Opinión

Exijamos la verdad en la CDMX

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. (La Crónica de Hoy)

En 1997 la Ciudad de México entró a la alternancia política como consecuencia de los devastadores efectos del terremoto de 1985 y del cisma electoral de 1988. El PRI fue derrotado estrepitosamente por el PRD, partido creado ocho años antes, quien ganó la Jefatura de Gobierno y mayoría de las diputaciones locales y federales (las delegaciones aún eran gobernadas por funcionarios designados por el Jefe de Gobierno).

Cuauhtémoc Cárdenas fue el primer jefe de Gobierno (1997-2000) del entonces Distrito Federal; tuvo el tino de nombrar en su gabinete a dos colaboradores honestos, eficaces y comprometidos con el servicio público: en la Secretaría de Obras y Servicios designó al Ing. César Buenrostro, hombre cercano a la familia Cárdenas, a quien no se le conocieron actos o tratos deshonestos con empresas constructoras, siempre fue reconocido como un profesional distinguido en el ramo de la ingeniería. En la Secretaría de Desarrollo y Vivienda fue nombrado Roberto Eibenschutz, un arquitecto que como académico, funcionario público y urbanista tenía gran trayectoria en la planeación urbana y sustentabilidad de las ciudades; su gran reto fue cómo resolver la dotación de vivienda a los miles de damnificados que aún vivían en los campamentos, sin dañar a la ciudad; desafortunadamente su esfuerzo sólo duró tres años, periodo del mandato de Cuauhtémoc Cárdenas ya que en el año 2000 se celebraron elecciones para nombrar Presidente de la República, renovar el Congreso y también el Gobierno del Distrito Federal.

Andrés Manuel López Obrador fue electo como Jefe de gobierno para el periodo 2000-2006, inmediatamente cambió a casi todos los funcionarios de primer nivel nombrados durante el periodo de Cárdenas, sólo conservó a César Buenrostro, seguramente para evitar lastimar aún más la relación con la familia Cárdenas, pero muy pronto se evidenció el desdén y a veces la humillación hacia este funcionario; entre otras cosas, porque fue modificada la estructura de esta Secretaría, despojándola de áreas tan importantes como la dotación de agua y servicios fundamentales para la ciudad, integrando fideicomisos para la renovación del Centro Histórico, donde nombró a Ana Lilia Zepeda, quien lo realizó de la mano con Carlos Slim (uno de los hombres más beneficiados por el archienemigo Carlos Salinas), así como la construcción de los segundos pisos bajo la conducción de Claudia Sheinbaum que, por cierto, hasta la fecha se mantiene la secrecía en relación a la construcción de los mismos.

En la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda nombró a Laura Itzel Castillo, cuya única experiencia era haber sido delegada en Coyoacán, quien tuvo un desempeño inocuo, siendo únicamente la pantalla que sirvió para encubrir el surgimiento de una gran cantidad de empresas constructoras que, en combinación con el director del Instituto de Vivienda, Guillermo Ysusi Farfán, iniciaron un proceso de repoblación masiva en las delegaciones del centro de la ciudad (Benito Juárez y Cuauhtémoc principalmente) con una serie de facilidades administrativas y técnicas que permitieron construir miles de viviendas de manera vertical, priorizando la cantidad y no la calidad y sustentabilidad de las mismas.

La Asamblea Legislativa, que pudo ser el contrapeso a muchas de las decisiones que atentaron contra la planeación urbana de la ciudad, no lo hizo por estar controlada por el Jefe de Gobierno, quien a través de uno de sus principales operadores (René Bejarano) dictaba la línea a seguir para de esa manera facilitar los procesos de construcción, descartando una verdadera política de planeación sustentable tanto en la construcción masiva de vivienda como en la construcción faraónica de los segundos pisos, dando prioridad al automóvil sobre el derecho de la mayoría de la población que requería mejor transporte colectivo. Esta política de llenar de cemento y acero la ciudad la alejó de resolver problemas tan delicados como la captación de agua pluvial para sustituir la extracción masiva del líquido en los mantos acuíferos, lo que ha generado que el subsuelo se vuelva más vulnerable ante las ondas sísmicas que llegan de la acomodación de las diferentes placas tectónicas, que nos amenazan de manera permanente.

En una colaboración posterior comentaré la política urbana implementadas por Marcelo Ebrard y la que actualmente realiza Miguel Ángel Mancera.

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