Opinión

Corrupción y salud desde la bioética

Voces de la UAM
Voces de la UAM Voces de la UAM (La Crónica de Hoy)

Jorge Alberto Álvarez Díaz *

19 de septiembre de 2017. A las 12:00 horas inicia la mesa sobre “Ética y bioética en investigación” en el auditorio Jesús Virchez de la Unidad Xochimilco de la UAM. A las 13:14 el suelo se sacude sin alarma sísmica y mientras salimos el edificio se agita violentamente. Al salir vemos la tierra agrietada. Miedo entre la comunidad universitaria. No tenemos señal en el teléfono. No sabemos nada de nadie.  Empiezan a entrar mensajes de Whatsapp. Evacuamos la universidad. Tirso Zúñiga nos da un aventón a Ángel Alonso y a mí; los tres estábamos en la mesa junto a Avedis Aznavurian. Me llega un mensaje y nos enteramos que hay un derrumbe en una escuela: Enrique Rébsamen. Estamos cerca. Llegamos. Al salir el cuerpo de un niño y tras la llegada de la Marina que tomaba el control, salimos. Necesitábamos saber de nuestros seres queridos (y que supieran de nosotros). En Coapa, en medio de la destrucción, prácticamente no era posible conseguir señal. Siguieron horas hasta saber de mi hija. Después, horas de horror y angustia por la destrucción. Luego, horas de satisfacción por la respuesta de la gente. Horas de decepción por la ausencia de ayuda oficial. Posteriormente, horas donde fluye la información y empieza a distorsionarse. Horas donde se empiezan a saber cosas y reafirmar otras.

La mesa donde apenas empezaba a hablar era sobre bioética. La bioética es una ética de las ciencias de la vida y de la salud (aunque erróneamente todavía hay quien la considere sinónimo de ética médica). Las situaciones de desastre, como los terremotos, hacen notar problemas bioéticos a varios niveles. He propuesto que la bioética puede organizarse en tres niveles: microbioética (problemas de bioética clínica), mesobioética (problemas bioéticos de las instituciones y organizaciones), y macrobioética (problemas bioéticos resultado de la globalización). Trataré brevemente dos problemas que considero encajan en la macrobioética.

Un primer problema surge cuando la información aumenta y empieza a circular información falsa. Es particularmente importante en el momento actual, ya que las comunicaciones se globalizan con el uso de redes sociales. Valores mínimos a respetar son la veracidad y el respeto para las víctimas (sea por muerte, heridas, familiares de personas desaparecidas, entre otras). Por veracidad no deberían circularse notas falsas. Por respeto a las víctimas no deben hacerse “bromas”. En 2011 la Organización Panamericana de la Salud publicó un “Manual periodístico para la cobertura ética de las emergencias y los desastres”; ese mismo año, la UNESCO publicó un “Manual de gestión del riesgo de desastre para comunicadores sociales” (también hay deberes de cuidado para quienes informan). De ellos puede extraerse mayor información.

Un segundo problema se actualiza nuevamente: la corrupción. La corrupción es un problema que debe analizar la microbioética (ya que deja muerte, discapacidad, empeora la enfermedad, etc.), la mesobioética (la corrupción de los sistemas de salud y de la industria alrededor de la salud son problemas crecientes), y la macrobioética. Desde la macrobioética hay que considerar que la industria de la construcción es reconocida como el segmento más corrupto de la economía mundial. Este hecho se recuerda en un artículo publicado en una de las revistas científicas más importantes del mundo (Ambraseys N, Bilham R. Corruption kills. Nature. 2011;469(7329):153-155. doi: 10.1038/469153a). Los autores del artículo citado hacen varios análisis estadísticos y calculan que 83% de todas las muertes causadas por el derrumbe de los edificios en las últimas dos décadas del siglo pasado y la primera década de este siglo ocurrió en países “anómalamente” corruptos (esto quiere decir que son más corruptos de lo que se esperaría de acuerdo con algunos de sus indicadores económicos).

El terremoto de 1985 (que entra dentro del rango estudiado por los autores) dejó un número no esclarecido de muertos cuyas cifras van desde poco más de 3 mil hasta más de 20 mil. El peor en la historia del país. La inmensa mayoría de esas muertes por derrumbes. En el temblor sucedido 32 años después el número de víctimas ha sido menor, es cierto, pero la causa ha sido esencialmente la misma (no la única): edificios que no deberían haberse construido como estaban, edificios que se convirtieron en tumba de mucha gente.

De acuerdo con el trabajo científico citado, existe suficiente apoyo estadístico para la amplia evidencia anecdótica de una correlación entre la corrupción y la pérdida de vidas en los terremotos. Aunque el recientemente ocurrido por razones de temporalidad obvias no lo incluyen los autores, se puede decir exactamente lo mismo.

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También es muy importante que el trabajo científico indica que las estadísticas también apoyan las opiniones de que la probabilidad de muertes relacionadas con un terremoto es poca en relación con la geografía (aun considerando la sismicidad de la zona). Al mismo tiempo, la probabilidad de muertes luego de un terremoto es menor en los lugares donde se permiten construcciones resistentes a terremotos y se hacen cumplir los códigos de construcción.

Traduzco el último párrafo del artículo citado: “Pero nuestros análisis sugieren que los fondos internacionales y nacionales reservados para la resistencia a los terremotos en países donde la corrupción es endémica son especialmente propensos a ser desviados. La integridad estructural de un edificio no es más fuerte que la integridad social del constructor, y cada nación tiene una responsabilidad con sus ciudadanos para asegurar una inspección adecuada. En particular, en las naciones con una historia de terremotos significativos y problemas conocidos de corrupción debe recordarse que una industria de la construcción no regulada es un posible asesino.”

Esperemos que si no se aprendió hace 32 años lo que se debió aprender y aplicar, ahora se haga. Exijamos como ciudadanos responsables no solamente la reconstrucción, sino también la regulación adecuada de la industria de la construcción, la transparencia en los recursos destinados a estas situaciones de catástrofe, la obligación de la inspección adecuada de futuras construcciones, etc. Finalmente, la Comisión Nacional de Bioética no se ha pronunciado para nada a ninguno de estos temas, ¿Por qué?

► Profesor-investigador del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana y Miembro del Consejo de Bioética de la Ciudad de México.

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