
Érase una vez un país donde existía una regla no escrita: el silencio de los ex presidentes. Cierto es que aun y cuando el mandatario en turno designaba a su sucesor, hubo pasajes de fricción, traición y exilio, pero rara vez activismo político abierto de quienes dejaron el poder.
El hecho de que Calderón haya incrementado su presencia política no se puede entender como una coincidencia, sino como una decisión de que quiere ser un factor rumbo a la sucesión. No está claro si esta estrategia es compartida por el equipo de su esposa, pero no parece que vaya a bajar la intensidad de sus embates, corriendo el riesgo de generar dudas sobre si Margarita será quien lleve las riendas en caso de acceder a la presidencia, cuando el mismo PAN ha dicho que López Obrador es el titiritero de Delfina Gómez, lo que podría revertirse dada las similitudes que sus rivales pudieran encontrar.
Doctor Zedillo, usted se ha caracterizado por su prudencia, sin embargo, los tiempos de la discreción de los ex presidentes ha quedado atrás. Quizá sea una expresión de la democracia combinada por una nostalgia por el poder y los reflectores, pero lo que es un hecho es que la regla política del silencio se derogó.
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