando con las autoridades? Se pregunta el doctor Eduardo Garza cuando evoca la vorágine de sangre de la cual hemos sido testigos en los últimos días y que, desde su perspectiva, hemos normalizado, ya que “No tenemos a los jóvenes marchando cerrando reforma exigiendo justicia, ¿dónde está la indignación? A mí me preocupa mucho que ya como sociedad hayamos llegado un punto en el que este tipo de tragedias suceden, son noticias”.

Las preguntas siguen emergiendo, pues, ¿acaso esta normalización de la violencia tiene su origen en la frecuencia con la que suceden los crímenes y los medios por los que se difunden y llegan a nosotros? Para Garza, “tiene que ver con la vorágine y la lógica de la del mundo mediático, no en donde la apuesta claramente es que el escándalo de hoy borre el de ayer”.

¿Qué es eso que le hace falta a nuestra sociedad para borrar la indolencia que se arraiga poco a poco en nuestro subconsciente? La pregunta queda abierta para nuestro lector, no obstante, para el Doctor Eduardo tiene que ver con “la compasión, porque ese es, desde el punto de vista de algunos filósofos contemporáneos, el punto de partida de toda ética, es decir, el poder sentir lo que el otro siente o imaginarlo al menos; nos hace falta compasión como sociedad”.

La caja de Pandora se sigue abriendo. Camila falleció en plena víspera de Semana Santa y, con ella, la autora intelectual de su homicidio, en medio de una trifulca protagonizada por habitantes de Taxco que, ante la torpeza en los procesos del sistema judicial, buscaron la justicia inmediata, pero, ¿acaso, este linchamiento fue verdaderamente un acto de justicia?

“Yo no creo que el linchamiento sea justicia y cada cosa que sucedió en el caso fue peor. El secuestro; pero vamos a pedir un rescate; pero vamos a violarla; pero vamos a asesinarla; pero vamos a envolver de plástico su cuerpo y desaparecerla y ya desaparecida, vamos a pedir un rescate y concluimos con un linchamiento; o sea, cada cosa es peor”, asegura Garza.

Entonces, de ahí nace la preocupación del doctor Garza por no dejar de visibilizar la crueldad humana; la falta de empatía y la corrupción humana a través de otros medios que no sea el linchamiento. Por ejemplo, la protesta social, pues de acuerdo con su visión, “tú sabes el poder que tienes en ese momento, tú sabes qué es lo tuyo en ese momento, te vuelves a alguien capaz de exigir y de arrinconar a quien no está haciendo su trabajo, en ese momento al fin, pasan cosas”.

Esta relación entre conflicto y narratividad se puede apreciar en los sucesos más inmediatos que vienen a nuestra memoria, llámese caso Camila, caso “Fofo” Márquez, caso Devani Escobar, caso Ariadna Fernanda y un sinnúmero de nombres y rostros que han cimbrado a la nación, pero, ¿qué hacer ante esta ola de violencia? El doctor Garza refiere a “no domesticarnos a ella (la violencia), no normalizar la crueldad humana, que no sea un elemento más del paisaje cotidiano y del noticioso; no romantizar series sobre narcos”.

A pesar de que el panorama pueda resultar difuso, para el doctor Garza existen soluciones que podrían cambiar el rumbo de los discursos de la violencia, uno de ellos es cuando propone que “la agresividad, como tal, cuando no se ha transformado y desbordado en violencia, puede ser una fuerza enormemente constructiva precisamente para el reclamo, para el reclamo asertivo, es decir, no podemos erradicar la agresividad de nuestra constitución humana, pero todo lo que callamos por años de repente explota, porque nunca le quitamos la pesa a la olla express, para que de una manera ordenada lógica y clara saliera esa presión. Entonces ahí hay un elemento de inteligencia emocional, de Educación Emocional, verdaderamente necesario, muy al estilo de lo que nos estaría diciendo Goleman con sus principios sobre la inteligencia emocional”, asevera.

Esta inteligencia emocional puede traducirse en la inventiva racional; en la transformación de las emociones a través de otros medios, así lo ejemplifica Garza al decir que “Hay una urgencia de teatro de buena música, de canciones que convertir esa esos sentimientos en general es agresividad en particular en algo sumamente bello sumamente constructivo sumamente alentador de lo civilizatorio”.

En este estado de las cosas, el diálogo interno se vuelve menester para establecer correlaciones con nuestro entorno aunado a “las fortalezas del mundo académico, del mundo filosófico, del mundo mediático, para que se conviertan en algo que tenga mayor viabilidad y mayores posibilidades”, como posible vía de primera solución.

Finalmente, el doctor Garza puntualiza que “el sistema judicial de un país es un botón de muestra de su sociedad y de su estatus; cuando tenemos ímpetus de una justicia punitiva o revanchista o vengativa, estamos hablando de algo que ocurre en la sociedad. Si nos diéramos la capacidad de una justicia restaurativa, de una justicia transicional, de una justicia diferente, también estaríamos contribuyendo a una sociedad diferente”.

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