Cultura

El humor y erotismo son tan subversivos que dinamitan la autoridad: De la Borbolla

El escritor habla de la reedición de sus novelas Nada es para tanto y Todo está permitido, que publicó ambas hace casi 30 años. “Son mis dos primeras novelas y las releí con mucho cuidado para corregirlas pero me tropecé con la sorpresa que ya no podía meterles mano, platica

Ernesto Sabato, el escritor argentino que marcó una época
Ernesto Sabato, el escritor argentino que marcó una época Ernesto Sabato, el escritor argentino que marcó una época (La Crónica de Hoy)

El humor permite dinamitar a la autoridad y por eso es tan subversivo, lo mismo el erotismo. Estas dos novelas invitan al lector a que, en lugar de asumir la vida con culpabilidad y con temor, se atrevieran a vivir”, comenta en entrevista Óscar de la Borbolla (Ciudad de la México, 1949) a propósito de sus novelas Nada es para tanto y Todo está permitido, que edita el Fondo de Cultura Económica.

Nada es para tanto narra la vida de Gabriel, un joven que decide romper la tradición familiar: ser peluquero. El adolescente abandona su hogar en busca de trabajo, pero al no lograrlo se convierte en un vagabundo que recoge comida afuera de restaurantes de lujo hasta que una señora lo lleva a un hotel para que inicie su nueva labor: la prostitución.

En Todo está permitido, De la Borbolla describe la vida de Gabriela, una joven que trabaja para un burócrata que usa a las mujeres como objetos sexuales a cambio de la permanencia en la oficina y aunque es novia de un sindicalista, logra escalar de puesto gracias a los favores sexuales que después gozará en Cancún gracias a varias tarjetas de crédito libres para su uso.

“Publiqué ambas hace casi 30 años. Son mis dos primeras novelas. Cuando las republiqué una segunda vez les hice una mejora, sobre todo a Nada es para tanto. Ahora las releí con mucho cuidado y la intención era corregirlas, pero me tropecé con la sorpresa que ya no podía meterles mano.

Cuando las escribí mi visión del mundo era optimista y con el paso de los años se ha ido entristeciendo”, platica el autor.

Hace tres décadas, esa visión De la Borbolla era desmadrosa, “si les hubiera metido mano ahora con mi pesadumbre las habría echado a perder”, añade.

El también filósofo comenta que tanto Gabriel como Gabriela son personajes de la picaresca mexicana.

“La picaresca toma a un personaje con una vida licenciosa y sirve de pretexto para hacer un paneo de la sociedad. En Gabriel está la dificultad de encontrar trabajo y la distancia de las clases sociales. Gabriela se mueve en un mundo que sigue siendo, lamentablemente, el mismo de ahora en el que sufre todo tipo de acoso sexual, cuando ella va inocentemente a buscar trabajo todo mundo quiere palparla y manosearla”, indica.

Gabriel comienza su vida de prostituto con una octogenaria que viste una faja de cuerpo entero, que al abrirla en diagonal con un zipper se desparrama porque la carne resulta muy abundante. “El haber puesto el acento en lo delirante de la situación me permitió meterle un ingrediente de humor porque Gabriel se siente un latin lover y termina engullido por las carnes de esta mantarraya lasciva”.

En el caso de Gabriela, añade, ella está en un hotel de Cancún donde los masajistas prestan servicios sexuales y la joven tiene a su disposición tarjetas de crédito para compararse lo que guste, y al sentirse dueña del poder manda a llamar a todos los masajistas disponibles.

“Cada que entra en contacto con un varón, quieren aprovecharse de ella: un líder sindical le ofrece trabajo a cambio de favores sexuales y el jefe de una oficina gubernamental la induce a fiestas de orgías donde conoce al Compadre, quien le da tarjetas de crédito sin límite. Entonces, el telón de fondo es nuestra sociedad: un mundo de machos que desde el poder quieren aprovecharse para someter”, expresa.

Para el autor, el pasado se tiende a idealizar cuando, en gran parte, sucedían

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