Opinión

Carlos Fuentes, Shakespeare y Cervantes

Edgar Bermejo Mora
Edgar Bermejo Mora Edgar Bermejo Mora (La Crónica de Hoy)

“Adiós, adiós, Recuérdame” La frase con que el fantasma padre de Hamlet aparece y desaparece, casi simultáneamente, es el gatillo de la tragedia. Hamlet duda porque recuerda. Actúa porque recuerda. Hamlet el memorioso”. Así empezaba Carlos Fuentes sus reflexiones sobre Shakespeare y Cervantes contenidas en su libro En esto creo de 2002.

“Don Quijote, en cambio, surge de una oscura aldea en una oscura provincia española. Tan oscura, en verdad, que el aún más oscuro autor de la novela no quiere (o no puede) recordar el nombre del lugar. Allí mismo, con el olvido de Cervantes, empieza la novela moderna”.

Fuentes entonces da en el blanco al encontrar que este contraste entre la memoria y el olvido son de alguna manera los dos pilares sobre los que se edifica la literatura moderna. Al cumplirse cuatro siglos de la muerte de ambos autores, podemos decir que entre ambos, entre el memorioso Hamlet de Shakespeare y el olvido del lugar de la Mancha, de Cervantes, se establece un puente por el que ha atravesado toda creación literaria a lo largo de cuatro centurias. La literatura entera, decía Borges, se reduce a tramas y temas  en las que intentamos olvidar o intentamos recordar lo sucedido.

“Hamlet le hace al fantasma de su padre la promesa de desalojar ´de la mesa de mi memoria´ todo lo que no sea recuerdo del padre. Vivimos en un mundo de distracciones, afirma el Príncipe de Dinamarca, pero mientras la Memoria tenga un sitio en la mesa, toda ´banal constancia´ será barrida de ella. La memoria es el guardián de la mente, y así desea mantenerla Hamlet, al rojo vivo. Macbeth en cambio, quisiera olvidar, convirtiendo la memoria en humo. Hamlet quiere recordar un crimen, Macbeth quiere olvidarlo”.

Continua Fuentes: “Semejante tensión entre el recuerdo y el olvido, semejante puesta en abismo de la memoria, revela la modernidad autoral de Shakespeare y Cervantes. Hamlet, Macbeth, Quijote, son protagonistas de una memoria difícil, selectiva. Hamlet quiere recordar un crimen. Macbeth quiere olvidarlo.  Quijote sólo quiere recordar, en plural, sus libros y acaba recordando, en singular, su libro”,

Podemos encontrar hasta nuestros días obras literarias que dialogan con el tema de la memoria y el olvido.  Incluso una mínima pieza de la más radical brevedad narrativa llegó hasta nosotros al entrar el siglo XXI de la mano de un joven autor mexicano para recordarnos esta condición de enlace entre la memoria y el olvido como asociación fundante de la literatura. Se trata de un cuento mínimo de Luis Felipe Lomelí titulado “El emigrante”. Ya en el título lleva el primer dato revelador de un relato que con el título mismo suma seis palabras, superando en cortedad al famoso Dinosaurio de Augusto Monterroso. Veamos  el micro relato de Lomelí:

El Emigrante

-¿Olvida usted algo?

-¡Ojalá!

Aquí tenemos a un personaje, que como el Cervantes de El Quijote, prefería no recordar, pero que como el Hamlet de Shakespeare, no puede olvidar. Todo el universo de dos autores y cuatro siglos de herencia contenida en un relato que nos infiere la tragedia humana de la migración.

La locura y la razón, otros dos temas que cruzan  los paisajes de toda la literatura, aparecen también por la mitad de la obra de los dos genios que celebramos en estos días. Hamlet, finge locura para cobrar venganza, Quijote enloquece para encontrar su identidad. Ambos al final unen al momento de la muerte la luz de la cordura. Hamlet abatido por el sable y el veneno, Alfonso Quijano agonizante en su lecho al final del viaje de la locura. El sueño de la razón que engendra obras, y monstruos, como dijera Goya.

Mientras que Hamlet es teatro dentro del teatro, recordemos que el Príncipe contrata a una compañía ambulante para representar el crimen del Rey Claudio; El Quijote es novela dentro de la novela.

“Allí se reúnen Shakespeare y Cervantes –nos recuerda Fuentes- en la circulación de géneros. Ambos, acaban reuniéndose en esta circulación de géneros, verdadero bautizo de la libertad de creación moderna. La circulación adopta una clara y paralela forma en ambos autores: la de la novela dentro de la novela en Cervantes, que se convierte en teatro dentro del teatro en el retablo del Maese Pedro, dándole la mano al play within the play de Shakespeare, teatro dentro del teatro, a fin, dice Hamlet ´de capturar la conciencia del Rey´”.

Remata Fuentes su breve ensayo sobre Shakespeare, recordando un poema célebre de Octavio Paz en homenaje a las palabras: “Cógelas del rabo, chillen, putas”.

“Shakespeare cogió del rabo a las palabras, las hizo chillar y demostró que la gama de la expresión literaria no puede ser limitada  a los cánones estreñidos o famélicos. La abundancia salvaje, lírica y trágica de William Shakespeare continúa siendo el mejor ejemplo de que en la literatura no hay reglas inconmovibles”.

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