
A los habitantes indígenas del sur de México les preocupa que la consulta sobre la construcción del Tren Maya se hiciera sin la información de impactos culturales, ambientales y sociales, es por ello que prevén una pérdida de usos y costumbres, de hablantes del maya, del uso de vestimenta típica y gastronomía tradicional. Así lo expresó Ernesto Martínez Jiménez, miembro del Consejo Regional Indígena y Popular de Xpujil.
Dicha organización promovió un amparo ante el juzgado primero del distrito de Campeche para evitar la construcción del Tren Maya en Calakmul, municipio que es parte de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, inscrita como bien mixto en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO por ser la segunda mayor extensión de bosques tropicales en América con un total de 723,000 hectáreas.
“Decidimos protestar y ampararnos vía jurídica. Lo que la gente realmente demanda es otra cosa, no es el tren. Uno de los problemas que tenemos en Calakmul es que no hay agua, llevamos cinco meses que no han bombeado, bombean cada mes y no alcanza porque agarras poco, en menos de tres días se acabó. Ahora que está lloviendo es que nos abastecemos de agua. Es una situación preocupante”, expuso Ernesto Martínez Jiménez.
El habitante de Calakmul y hablante del chol participó ayer en el foro Voces en defensa del territorio, organizado por el Grupo Intercolegial de Investigación en Ecología Política de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
“Como Consejo Regional Indígena sentimos que el 14 y 15 de diciembre, días de la consulta, no hubo ningún plan que definiera el proyecto, no había información, sólo decían que el tren beneficiaría y acabaría con la pobreza de la región, pero no había estudios de impacto ambiental, social y cultural. Entonces eso es preocupante”, comentó Martínez Jiménez.
En lo personal, añadió, como indígena “no se siente a gusto” con el proyecto del Tren Maya “porque veo lo que traerá a largo plazo, entonces nos manifestamos, fuimos muy señalados y criticados, hasta nos insultaban. El proyecto vino a dividir la región, las comunidades están peleadas, en vez de que nos unamos, estamos fragmentados”, dijo.
El hablante de chol comentó que a pesar de que la organización ganó el amparo al Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) éste no ha suspendido los trabajos. “No están cumpliendo, siguen impulsando el proyecto, las autoridades hacen visitas a las comunidades y siguen contratando”.
A la pregunta de por qué iniciaron la defensa legal, Martínez Jiménez señaló que fue ante la preocupación por la posible afectación de derechos culturales.
“Nos preocupa porque viola lo que es el derecho de los pueblos indígenas a la autonomía o libre determinación y porque es un gran proyecto que va más allá de un tren, tendrá una inversión a largo plazo, entonces habrá problemas de pérdida de identidad, de cultura, de usos y costumbres, de lengua, de vestimenta, de gastronomía. Es perder la riqueza cultural de los pueblos”, señaló.
En palabras de Martínez Jiménez, el Proyecto del Tren Maya no es una obra que beneficia a los pueblos, “sino inversionistas y empresarios que participen, ellos generarán utilidades de manera más directa y los pueblos sufrirán el impacto: la contaminación”.
“No es un proyecto en el que comunidades y pueblos estén participando. La plusvalía en Bacalar se incrementó en un 400 por ciento y el Tren Maya no ha llegado aún, pero los efectos se están sintiendo”, dijo.
Ana Patricia López opinó que el Tren Maya no es un proyecto de transporte para las comunidades, sino para el turismo.
“Quizá hay una nostalgia de las comunidades del tren que se conoció hace años y que es tan distinta de lo que este proyecto plantea. Un tren que va a una velocidad tan alta y que tiene las zonas específicas de estaciones, no permitirá ese transporte que a las personas les permita visitar en el otro pueblo a su familia. No es el transporte que en el imaginario de muchas comunidades podría estar”, comentó.
En su participación, Ángel Sulub, integrante del Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibaloon, Quintana Roo, el Tren Maya se realizará “sin oír a los académicos, científicos, ambientalistas, pero sobre todo, no escuchando a los pueblos indígenas que decimos rotundamente no a ese proyecto”.
Finalmente, Noemí Martínez, miembro de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch Xiinbal, expresó que a los indígenas de la Península les preocupa en el anillo de cenotes. “Sabemos que el tipo de suelo que hay en la Península es muy delicado y hay una reserva enorme de agua que ya ha sido vulnerada por otros megaproyectos como las granjas porcícolas”.
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