
El Covid no solo cambió la forma de vida de las personas, también ha tenido un impacto de consecuencias muchas veces irreversibles para la salud y el medio ambiente pues la industria del plástico o PET, se posicionó en esta pandemia como artículo indispensable para la seguridad e higiene a través de botellas de plástico, caretas, guantes, tubos intravenosos, catéteres, jeringas, gafas, envases u otros considerados de un solo uso hasta para transportar alimentos y no se diga el agua embotellada.
De hecho la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo manifestó su preocupación por el destino y las consecuencias que tendrían los desechos plásticos contaminados y consideró que “cerca del 75% del plástico generado por la pandemia de COVID-19 como mascarillas, guantes y botellas de desinfectante para manos se convertirá en desechos que llegarán a vertederos y mares, con un grave costo para el medio ambiente, economía y la salud humana.
México es uno de los principales consumidores de PET en el mundo y además exporta anualmente alrededor de 100 mil toneladas de envases de plástico, principalmente a China y Taiwán, lo que representa recursos hasta por 400 millones de dólares.
El PET en México es uno de los materiales plásticos de mayor uso y en las dos últimas décadas se registró una producción de envases de plástico de 2.4 millones de toneladas en el país, pero lo grave es el impacto que tiene en nuestro medio ambiente y sobre todo en la salud de los mexicanos ya que los químicos que desprende el PET provoca diverso tipo de enfermedades como cáncer.
La investigación “Daños a la Salud y el Medio Ambiente ocasionados por el Tereftalato de Polietiletno (PET)”, elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) de la Cámara de Diputados, advierte que son varias las causas que originan el fenómeno del sobre consumo de PET en México, entre ellas la mala calidad de agua para consumo humano y ahora el uso de plástico para protección del Covid.
Con base en diversos estudios, esta investigación advierte que el PET contiene antimonio, un elemento tóxico.
Dentro de los principales problemas que el antimonio genera a la salud se encuentran: irritación en los ojos, diarreas, enfermedades de alto impacto en los pulmones y el corazón, hay probabilidades de que puede ser también uno de los causantes de diferentes tipos de cáncer y ulceras estomacales, situación que nos debe hacer reflexionar, tanto para iniciar la disminución de usar esos utensilios, como la necesidad de idear nuevos productos para el envasado y almacenamiento de agua y alimentos.
Asegura que si bien los niveles hallados siguen siendo muy bajos para suponer un riesgo para la salud, están muy por encima de lo esperable y cuanto más tiempo se conserve una botella en la estantería o en la despensa a temperatura ambiente, mayor será la cantidad de antimonio que contendrá el agua.
DAÑOS A LA SALUD
El documento recuerda que el PET es considerado un compuesto químico peligroso; el consumo excesivo de productos envasados en recipientes de esa mezcla química puede ocasionar a largo plazo problemas en el sistema respiratorio y problemas en la piel por acción de los «ftalatos», compuestos químicos que se agregan para hacer el plástico más flexible y duradero, éstos pueden desprenderse con facilidad, por ejemplo, con altas temperaturas. Al ser liberados al líquido y ser ingerido, estas partículas se acumulan dentro del cuerpo.
Estudios científicos de la Food and Drug Administration, en Estados Unidos, apuntan a que, silenciosamente, éstos compuestos afectan la fertilidad de hombres y mujeres, además de presentar riesgos para el desarrollo fetal.
Por otra parte, la quema de PET libera toxinas dañinas al ambiente, como las dioxinas que pueden causar enfermedades respiratorias, asociadas al cáncer”13; peor aun cuando se tiene conocimiento que dichos productos tienen una larga vida; su desintegración tarda entre 65 a 500 años o más.
Alerta que la parte más peligrosa de los envases de plástico son los ftalatos, sustancias que llegan a los organismos vivos a través del agua, el aire que respiran, su contacto con la piel y mediante los alimentos que ya han sido contaminados con ese producto, como son los pescados y mariscos que llegan a comer microplásticos o nanoplástico y que posteriormente también son consumidos por las personas.
El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), Mérida, recientemente, en un estudio realizado al respecto, concluyó que la sal de mesa y el agua embotellada, debido a la contaminación del mar por los plásticos, contienen los elementos dañinos del polietileno, productos que son consumidos por las personas con los riesgos que ello ocasiona.
Los años 2019 y 2020 eran determinantes en el mundo y en México para desplazar de manera gradual los plásticos a fin de sustituirlos por otros productos menos nocivos. Sin embargo, el COVID cambio las circunstancias y al contrario consolidó el PET como artículo necesario.
Durante 2020, año más crítico de la contingencia sanitaria por COVID 19, tuvo un incremento en su producción de más del 3 por ciento, con relación a 2019, debido a que la industria de productos médicos demando una mayor cantidad de esos objetos, como fueron mascarillas, cubrebocas, guantes, tubos intravenosos, catéteres, batas, jeringas, gafas, envases y otros considerados de un solo uso.
LEGISLACIÓN REZAGADA
El estudio también advierte que la legislación en México se ha quedado rezagada lo que la ha convertido en un instrumento ineficaz para regular el uso y producción de PET en el país.
“La situación se hace más difícil porque la legislación que regula las actividades de producción, distribución y consumo de productos plásticos no ha sido lo suficientemente eficaz para resolverlo; las medidas administrativas de vigilancia y control sobre desechos del PET, y otros, igual de dañosos, no tienen el efecto suficiente para aminorar los problemas originados por los productos contaminantes o no están siendo aplicadas correctamente, ya sea por negligencia o por desconocimiento de la misma y se está estimulando con ello la contaminación en todo el país con esos residuos, lo que demerita el medio ambiente, la salud humana y el paisaje, establece
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