
"El tiempo es la cosa más bella del cine. Todo lo que el ritmo puede construir", afirma el cineasta mexicano Carlos Reygadas, en conferencia de prensa, luego de sorprender a La Mostra de Venecia con su más reciente filme Nuestro tiempo. El director se abre en canal hablando del amor en primera persona en su nuevo filme, una osada audacia que dejó impresionada a la crítica.
El cineasta se coloca delante de la cámara junto a su mujer, Natalia López, en un ejercicio que podría correr el riesgo de derivar en una morbosa pornografía sentimental, sin embargo Reygadas negó que la crisis matrimonial que vive la pareja en pantalla sea un reflejo de su situación personal. Además también fue circunstancial que acabara delante de la cámara.
Como no encontraba los actores que quería, a dos semanas de que comenzara el rodaje, decidió que fueran él y su esposa Natalia López los que mostraran la crisis que atraviesa una acomodada pareja por el deseo de ella de mantener una relación extramatrimonial.
“El único oficio que no había hecho en el cine es ser actor”, comentó Reygadas durante su encuentro con la prensa. El hecho de que estemos en pantalla mi mujer, mis hijos o yo no significa nada, es algo secundario, una banalidad, agregó.
“No creo que la privacidad, lo que algunos denominan dignidad, exista en nuestros cuerpos, en nuestros dormitorios, en nuestra ropa interior. No me da miedo mostrar nada de eso de mí. Para mí nuestro verdadero yo existe más allá de todo eso”, explicó el realizador, que sí precisó que la casa en donde está rodada la cinta no es la suya, aunque en otras de sus películas sí ha mostrado su dormitorio. Con todo, el cine de Reygadas se alimenta de sus propias vivencias.
Todas las películas del mexicano Carlos Reygadas son personales, porque todo lo que cuenta lo ha “vivido, pensado, imaginado o sentido” pero Nuestro tiempo, “no es una recreación autobiográfica” aunque los protagonistas sean él y su mujer. “No sé de dónde salió” que el filme sea autobiográfico, aseguró Reygadas en una entrevista.
“No habría nada que me hubiera dado más pereza que hacer semejante cosa. De hecho, considero que uno de los tristes problemas del cine contemporáneo es hacer historias imitando la realidad”, explicó el realizador, para quien “el cine no es para contar historias más que tangencialmente o secundariamente”.
Sin embargo, sí reconoció ciertas similitudes entre él y su personaje, Juan, un ganadero que también es un poeta: “Vivo en el campo, he trabajado con mi mujer (Natalia López), yo mismo estoy en la película, mis hijos están ahí, pero no es una película autobiográfica, no me han ocurrido las cosas que ocurren” en el filme, matizó el realizador, para quien “lo personal en la ficción reside en otro lugar”.
“Este personaje es diferente a mí, vive otros conflictos, tiene otros valores, pero me es muy cercano y, sobre todo, la necesidad interior de hacer la película es muy personal”, resaltó.
Una necesidad que partió de la búsqueda de la comunicación entre seres humanos desde la razón o desde la intuición, desde lo sentimental o la introversión. “Ese es el tema fundamental del filme” junto al hecho de que “el fracaso humanamente es imposible de evitar” y a la imposible disociación de las relaciones humanas de la relación con la naturaleza.
Los seres humanos están condicionados por “el tiempo, el ruido, la luz, la sombra, la temperatura”, enumeró Reygadas, que en el filme se recrea en la naturaleza, en los animales, en la violencia genuina del comportamiento animal. Imágenes en ocasiones “impactantes”, pero mucho menos que la violencia que gusta al ser humano, la de las explosiones, golpes y tiros de muchas películas.
“Cuando la violencia tiene un cariz verdaderamente genuino y real, aunque sean animales y aunque no haya daño a animales porque hay truco, no se dañó a ningún animal —precisó sobre una escena en el filme en el que un toro mata a un caballo—, la gente lo rechaza con violencia”.
La gente, agregó, “tiene una debilidad por lo fantasioso, por la realidad depurada y eleganteada y la violencia igual”.
Al igual que hizo con la emocionante Luz Silenciosa (Premio del jurado en Cannes en 2007), el cineasta mexicano se traslada a un rancho en Tlaxcala, para confrontar el dilema de la pareja con la fuerza de la naturaleza y en especial de los toros que se crían en la finca. Y lo hace libre de ataduras narrativas o dramáticas, dejando respirar y reposar las emociones de los protagonistas durante casi tres horas.
“El tiempo es lo más hermoso del cine. Es donde se construye el ritmo (...) Es una pena que eso a menudo no se entiende y mucho de lo que vemos trata sobre informar a la audiencia sobre eventos específicos o de información para hacer avanzar (la trama)”, señaló.
Pese a que él considera que “cumple decentemente” como actor, precisamente su interpretación y la de López son el punto débil de una historia que emociona y funciona a pesar de ellos. La escena inicial de los niños jugando en el río, el largo plano que recorre desde el aire la Ciudad de México antes de anochecer o la secuencia de la lucha entre reses bravas en el rancho ensalzan esta disección de qué se busca en el amor.
Cabe decir, la audacia de Reygadas ha dejado impacto en Venecia, donde más de un crítico ve ya su nombre en el palmarés.
Píe de Foto: El mexicano debuta en Venecia con buen recibimiento en la lucha por el León de Oro.
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