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En México, el 35% de las personas es adicto al trabajo, refiere estudio de la UNAM

El uso de las nuevas tecnologías (teléfonos inteligentes, tabletas e internet) es un factor clave para promover la adicción al trabajo.

La política venezolana María Corina Machado
La política venezolana María Corina Machado La política venezolana María Corina Machado (La Crónica de Hoy)

El uso de las nuevas tecnologías (teléfonos inteligentes, tabletas e internet) es un factor clave para promover la adicción al trabajo, que es la necesidad compulsiva, excesiva e incontrolable de realizar una actividad laboral, explicó Erika Villavicencio-Ayub, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM. A pesar de sus consecuencias negativas, dijo, 85 por ciento de las empresas en México recompensan ese trastorno ocupacional, y con ello se vuelven “tóxicas”.

“Pareciera que es beneficioso que tengamos gente demasiado trabajadora, pero es importante distinguir entre ser adicto y ser productivo”, aclaró la experta en salud ocupacional.

En el marco del Día del Trabajo, la académica universitaria añadió que en nuestro país —según un estudio nacional realizado entre 2013 y 2015 por la UNAM, con una muestra de tres mil trabajadores— la mayor prevalencia de workaholics o trabajólicos está entre la gente de 29 y 48 años.

Incluso, en la mitad de los casos reportan haber tenido dos trabajos al mismo tiempo, aunado a que muchos, de manera simultánea, estudian y tienen actividades en el hogar.

En nuestro país éste y otros trastornos ocupacionales van al alza. A nivel mundial la cifra de adicción al trabajo reportada es de 30 por ciento entre los profesionistas. En México es de 35 por ciento, de acuerdo a los datos arrojados por la encuesta.

Según el mismo estudio, 65 por ciento de los empleados se desempeñan al día entre 10 y 12 horas, y un 10 por ciento trabaja más de 12. A ello se aúna que somos de las naciones con menos días de vacaciones al año. “Si acumulamos esos factores, las consecuencias son gravísimas”, expuso Villavicencio-Ayub.

Éste es un fenómeno que no distingue nivel socioeconómico, ni a empresas públicas o privadas, y aunque es más común en puestos gerenciales y directivos, también se presenta en niveles operativos y medios. Tampoco hace diferencias de género y las estadísticas se están equilibrando ante la presencia de más mujeres en niveles de mayor responsabilidad.

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