
Durante el sismo del pasado 19 de septiembre, los segundos fueron eternos para las cinco personas que estaban dentro del Templo San Gregorio, ubicado en el pueblo de San Gregorio de la delegación Xochimilco. Fue uno de los monumentos históricos del siglo XVI más afectados en dicha demarcación. Benjamín, un empleado del templo, cuenta a Crónica que mientras bajaba una escalera, escuchó caer las dos campanas al colapsarse el campanario.
Al salir corriendo, el joven también se percató de que una barda que delimita la poligonal del recinto religioso cayó encima de, por lo menos, seis vendedores que normalmente ponían sus puestos de verduras afuera del templo. Sobre esa tragedia, la señora Lupe cuenta que no pudo quitar la piedra que cayó sobre las piernas de una niña, quien falleció l junto con otra joven.
Este diario entrevistó a Francisco Efrén Castellanos, párroco del Templo San Gregorio, sobre los daños del inmueble a lo que respondió: “Vinieron los del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y varios servicios de seguridad, pero el INAH llegó el viernes, ya revisaron toda la iglesia y no tiene daños más que la pérdida del campanario, porque ningún santo se cayó ni ninguna lámpara”.
El clérigo asevera que aún falta por bajar algo de basura y escombros que quedaron arriba del campanario que hasta entes del 19 de septiembre medía 15 metros y hoy, alcanza apenas los 8.
“También falta que el INAH nos entregue el dictamen”, señala. ¿Cuándo se lo entregarán?, se le pregunta. “Ya sabes, hasta que no los presiones no te lo dan. Mañana espero abrir la capilla para que las personas vengan a rezar y deje de estar asustada”, responde.
—¿Qué hay de los arcos de cuatro metros que estaban en la barda perimetral?
—La barda se cayó, eran tres arcos los que tenía (uno por cada puerta de acceso) y todos se cayeron, desde hace un tiempo iba a arreglarlo, pero la gente no quiso y ahora se están dando cuenta de que esos trabajos eran necesarios. Eso fue algo que solicité hace 3 años.
—¿Qué otras mejoras pidió para la iglesia en años anteriores?
—Cosas de pintura…yo estuve pintando e impermeabilizando varias veces. A los del INAH ahora que los vi, después del sismo, les dije: tengo papeles que les demuestra que ustedes son responsables de esto, si yo los demando… hasta en la delegación están esos papeles. Al INAH les presentamos fotografías de las bardas, de todo, de que necesitaban arreglase.
El Templo de San Gregorio fue declarado monumento histórico en abril de 1932 y de acuerdo con su registro ante el INAH, “su acceso es en vano con arco ochavado y columnas achaparradas laterales de fuste cuadrado y flores labradas como elemento ornamental, rematan con una cornisa y sobre ésta se observa un vano octogonal flanqueado por dos nichos. Información tomada de la base de datos de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos”.
En el siglo XVI, añade el registro, los franciscanos construyeron un jacalón de enramada, que fue sustituido años después por uno de mampostería, con paredes gruesas y bóveda de media caña; construcción que posteriormente fue utilizada como sacristía. Hacia 1559 se inició la construcción del templo definitivo.
“Tiene una sola nave dividida en cinco tramos: sotocoro, tres tramos de nave y uno de presbiterio. El muro testero o ábside es plano. Sus muros son de mampostería, al igual que los contrafuertes de cada eje al exterior y sus pilastras empotradas al interior. Cuenta con área y patios anexos”, se precisa en la ficha técnica.
“Cuando empezó a temblar bajamos corriendo y se quedaron arriba la cocinera y la señora que lava. La secretaria estaba en su oficina abajo tirando su basura porque el templo cierra a las 13:00 horas y se vuelve a abrir a las 17:00 horas. No pensé que estuviera temblando porque cuando pasa un tráiler pesado siempre se cimbra la iglesia”, recuerda.
Benjamín, el sacristán y la secretaria llegaron al patio, pero al bajar las escaleras, vieron cómo el campanario se estaba derrumbando, vieron caer pedazos de piedras que caían a un lado del atrio y otras dentro de la iglesia.
“Justo cuando íbamos saliendo, se cayó la estructura del techo de la capilla, ya es cosa de Dios el que nos diera tiempo de salir porque si no nos hubiera caído encima. También vimos las campanas cuando cayeron en el patio. Salimos todos blancos del polvo, no sabíamos hacia donde correr, si nos íbamos para el frente estaba el temor de que se nos cayeran los árboles y para la derecha estaban las bardas cayéndose”, narra Benjamín.
¿El templo tenía afectaciones de sismos anteriores?, se le pregunta al ayudante. “En un sismo anterior la barda de enfrente se había partido a la mitad, el padre pidió que se arreglara pero el INAH y la gente no quisieron”, responde.
A un costado del templo, doña Lupe tiene su negocio de belleza y varias cosas para el hogar, cuando vio cómo la barda del templo cayó. “Ya estaba en la calle abrazando a mi niña, cuando vi se cayó toda la barda, caminé un poco y vi al muchacho con su pie sangrando y me gritó: ‘¡Doña Lupe mi niña, mi niña!’, ‘¿cuál niña?, le dije’, ‘está acá abajo’…agarré la piedrota y le dije: mijito, si pudiera aguantarla, entonces me quedó otra y me eché a correr para pedir ayuda”
El señor, cuenta Lupe, sólo fue a entregar la verdura que siembra en su chinampa. “Dios quiera que siempre tenga una ayuda, porque perdió su pie y tiene a sus niños chiquitos”. Desafortunadamente, narra, el cuerpo de la niña fue recuperado horas después.
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