
Yo vengo de una familia bastante tradicional, muy unida. La verdad es que no me ha faltado ni me faltó nada en mi infancia, siempre rodeada de amor y de cosas lindas, no ha sido una vida perfecta pero sí una vida, la verdad, bastante afortunada.
Mi primer contacto con el alcohol fue a los 17 años y fue como una sensación extraña, pero no viví la parte como de emborracharse ni nada de eso. A los 19 mi consumo fue que comenzó a ser más fuerte y a los 21 mucho más.
Antes de haberlo probado, recuerdo que veía a las personas, a mis tías, mis tíos o amigos de mis hermanos que son mayores que yo, beber y decía: ¡Wow yo quiero ver qué se siente, de qué se trata esto!.
Yo tenía esta sensación muy impregnada en mí. No sé porque tenía esos pensamientos, pero una vez que lo pruebo, la verdad es que el sabor no me gustó, pero conforme fui consumiendo un poquito más, entonces sí disfruté muchísimo la sensación.
Fue entonces que descubrí qué el alcohol me ayudaba para deshinibirme, me ayudaba para sentirme 'parte de', incluso me ayudaba a sentirme bonita, más inteligente, me podía comunicar mejor con los demás, me sentía más sociable, simpática, intelectual.
Empezó a crecer mi consumo y empecé a vivir cosas un poco extrañas. Empecé a darme cuenta de que mi consumo no era como el de mis amigos o de la gente que me rodeaba, yo siempre era la última de la fiesta, siempre quería más.
Recuerdo mucho esta sensación de que ya se va acabar la botella y yo soy la primera en decir: Oigan, ¿en dónde compramos? ¿Quién va por más? Y darme cuenta de que para los demás ya se había acabado la fiesta y no pasaba nada y yo tenía este impulso por seguir bebiendo y la necesidad de que no se acabará esta sensación para no regresar a mi realidad.
Después empecé a normalizarlo, empecé a tener ciertas lagunas mentales o ciertos actos que en sobriedad no hacía. Descubrí que conforme comenzó a crecer, comenzaron a crecer todos mis problemas con la gente que me rodeaba, conmigo misma
Está pseudoseguridad que me daba, me la dejó de dar. Me empecé a sentir muy mal con o sin alcohol y había cosas que merecían personas como: 'No tomes tanto o No tomes de eso porque te hace daño'.
Y para mí fue muy confuso porque algunas personas me decían que no tenía el problema sino que era mi fuerza de voluntad y pensaba que era cuestión de echarle ganas, pero me di cuenta de que no era así llegue a pensar en ya no estar aquí, en sentirme incómoda tan solo por verme al espejo.
Dar el primer paso para aceptar y decir: OK. Necesito ayuda porque no puedo sola fue difícil porque tenía una serie de prejuicios en torno al alcohol. Me imaginaba a gente en la calle tirada, no sé porqué tenía en mi mente que solo le pasaba a personas adultas y sin valores, pero cuando llegué a Alcohólicos Anónimos todos esos prejuicios se desvanecieron.
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