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Al morir mi esposa tuve que ser un padre distinto, amigo y guía

Festejo. “Sin Marichuy (hace 10 años) no fue nada sencillo; los chicos iniciaban la preadolescencia y hubo que ir a terapias, trabajar mucho los tres... Hoy funcionamos como una maquinaria perfecta”, dice Enrique, de 44 años, quien hoy celebrará su día con una carne asada, antes de haberse ido de antro con sus dos hijos

Padre e hijo caminando de la mano
Padre e hijo caminando de la mano Padre e hijo caminando de la mano (La Crónica de Hoy)

Él es Enrique Magro, contador, y ella es Lucero. Ella es su hija. Él se encargó totalmente de ella y de Brandon, su otro hijo, de 20 años, cuando la vida le arrebató a su esposa hace 10 años.

Enrique, es contador y justo hace 22 años, casi a punto de terminar la carrera, su novia —con quien después se casó— le dijo que estaban esperando un bebé, lo cual no cambió los planes, la idea era casarse al terminar sus carreras, sólo tuvieron que adelantar todo un año.

“Haber tenido a Lucero en mis manos, cuando nació tan pequeña, tan frágil, tan indefensa, te hace creer en los milagros de Dios, en el milagro de la vida”, relata el padre a Crónica.

De Brandon, dice, es un joven muy maduro y responsable para sus 20 años, “somos una pequeña familia de tres con el recuerdo siempre presente de María José (la mamá)”.

Ante el reto de tener que ver sólo por sus dos hijos, Enrique se propuso ser un padre distinto,  confidente, amigo y guía, “después de todo, ante cualquier problema, no tendrían a donde más correr a refugiarse, que no fuera entre mis brazos”.

Sin Marichuy no fue nada sencillo continuar, admite. Los chicos iniciaban la preadolescencia y haberla perdido a ella, fue un trago que dejó un sabor amargo durante mucho tiempo. Hubo que ir a terapias, trabajar mucho los tres... “Hoy funcionamos como una maquinaria perfecta, hay una gran comunicación, mucho apoyo y comprensión”.

EL PAPÁ ENCANTADOR. Enrique tiene un encanto natural, es simpático, muy agradable en su charla. Su tez morena clara hacen resaltar sus ojos verdes de pestañas largas, y además, confiesa, que no se pinta el cabello y presume además, que no tiene una sola cana, “todavía”.

Aunque está a poco, dice, de cumplir sus 15 años por tercera vez, la verdad es que se ve mucho más joven y eso le gusta, es una ventaja que aprovecha para poder cuidar a su hija, “a veces a la distancia, entro al mismo bar y desde lejos la cuido, ya sabes, del típico galancito que se quiera pasar de listo, cualquier cosa que pudiera suceder... A veces hasta salgo con sus amigas, y soy el cuidador de su grupito y acabo bailando con ellas...”.

Una anécdota, de muchas que han vivido juntos Enrique y Lucero fue en el cumpleaños 22 de ella, a principios de año, la llevó a un bar, porque quedó de verse ahí con sus amigas para festejar. Llegó el mesero, saludó, dejó la carta y al volver dijo: “Caballero, buenas noches, su novia que va a tomar...”, sonríe y luce su perfecta dentadura blanca.

No siempre es así, reconoce, porque debe respetar la individualidad de Lucero, en ocasiones espera en casa a que le llame para ir por ella al antro. A veces sale con su hermano y entonces les manda un uber.

LIBERTAD NO ES LIBERTINAJE. Enrique Magro se autodefine como un hombre realista y prefirió ser él quien enseñara a sus hijos a tomar, “justamente para que sepan qué están tomando y no beban cualquier porquería”, o incluso ser él quien le compre a sus hijos los preservativos pero llegar a ese acuerdo, indica, no fue sencillo, fue mucha labor de convencimiento, de concientización.

Ellos al principio se enojaban, pero más que enojo, creo que era algo de pena, ahora ya no pasa nada, “yo sólo los compro y se los dejo donde ellos saben que están y ya…”.

Yo les digo que quiero que disfruten como yo un amor bonito, como el que viví con su mamá y ya más adelante piensen, no sé en viajar, conocer mucha gente, otras culturas, otros países y ya después si ellos quieren formar una familia. Yo me he encargado de inculcarles valores sobre la familia, la importancia de tener un vínculo fuerte con una persona.

Lucero y Brandon, dice con orgullo, están hechos a mi modo, coinciden con esto y por eso mismo sí he llegado a tener algunas relaciones con algunas personas, pero nada serio todavía y mi peor “espanta-novias” es mi hija, si alguien no le gusta ella se encarga, pues de darle a entender que no va a funcionar, “puedes imaginarlo, que la hija le espante las novias al papá, incluso una conocida suya que me andaba coqueteando, aquella vez le dije, ya ves, si tu viejo no está tan tirado a la calle… ufff creo que su enojo fue mayor, pensó que lo decía en serio”.

—Y para este domingo, ¿cuáles son los planes?

—¡Ah bueno, vamos a irnos al antro el sábado en la noche, a uno de la Zona Rosa, o Polanco, el que ellos elijan, y el domingo, quizá alguna carne asada, probablemente vayamos al Desierto de los Leones.

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