
Todos son jóvenes humildes, hijos de campesinos, obreros. Algunos huérfanos; otras, madres solteras… “Lo único que deseamos es estudiar, tener un futuro con menos pobreza”, dice Arlete Alamilla, de 19 años.
Más de mil jóvenes de la comunidad hidalguense de Francisco I. Madero, inscritos al sistema de Universidades para el Bienestar Benito Juárez (UBBJ), se encuentran a la deriva, por la decisión de Raquel Sosa, titular del Organismo Coordinador, de trasladar esta escuela al municipio de Jacala, en el estado de Hidalgo, a más de cinco horas de distancia de su lugar de origen.
“¿Con qué dinero podríamos irnos para allá, si apenas tenemos para comer?”, pregunta Javier, otro de los estudiantes reunidos a las afueras de Palacio Nacional, en busca de compartir su pesar al presidente López Obrador.
En la Universidad se imparte la licenciatura en educación básica desde el 13 de mayo del año pasado, cuando el propio Ejecutivo dio el banderazo de salida a las actividades estudiantiles. En la actualidad, son tres generaciones… La Secretaría de Educación Pública les otorgó ya el registro oficial.
Apenas el 19 de febrero Raquel Sosa convocó al estudiantado a una reunión de urgencia. “En un mes nos vamos”, les dijo.
Leibin Olguín, otro de los muchachos, agita su pancarta: “No es justo que jueguen así con nuestras vidas, como si fuéramos trapos viejos”.
—¿Qué argumentó Sosa en la reunión?
—Son pactos que el gobierno tiene con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que está interesada en reabrir y mantener el control de la que antes fue la Normal Rural de El Mexe. Quiere quedarse con el terreno y borrar del mapa a más de 8 mil jóvenes, porque en el mismo predio está la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero, que imparte puras ingenierías; también planea cerrar el Cecyte y acaparar todo el espacio, apropiarse de la zona.
En un principio, les contó Raquel, el proyecto del CNTE “iba de la mano” con el de las UBBJ.
“Nosotros íbamos a ser Normal, pero terminamos no siendo, porque la ley no lo permite y porque la demanda de escuela en la región es mucha y creció la matrícula. Y en una Normal no caben más de 150 aspirantes, aquí somos más de mil y todos de comunidades cercanas, olvidadas de tiempo atrás”.
—¿Por qué les interesa tanto a los sindicalistas reabrir El Mexe de manera independiente? —se le pregunta.
—Para tener un bastión. La CNTE insiste en revivir algo que ya pasó a la historia, que se cerró hace más de 11 años. Uno de los dirigentes locales ya hasta anunció en su página de Facebook que El Mexe se abría en unos días.
De acuerdo con el testimonio de los muchachos, Sosa también les advirtió: “Se van a ir, ya es definitivo, porque si no se mueven, habrá rivalidad, confrontación con los normalistas”.
“Y el que no quiera, ya se puede ir a su casa”…
No es que las instalaciones de Francisco I. Madero sean las mejores, pero aman su tierra, a sus familias. Ocupan un espacio donado por el municipio, usado por mucho tiempo para una primaria y una telesecundaria. En los salones caben apenas 40 butacas, pero en los grupos hay más de 50: algunos toman clase en el suelo, sobre piedras o huacales improvisados.
“Tenemos excelentes maestros, pero con la noticia nos sentimos mal, porque nos van a mandar a un lugar de difícil acceso. Más del 80 por ciento de la población estudiantil desertaría, y es la última oportunidad que muchos tenemos para salir adelante. Nos inscribimos al sistema Benito Juárez, los rollos políticos no nos interesan”, comenta Arlete.
—¿Y qué saben de Jacala?
—Que las instalaciones donde nos quieren meter están en total abandono, no hay seguridad, las entradas y salidas del municipio presentan un alto índice de asaltos y no habría albergue para los estudiantes. Le pedimos al Presidente que, si de verdad le importan los jóvenes, no permita que se lleven la escuela…
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