Escenario

El otro lado de la esperanza: La magia de la sencilla humanidad

Un hombre joven y un hombre mayor se miran fijamente en un almacén oscuro.
Un hombre joven y un hombre mayor se miran fijamente en un almacén oscuro. Un hombre joven y un hombre mayor se miran fijamente en un almacén oscuro. (La Crónica de Hoy)

El universo cinematográfico del cineasta finlandés Aki Kaurismaki es reconocible. A lo largo de su carrera se ha caracterizado por encontrar un sentimiento propio que no es el drama mordaz, sino una especie de emoción que se esconde entre la sonrisa y la tristeza, como quien goza del momento que vive pero también le es difícil esconder que hay algo doloroso en eso. Y no se trata de un sentimiento que muestre en uno de sus personajes sino que todos, a su modo, parecen tenerlo.

Kaurismaki tiene en sus películas una sinceridad extraña. Nos crea situaciones sin trampas emocionales y sin sermones, pero con un tinte reflexivo que su mensaje parece ser sacado de un sueño revelador. Hay en sus películas a veces un tono bressoniano en su estética y planteamiento, pero también juega a tener situaciones de humor al estilo chaplinezco. Sus películas son para el cine lo que los fados para Brasil. Nos deja una sonrisa placentera en medio del pesar.

Lo hemos visto en Nubes pasajeras, Un hombre sin pasado, Le Havre y ahora en El otro lado de la esperanza, su más reciente filme, por el que ganó el premio al Mejor Director en la Berlinale 2017, que llega a salas comerciales mexicanas. Se trata de un filme que promueve la esperanza en su carácter de reflejo social sobre la inmigración y en su forma de sentir el humor en medio de rostros gélidos y miradas impasibles. No necesita de muecas para provocar una sonrisa, ni un juego de encuadres melodramáticos para provocar una lágrima.

Nos cautiva con mera sencillez en el cruce de situaciones de personajes peculiares. Nos habla de su Helsinki, donde el joven Khaled llega oculto en un barco de carga procedente de Siria en busca de asilo, sin embargo su solicitud es rechazada. Él decide quedarse en Finlandia, mientras también un comerciante de pasados cincuenta años llamado Wikström decide darle un giro a su vida y abrir un restaurante sin tener idea de cómo se administra. Sus caminos se cruzarán cuando una tarde Wikhström se encuentra a Khaled en la puerta de su restaurante y, emocionado, decide ofrecerle techo, comida y trabajo. Pero el sueño del chico es encontrar a su hermana, que también huyó de Siria, y las cosas se empiezana a complicar.

Lo que hace el director con esta historia es un malabar asombroso. En medio de su humor absurdo que se desarrolla a partir de la personalidad de cada personaje, es que va entretejiendo situaciones serias. No juzga, sino muestra, y luego deja al espectador que saque sus propias conclusiones sin sentimentalismos baratos. Nos presenta una historia en la que las situaciones sociales no condicionan a la humanidad y es ahí donde se refugia la esperanza.

En los últimos años el cine documental ha tenido una riqueza excepcional y este filme es un ejemplo prolífico de eso. Hace casi cinco años en el mar de Tuxpan naufragó un barco camaronero. Su tripulación falleció y sus cuerpos quedaron en medio del mar. Sus familiares y seres queridos no los volvieron a ver y no tuvieron la oportunidad de despedirse de ellos ni de poder tener su cuerpo para realizarle una ceremonia de acuerdo a sus ideas religiosas. El filme nos muestra la creación de una nueva forma de despedirse de aquellos seres queridos que no dejaron rastro. El realizador José Álvarez nos da una emotiva reflexión sobre los adioses y nos muestra el poder del cine para sensibilizar.

El cine de terror siempre ha sido un género rentable, pero no siempre es competitivo. La explotación de estas películas ha provocado que el espectador sea cada vez más exigente y pocas cosas de verdad llegan a sorprender. No es el caso de esta película que si bien tenía una anécdota riquísima, terminó por ser un producto vomitivo. Basada en la historia de la mansión Winchester, situada en California, que fue construida por la heredera del creador de los rifles Winchester, Sarah Winchester (Helen Mirren), nos muestra cómo su convicción de que los fantasmas la acosaban la llevó a construir más de 160 habitaciones, escaleras que no llevaban a ninguna parte y puertas que al abrirse descubrían un muro... todo con la intención de esquivar a los seres del otro mundo, a quienes ni siquiera les provoca ganas de espantar.

De los creadores de Huevocartoon, este año llegará a las salas de cine una nueva cinta animada con el más puro estilo cómico de los hermanos Riva Palacio. Con un humor arrabalero, la película nos narrará la que parecería ser una típica historia de ciencia ficción en la que vemos a los extraterrestres invadir la Tierra. Sin embargo, lo que da un giro a la trama es que los marcianos jamás se imaginaron a toparse con seres tan caóticos, fiesteros y rebeldes como los mexicanos, mismos que opondrán resistencia a sus ataques sin nada más complejo que su simple manera de ser. Se trata pues de una película que busca reflejar el lado picarón y jovial de los mexicanos dentro de una animación cómica repleta de elementos, referencias y alusiones a la cultura nacional. Disfrutable a medias.

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