
El hallazgo de dos marcadores de juego de pelota y la caída total del techo de un exconvento agustino del siglo XVI, hizo que un grupo de arqueólogos llegaran a Ocuilán, Estado de México, para conocer el pasado de este municipio descrito en la Matricula de tributos como un señorío mexica, mencionado desde hace cuatro siglos en las crónicas como el paso obligado a Chalma y, en tiempos más recientes, señalado como punto de estancia de las tropas zapatistas.
La arqueóloga Rosa Guadalupe de la Peña Virchez comenzó a trabajar en Ocuilán desde 1989, investigación que fue interrumpida y retomada en 2006 y que durante este mes de julio reanudó gracias al apoyo del Centro Universitario Tenancingo, de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y del gobierno local, con la esperanza de que el Instituto Nacional de Antropología (INAH) acepte su investigación en 2018.
“Trabajamos desde 1989 y el proyecto en las dos primeras etapas fue excavar dentro del exconvento agustino. Lo que se pretendía en aquel entonces era restaurar el monumento. Pero por otro lado, en 1987 estuve trabajando con el arqueólogo Ricardo Jaramillo que tenía un proyecto llamado Recorrido de superficie para la localización de sitios arqueológicos en el área, entonces recorrimos Malinalco, Joquicingo y Ocuilán, y eso nos trajo acá”, relata la especialista.
En ese momento, la persona que custodiaba el huerto del antiguo convento de Santiago Apóstol encontró un marcador de juego de pelota que tiene grabado un cuchillo de pedernal, una fecha conejo y una guacamaya, razón por la que los arqueólogos iniciaron la excavación para hallar el juego de pelota completo.
“Eso lo hicimos en 1988 y al año siguiente el Consejo Nacional de Arqueología autorizó un proyecto de investigación que fue bipartito porque se planteó restauración y arqueología. Excavamos para identificar las áreas del ex convento y se recuperó la memoria histórica del monumento, pero también escribí que un objetivo del proyecto era encontrar el juego de pelota, desafortunadamente no encontramos nada”, comenta De la Peña Virchez.
En aquel entonces los trabajos fueron apoyados por el Instituto Mexiquense de Cultura, no obstante la arqueóloga dejó de laborar para esa dependencia y se unió a la plantilla docente de la UAEM, ahí presentó su propuesta para seguir estudiando Ocuilán, petición que le fue concedida en 2006.
“Empezamos nuevamente con el recorrido de superficie, porque Ocuilán fue un señorío mexica, es decir, aquí se juntaba el tributo de Ixtapan de la Sal y Tenancingo cada 80 días para ser enviado a los mexicas”, explica.
Ahora, durante junio y el actual mes, con recursos del municipio, sigue en la búsqueda del juego de pelota y en analizar al menos los cinco esqueletos humanos que los estudiantes y su colega Angélica Delgado Salgado hallaron en la cancha de futbol que está frente del exconvento de Santiago Apóstol, en el centro de Ocuilán de Arteaga.
“Veremos que fue un gran y fuerte señorío, está descrito en la Matrícula de Tributos. La Matrícula nos dice que Tenancingo, Tecualoyan (hoy Villa Guerrero), Ixtapan de la Sal y Tonatico tributaban mantas de algodón simple, mantas con figuras hechas con pluma, escudos, uniformes militares, frijol, chía, maíz y sal. Todo esto se tributaba cada 80 días”, comenta.
—¿Han hallado restos orgánicos de alguno de esos tributos?
—Es complicado pero había unas mantas que eran de un tipo ixtle fino, que se trabaja muy cerca de aquí, en Chalma, y es una fibra muy suave que se está perdiendo: izote. También se ha identificado un llamado algodón rosa y posiblemente trabajaron plumas de colibríes.
La presencia de personas asentadas en Ocuilán datan del 5000 a.C., pero el señorío se remonta al año 1450 d.C. y 20 años después, sucedió la conquista mexica de Axayácatl. Otros elementos arqueológicos que indican el poder de este sitio es el registro de grandes estructuras prehispánicas como El Castillo de la Reina o Tlatucapa.
“A dos horas y media de aquí, del exconvento, hay un sitio hermosísimo, El Castillo de la Reina, reportado desde 1702 con representaciones de serpientes, nosotros no hemos encontrado nada más que el basamento piramidal, que está casi completo, que tiene seis cuerpos con más o menos 15 metros de altura. Se ha tratado de defender porque hay que comentar que hay mucho saqueo y nosotros queremos prevenir todo eso”, destaca la arqueóloga.
—¿Hay algún edificio prehispánico en los alrededores del exconvento?
—En el 2010, debido al mal estado en que se encontraba el inmueble, se excavó la parte trasera para abrir una sección y ver la humedad. Ahí se encontró otro marcador del juego de pelota. Ahora estamos excavando todo lo que fue el atrio del convento porque encontramos dos nivelaciones y creíamos que encontraríamos el juego de pelota, pero aún no se localiza. Sin embargo hallamos muchísima cerámica prehispánica, lo cual nos indica que en algún lugar podremos encontrar, quizá no el juego de pelota pero sí una estructura que nos hable de ese gran señorío”, responde De la Peña Virchez.
“Abrimos ocho pozos al frente y otro en lo que fuera la cruz atrial y ahí se ha encontrado cerámica tlahuica preciosa, que es de Morelos, porque Ocuilán colinda con este estado y, por ende, es el cruce hacia el Valle de Toluca tanto en comercio como en peregrinaciones”, precisa la arqueóloga Angélica Delgado Salgado.
Es decir, agrega, es el paso obligado para llegar al centro de Chalma, el segundo sitio de oración más importante del país; el primero es la peregrinación a la Basílica de Guadalupe y le sigue la adoración al señor de Chalma, ritual que se practica desde la época prehispánica.
A 10 kilómetros de Ocuilán y hace más de 400 años, los agustinos quitaron al señor del inframundo que estaba en Chalma y colocaron en la noche una cruz, naciendo así el milagro de Chalma que tardaría en ser reconocido como tal por bula papal, hasta el siglo XVII.
—¿Qué dioses se admiraban en Ocuilán?
—Se ha encontrado al señor del inframundo, que es el que estaba en Chalma y una escultura que hoy se encuentra en la sala mexica del Museo Nacional de Antropología que se llama la Señora de Chalma, que se encontró en el Cerro del Tambor y sobre ella hay un estudio precioso que hizo Leonardo López Luján en la revista Arqueología Mexicana.
“Se habla de que cuando los agustinos llegaron a Ocuilán encontraron este lugar como el propicio porque hay planicie y se alcanza a ver todo. Nosotros creemos que aquí (en donde está el convento) era el centro de Ocuilán en tiempos antiguos, pero para eso necesitamos ampliar más la excavación, e incluso el centro pudo haber cambiado de un lado a otro”, explica la arqueóloga de la Peña Virchez.
—¿A quiénes pertenecen los huesos que hallaron?
—Están muy arriba, muy cerca de la superficie, a uno lo hemos encontrado con botones y clavos, eso nos habla de que son de finales del siglo XIX y principios del XX. No son tan antiguos, además tenemos un dato preciso: estuvieron acá tropas zapatistas, utilizaron esta parte y dicen que mataron a mucha gente, entonces posiblemente esos restos óseos sean de aquel tiempo.
La especialista de la UAEM indica que aún les falta hacer el análisis de estudio en gabinete, pero sí asegura que los restos no son prehispánicos; sin embargo, en uno de los pozos esperan encontrar materiales más antiguos, ya que hallaron cerámica prehispánica y obsidiana.
—¿Cuánta gente vivió en Ocuilán?
—Se reporta gran población pero en 1536 el pueblo fue atacado por un tipo de epidemia y hubo mucha mortandad, entonces una consecuencia fue que se paró la construcción del convento, tanto que después se empezó a construir otro en Malinalco, el cual actualmente sigue en pie ahí y que al igual que este de Ocuilán, tiene en sus muros pintura mural (hecha por tlacuilos).
“También hubo mucha mortandad porque los dos encomenderos españoles que vivían en el convento manejaban las minas de Zacualpan, Estado de México, y hay datos de que mujeres y niños de Ocuilán fueron llevados hasta allá”, agrega la especialista.
El convento estuvo entero hasta 1612, ya que un temblor hizo que su nave se derrumbara, es decir, se cayó todo el techo y la parte de la arquería interior; sin embargo, se siguió usando hasta el siglo XVIII cuando finalmente los agustinos lo abandonaron porque ya habían establecido su presencia en Malinalco y Chalma.
Hoy, el antiguo convento de Santiago Apóstol, sin techo y con alta presencia de humedad, sigue utilizándose: dos de sus cuartos son museo de sitio y otro es la bodega de los arqueólogos de la UAEM.
“El convento se cerró en el siglo XVIII, luego fue la primera presidencia municipal, después escuela, cuartel zapatista, cárcel, el lugar donde se incautaba a los animales…ha tenido un sinfín de etapas y ahora es museo de la Secretaría de Cultura del Estado de México”, precisa De la Peña Virchez.
—¿Hay un proyecto para conservar este convento?
—Personal del INAH estuvo aquí hace dos semanas para proponer una nueva limpieza y restauración porque hay mucha humedad y esa es la principal razón del deterioro del inmueble.
La especialista agrega que acaban de reestructurar la licenciatura de Arqueología en la UAEM y de ahí su interés para que los jóvenes hagan investigaciones y obtengan experiencia en proyectos tan importantes como el de Ocuilán.
“Somos de las únicas cinco licenciaturas que alcanzamos el nivel 1, a nivel nacional, es decir, estamos certificados, nos acaban de hacer una auditoria de cómo vamos y se nos dijo que teníamos que reestructurar la licenciatura porque ya tenemos 17 años con el mismo plan de estudios. Ahora en el nuevo programa tendremos prácticas de campo en enero”, explica.
En este mes participaron en las excavaciones estudiantes de octavo y sexto semestre. “Son jóvenes que tienen que hacer su práctica de excavación durante un mes, y otros, que durante otro mes, deben hacer recorrido de superficie. Entonces ellos participan en un trabajo de investigación que ya estaba pero que es necesario continuar”.
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