
El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) no ha entregado los resultados del análisis genético de la escritora Sor Juana Inés de la Cruz que se iniciaron en 2011 a partir de dos vértebras dorsales de la décima musa, dijo la rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana, Carmen López-Portillo Romano, ayer, durante la presentación del libro Catálogo de los esqueletos de las monjas del Ex Convento de San Jerónimo, Ciudad de México.
De acuerdo con la rectora, el investigador hoy fallecido, Arturo Romano Pacheco, fue quien identificó en 1978 la osamenta de Sor Juana Inés de la Cruz durante excavaciones arqueológicas en el antiguo Convento de San Jerónimo.
“Por los estudios que hizo de los restos óseos podemos pensar que sí son los restos de Sor Juana. Romano dijo que se trataba de una mujer principal que tuvo un enterramiento importante porque fue en el centro y porque en los estratos superiores no se enterró a nadie más, ése fue el respeto que se le rindió. Los estudios dijeron que se trataba de una mujer de 40 y pico de años y que había tenido tifoidea”, recordó López-Portillo.
Sin embargo, en 2011 —mismo año en que fueron depositados los restos de la poeta en el coro bajo de la Universidad— Arturo Romano Pacheco acordó con la investigadora Lourdes Muñoz del Cinvestav que ella tomaría pruebas de ADN de la osamenta de la poeta. Entonces la investigadora tomó dos vértebras dorsales y supuestamente las trasladó a su laboratorio en Zacatenco. Pero de esa entrega de restos óseos, la Universidad del Claustro nunca firmó un documento o convenio.
“No es una investigación que nosotros solicitáramos, ellos hicieron la solicitud. Me parece que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) les dio restos de la osamenta y habían quedado en entregar resultados unos meses después”, comentó la rectora.
López-Portillo Romano añadió no tener idea de si las vértebras siguen en el Cinvestav porque ella no conoce a Lourdes Muñoz. ¿Han hecho alguna petición de los resultados?, se le preguntó. “No depende de mí. No depende del Claustro. Es una solicitud que en realidad dependería de otra instancia”.
—¿Ya no habrá reconfirmación de que sean los restos de Sor Juana?
—Ya estuvieron mucho tiempo al aire (las dos vértebras) y muy manipuladas. La última oportunidad fue ésa, a lo mejor en algún momento la ciencia avanza para extraer otra muestra. Como no tuvimos los resultados dijimos: ‘dejémoslo como los restos atribuidos a Sor Juana Inés de la Cruz’.
Al respecto, la investigadora Josefina Bautista Martínez quien realizó parte del análisis de 207 cuerpos encontrados en la Universidad y que dio motivo al Catálogo de los esqueletos de las monjas del Ex convento de San Jerónimo, Ciudad de México, comentó que el error del Claustro fue no firmar ningún documento.
“No hay relación entre el Cinvestav y el Claustro. La doctora Lourdes habló directamente con el maestro Romano y acordó hacer esto. Pero no hubo un convenio firmado y quizá ese fue el problema”, dijo.
En 2011, Bautista Martínez aseguró no estar colaborando tan intensamente con los antropólogos Arturo Romano y María Teresa Jaén Esquivel. “Los años últimos de los maestros estuvieron enfermos y me dediqué a trabajar con lo que estaban haciendo ellos, en ir a congresos y en presentar datos. Cuando ellos se fueron no me dejaron un listado de pendientes”.
SIN PUREZA DE SANGRE. El análisis de 207 cuerpos encontrados en el Ex Convento de San Jerónimo que datan del siglo XVII plantea la hipótesis de que no todas las monjas cubrieron el requisito de tener sangre pura, es decir, ser españolas o criollas.
“Tenemos tres grupos poblacionales determinados a partir de sus rasgos físicos: europeas, mestizas y una mulata. Aún nos falta mucho por investigar, nos falta hacer la métrica y las pruebas estadísticas”, destacó Bautista Martínez.
Este planteamiento hecho con el estudio de los cráneos, rompería la idea de que todas las monjas cubrieron el requisito de sangre pura.
“No todas eran tan europeas ni españolas como decían. Tenían que ser de sangre pura y a lo mejor a simple vista podías pasar como española, pero cuando te observamos con detenimiento y tenemos la oportunidad de estudiar tu cráneo y compararlo con otros, resulta que tenías un ascendiente distinto”, destacó.
Las monjas del Convento de San Jerónimo pertenecían a la orden agustina y sólo podían ser aceptadas si eran españolas o criollas, y debían pagar dote y hacer votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia.
Sobre los 207 restos óseos, Bautista Martínez precisó que se hallaron en el estacionamiento y en el coro bajo de la Universidad, además que corresponden a monjas que murieron entre los 50 y 60 años de edad y que tuvieron patologías como: caries, abscesos y pérdida de dientes.
“Del área de Coro Bajo fueron explorados un total de 129 entierros; en el presente trabajo se descartaron seis infantes y sólo uno fue integrado a la muestra. Es así que la muestra total manejada de ésta área es de 123 entierros”, señaló la experta.
En el estacionamiento están los restos más antiguos, es decir, anteriores al año 1625, se encontraron 93 osamentas de las cuales sólo se describen 84 en el catálogo, ya que se excluyeron dos esqueletos incompletos: uno prehispánico, otro de sexo masculino, tres infantes y dos que no se localizaron en laboratorio.
Otra característica de estos entierros, explicó la investigadora, es que todas las monjas fueron enterradas con su ramo, corona de novicia, amortajadas, envueltas con algún lienzo a manera de mortaja y mirando hacia el altar.
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