Escenario

Dolor, gloria, muerte y derrota: La guerra en la gran pantalla

Dunkerque de Christopher Nolan ahora forma parte de los grandes filmes del cine bélico en la historia. Crónica hace un recuento de las mejores películas del género

Soldados franceses en la Primera Guerra Mundial
Soldados franceses en la Primera Guerra Mundial Soldados franceses en la Primera Guerra Mundial (La Crónica de Hoy)

En el cine, el género bélico representa los conflictos armados y hechos militares estratégicos y tácticos durante los conflictos en el campo de batalla en donde surgen espías y defensores de ejércitos, quienes utilizan sus técnicas militares para vencer al enemigo. Hace una semana llegó a México la cinta Dunkerque, el más reciente trabajo de Christopher Nolan que ha cautivado a la crítica y la audiencia por su intimista visión de la guerra del lado de los vencidos, que la ha llevado a tener la mención de la mejor película del año al momento.

La cinta ya forma parte de los filmes bélicos más importantes y a propósito Crónica hace un recuento de los más destacados del género. Las primeras películas sobre la guerra se remontan a los primeros años del cinematógrafo de los hermanos Lumière y en este caso el Quinetoscopio de Thomas Alva Edison, pues el 23 de abril de 1896, en Nueva York, el inventor estadunidense incluyó la proyección de The german emperor reviewing his tropos, en el que se mostraba al káiser Wilhem pasando lista a sus soldados.

La Revolución Mexicana se convirtió en el primer conflicto armado en ser documentado e incluso el cineasta Raoul Walsh trabajó en el país para inmortalizar la figura de Pancho Villa, en los mismos años en que Francis Ford (hermano mayor de John Ford) mostraba una parte de la visión estadunidense de la Primera Guerra Mundial con Be neutral (1914). Mientras que Charles Chaplin realizaría la primera sátira antimilitarista con ¡Armas al hombro! (1918), más tarde llegaría de él El gran dictador (1940).

En los años 20, hubo un periodo que mostraba el cansancio en las guerras y sólo figuraron algunos títulos como Los cuatro jinetes del apocalipsis (1922), de Rex Ingram; The big parade (1925), de King Vidor, y la primera ganadora del Oscar que fue Wings (1927), de William A. Wellman. Mientras que en la visión europea también se estrenaron otros como Napoleón (1927), del francés Abel Gance y el clásico El acorazado Potemkin (1925) y luego Octubre (1927), de Sergei M. Eisenstein.

Los años 30 comenzaron con la cinta pacifista de Sin novedad al frente (1930), de Lewis Milestone y Ángeles del infierno (1930), de Howard Hughes, al mismo tiempo que Alemania estrenó Cuatro de infantería (1930), de Georg W. Pabst; pero luego, con la llegada de Adolf Hitler al poder, Estados Unidos respondió en el cine con títulos como Confessions of a nazi spy (1939), de Anatole Litvak y Beau Geste (1939), de William A. Wellman.

En Francia también se estrenó la propuesta de Jean Renoir de La gran ilusión (1937) y luego Sierra de Teruel (1939), de André Malraux. Mientras que en los años 40 llegaron tímidas propuestas de otros contextos bélicos como la Guerra Civil Española, como la historia de amor de ¿Por quién doblan las campanas? (1943), de Sam Wood.

Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial algunos países vieron al cine como un arma mediática, tal fue el caso de Gran Bretaña, que financió Los invasores (1941), de Michael Powell, con la idea de convencer a Estados Unidos de ser su aliado. Hollywood respondió con una postura positiva con El sargento inmortal (1941), de Howard Hawks; sin embargo, el Senado no lo vio con buenos ojos y persiguió la propaganda de guerra en el cine hasta que el ataque a Pearl Harbor lo cambió todo, pues incluso para levantar la moral mandaron a actores al frente de batalla, mientras sus cineastas Frank Capra, John Ford, John Huston y William Wyler hacían cine propagandista.

Se estrenaron filmes con la guerra como contexto como Casablanca (1942), de Michael Curtis; Todos a una (1943), de Ray Enright; Sor Clotilde (1944), de Frank Borzage; Objetivo Birmania (1945), de Raoul Walsh; Almas en hoguera (1949), de Henry King; Arenas sangrientas (1949), de Allan Dwan. Mientras que en Italia también se resintió la guerra y se estrenaron filmes memorables como Años difíciles (1948), de Luigi Zampa y la célebre Roma, ciudad abierta (1945) y Alemania, año cero (1948), de Roberto Rossellini.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el tema bélico ha sido una fuente interminable de historias que continúan hasta nuestros días. De hecho el género del cine bélico como tal comienza a tener este nombre de género cinematográfico en Hollywood, ya que muchas de las películas se enfocaron en hacer recreaciones de momentos históricos. Surgieron obras críticas hacia el ejército con filmes como De aquí a la eternidad (1953), de Fred Zinnermann, pero sobre todo con otros filmes más impactantes como Paths of glory (1957), de Stanley Kubrick.

Además, en los años 50 comenzaron nuevas nociones bélicas, como la Guerra Fría y la de Corea, que ampliaron el abanico temático del cine, aunque a menudo se regresaba a las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Se realizaron filmes como El puente sobre el río Kwai (1957), de David Lean; la mezcla con el western con Marcha de valientes (1959), de John Ford; Infierno en la tierra (1953), de Billy Wilder; El zorro del mar (1957), de Dick Powell; Cuando hierve la sangre (1959), de John Sturges; El baile de los malditos (1958), de Edward Dmytryk y Amarga victoria (1957), de Nicholas Ray, por mencionar algunas de la visión hollywodense.

Del mismo modo también se amplió el número de propuestas fílmicas de otros países con distintos matices, entre las que figuran Juegos prohibidos (1952), de René Clément, en Francia; La patrulla de la muerte (1957), de Andrzej Wajda, en Polonia; La gran guerra (1959), de Mario Monicelli, en Italia; El puente (1959), de Bernhard Wicki, en Alemania del Oeste; la URSS estrenó La balada del soldado (1959), de Grigori Chukhrai y El destino de un hombre (1959), de Sergei Bondarchuk y sobre todo destaca una fuerte propuesta de filmes japoneses como Fuego en la llanura (1959), de Kon Ichikawa; El arpa de Birmania (1956), de Kon Ichikawa y la legendaria saga de filmes de Masaki Kobayashi, La condición humana (1959).

Para los años 60 se diversificó la cuestión temática, algunos como David Lean retomarían la Primera Guerra Mundial con Lawrence de Arabia (1963); la Guerra Fría se haría presente en Dr. Insólito (1964), de Stanley Kubrick; pero sobre todo predominó la Segunda Guerra Mundial con Los cañones de Navarone (1961), de J. Lee Thompson y Alexander Mackendrick; El día más largo del siglo (1962), de Ken Annakin,  Andrew Marton y Bernhard Wicki; la británica Donde las águilas se atreven (1968), de Brian G. Hutton; El gran escape (1963), de John Sturges y sobre todo Doce del patíbulo (1967), de Robert Aldrich.

En otros países también se presentaron filmes intensos como La batalla de Argel (1965), de Gillo Pontecorvo, en Italia; La batalla de Berlín (Liberación) (1969), de Yuri Ozerov y Julius Kun, para la Unión Soviética; la sensacional Vergüenza (1968), del célebre Ingmar Bergman, en Suecia; las secuelas de la guerra en La infancia de Iván (1962), de Andrei Tarkovsky; filmes cautivadores como Forest of the Hanged (1964), de Liviu Ciulei, en Rumania; Long Live the Republic (1965), de Karel Kachyna, en Checoslovaquia; Red Angel (1966), del japonés Yasuzo Masumura; la producción española de Orson Welles en Campanadas de medianoche (1965) y La caída de los dioses (1969), de Luchino Visconti, en Italia.

Los años 70 fueron prósperos en cuanto al cine bélico. Arrancaron con el conocido biopic Patton (1970), de Franklin Schaffner, y la nueva perspectiva sobre Pearl Harbor en Tora! Tora! Tora! (1970), que había empezado Akira Kurosawa pero que finalmente filmó Richard Fleischer, en colaboración con los japoneses Kinji Fukasaku y Toshio Masuda. Más tarde volvió a surgir un abanico de filmes propagandistas con casos como el de El Francotirador (1978), de Michael Cimino; Un puente demasiado lejos (1977), de Richard Attenborough y La cruz de Hierro (1977), de Sam Peckimpah.

Sin embargo también llegó una de las más grandes joyas de este género de la mano de Francis Ford Coppola, con su Apocalipsis now (1979), que cambió el lenguaje y la forma de mostrar la guerra en la pantalla para las décadas siguientes. De otros países figura Paisaje después de la batalla (1970), de Andrej Wadja, en Polonia, y La ascensión (1977), de Larisa Shepitko, en la Unión Soviética.

En los años 80 se dio la mayor cosecha de filmes trascendentes sobre la guerra. Cineastas como Stanley Kubrick retomaron el tema para hacer una crítica con Cara de guerra (1987), y otros como Oliver Stone supieron mostrar un trasfondo con Pelotón (1986)  o Nacido el 4 de julio (1989), del mismo modo que Brian de Palma alcanzó un nivel desgarrador al simpatizar con el enemigo en Pecados de guerra (1989).

Se estrenaron también otros como Amanecer rojo (1984), de John Milius; Clint Eastwood comenzaba a figurar en el género con Heartbreak Ridge (1986); llegó Gallipolli (1981), del australiano Peter Weir, y Steven Spielberg fusionó la inocencia con los estragos de la batalla en El imperio del sol (1987), mientras también se llevó al extremo la figura heroica del estadunidense con la saga de Rambo.

En otros lados del mundo también se lograron joyas como la alemana El submarino (1981), de Wolfgang Petersen; la senegalesa Campo de Thiaroye (1987), de Ousmane Sembene y Thierno Faty Sow; así como las cintas animadas La tumba de las luciérnagas (1988), de Isao Takahata y Cuando el viento sopla (1986), de Jimmy T. Murakami y sobre todo la emblemática Masacre: ven y mira (1985), de Elem Klimov de la Unión Soviética.

El cine encontró en el contexto bélico una forma extraordinaria de exprimir las emociones más desgarradoras y sobre todo en los 90 se habló del tema con un sentimentalismo y sutileza emocional muy destacada. La tecnología comenzó a ser una herramienta poderosa para el cine y se aprovechó en este género. Spielberg cautivó con filmes como La lista de Schindler (1993), en un plano más emotivo, y con Rescatando al soldado Ryan (1998), en uno más espectacular; Terrence Malick mostró una cara más fiel y humana con La delgada línea roja (1998) y de Italia salió Roberto Begnini a conquistar el mundo con el juego padre e hijo en la guerra con La vida es bella (1997). Ken Loach se metió a la Guerra Civil Española con Tierra y libertad (1995), mientras que el yugoslavo Emir Kusturica nos mostró la tragedia de su país durante la Segunda Guerra Mundial en Underground (1997).

Para el nuevo siglo el cine se apropió por completo de los avances tecnológicos, que le dieron espectacularidad y sensibilidad a los filmes, de acuerdo a la propuesta de cada director. En los últimos años figuran trabajos como Bastardos sin gloria (2009), de Quentin Tarantino; Enemigo al acecho (2001), de Jean-Jacques Annaud; la animación israelí de Ari Folman en Vals con Bashir (2008); Corazones de acero (2014), de David Ayer; Cartas desde Iwo Jima (2006), de Clint Eastwood; la cursi Pearl Harbor (2001), de Michael Bay; Zona de miedo (2008), de Kathryn Bigelow y recientemente Hasta el último hombre (2016), de Mel Gibson.

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