
El pasado 5 de mayo se cumplieron 125 años de la Encíclica Rerum Novarum, que fue promulgada por el papa León XIII y que es un parteaguas en la historia de la Iglesia en cuanto a su doctrina social, porque fue el primer documento de este tipo al tratar de crear un equilibrio entre la mano de obra y el capital, es decir, entre los derechos de los obreros y el de los empresarios.
Este documento inspiró la creación de sindicatos, bolsas de ahorro, cooperativas e incluso partidos políticos, como es el caso de México, del Partido de Acción Nacional. El monumento fúnebre de León XIII, en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, hace alusión a esta Encíclica, que cien años después corroboraría su validez el papa Juan Pablo II con otra Encíclica conocida como Centesimus Annus, del 1° de mayo de 1991. Otros muchos documentos pontificios se han inspirado en ambas encíclicas, e incluso, se podría decir que la Encíclica del papa Francisco “Laudato Si, sobre el cuidado de la casa común, y que versa sobre ecología, tiene una fuerte carga de justicia social, uno de los temas prioritarios de este pontificado.
Para celebrar esta efeméride, en México, obispos de la Arquidiócesis Primada de México y de la Arquidiócesis de Tlalnepantla hicieron un pronunciamiento ¡Por un México más justo”, durante un evento organizado por el Imdosoc, el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, y durante el evento se aprovechó la oportunidad para señalar que “en México el 1% de la población más rica tiene el 21% del ingreso total, mientras que hay más de 55 millones de pobres, de ellos, 11.4 millones en extrema pobreza, lo que demuestra la desigualdad y la falta de oportunidades, especialmente a nivel laboral”.
También se comentó que “el ambiente de corrupción, impunidad y violencia, los bajos salarios, los problemas de seguridad, vivienda, educación, el incremento del desempleo, el empleo precario, la economía informal con sus graves consecuencias, el sistema de salud, las jubilaciones y pensiones inciertas y precarias; así como la fuerte desconfianza social hacia los gobernantes, políticos y sindicatos, son retos fundamentales para lograr una sociedad justa y en paz”, y que “la desigualdad es la raíz de los males sociales por lo cual urge promover una sociedad más participativa y responsable”.
“La única pretensión que tiene la doctrina social de la Iglesia es velar por la integridad de las personas y de las estructuras sociales”, dijeron; Mons. Guillermo Ortiz, señaló: ”No hemos quitado el dedo del renglón en la urgencia de atender ese compromiso de buscar la justicia con la verdad y la caridad”.
Mons. Jesús Antonio Lerma, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, dijo que “ha servido como punto de inspiración y arranque a otros documentos y movimientos pastorales, en diferentes pontificados y épocas” y el obispo Carlos Briseño Arch habló de la necesidad de “atender los problemas de los trabajadores, de los obreros, de toda la gente que trabaja, para dignificar al trabajador y borrar esa desigualdad tan grande que existe entre los que tienen mucho y los pobres. Se debe fomentar la cultura de dar dignidad al trabajador a través de mejores sueldos y condiciones de vida, seguridad social, y todo lo que necesita u trabajador.”
Al evento asistieron varios entre otras personalidades, Mons. Carlos Aguiar Retes, la maestra Lucila Servitje Montull, Fray Luis Javier Rubio Guerrero y el Lic. Jorge Navarrete Chimes, quienes en oposición a la lucha de clases que pregona el marxismo, hablaron de valores armónicos y leyes que se deben promover para alcanzar una verdadera justicia social.
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