
El Papa Francisco concluyó hoy una ronda de reuniones privadas con tres emblemáticas víctimas de los abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima en Chile, y se alista para empujar un profundo cambio en la Iglesia católica en ese país.
Como lo anticipó el Vaticano, el Papa recibió por separado a José Andrés Murillo, James Hamilton y Juan Carlos Cruz en su residencia privada del Vaticano, la Casa Santa Marta, los pasados días viernes, sábado y domingo.
Luego, para concluir las reuniones, saludó a los tres juntos y a algunos familiares, este lunes en la misma residencia, donde todos estuvieron hospedados durante su permanencia en Roma, como gesto de cercanía del propio pontífice.
En total, los diálogos duraron por encima de las siete horas, a razón de más de 120 minutos para cada uno. Aunque las conversaciones estaban previstas, desde el principio, como “sin límite de tiempo”.
Aunque la Santa Sede anticipó que no iba a difundir ningún detalle de los encuentros reservados, por respeto a los interlocutores y por decisión del propio Papa, las tres víctimas dieron a conocer algunas de sus impresiones mediante la red social Twitter.
“Terminada reunión con el Santo Padre, algo más de dos horas, sincera, acogedora y enormemente constructiva. Muy contento y satisfecho”, escribió Hamilton el sábado por la tarde, al salir de su diálogo con Jorge Mario Bergoglio.
El domingo al mediodía, justo cuando el Papa dirigía su bendición con el “Regina Coeli” asomado a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, a pocos metros estaban las víctimas.
Salieron a una terraza contigua, ubicada junto a la Basílica vaticana, desde donde suele admirarse un imponente paisaje romano. Junto con ellos estaba Jordi Bertomeu, el sacerdote que se reunió con ellos durante una misión especial a Chile, enviada en febrero pasado por el Papa.
Tras esa aparición fugaz, más bien turística y que los fotógrafos inmortalizaron, por la tarde tocó el turno a Juan Carlos Cruz de reunirse con el líder católico.
Primero había constatado el buen resultado de las reuniones sostenidas por sus compañeros: “Muy contento de ver salir de sus conversaciones con el Papa a mis queridos amigos Jimmy y José tranquilos y en paz y sintiéndose muy acogidos por el Santo Padre”.
Luego, sobre su diálogo, estableció: “Más de dos horas y media duró mi reunión de hoy con el Papa. Estoy conmovido. Me escuchó con gran respeto, cariño y cercanía, como un padre. Profundizamos en muchos temas. Hoy tengo más esperanza en el futuro de nuestra Iglesia. A pesar de que la tarea es enorme”.
El Vaticano cumplió su palabra y no dio a conocer más información sobre las reuniones de estos días, que se dieron luego que el mismo Francisco reconociese públicamente que se había equivocado en su valoración del fenómeno de los abusos en Chile.
En una carta dirigida a los obispos del país, el 8 de abril, aceptó haber cometido “graves errores” producto de una “falta de información veraz”. Por esta razón, anticipó que le pediría perdón a las víctimas de Karadima, ya en 2011 hallado culpable de abusos sexuales contra menores por los tribunales vaticanos.
Los errores del Papa no se centraron en la figura de este poderoso sacerdote, durante años párroco del acomodado templo de El Bosque en la capital chilena, sino en el obispo Juan Barros, exmano derecha de Karadima y que él designó como obispo de Osorno.
Por mucho tiempo Francisco creyó que era inocente, por eso lo designó en su puesto, en enero de 2015, y lo mantuvo durante todos estos años, incluso llegando a acusar a las víctimas de calumniadores.
Ahora, tras haber aceptados sus errores, Bergoglio convocó a Roma a todos los obispos chilenos para una reunión (prevista para la tercera semana de mayo) de la cual deberán surgir medidas de “corto, mediano y largo plazo” con el único objetivo de recuperar la confianza perdida.
El Papa Francisco, quien se reunió el pasado fin de semana con tres víctimas chilenas de abusos sexuales cometidas por el sacerdote Fernando Karadima, recibirá a los obispos de este país para dialogar sobre como reparar los males causados.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, el obispo Santiago Silva Retamales, aseveró en un editorial que “recibir una invitación del Papa para ir a Roma, porque hay cosas que como obispos e Iglesia en Chile no estamos haciendo bien, no tiene nada de agradable”.
“El Papa Francisco nos llamó, y los obispos iremos a Roma a escucharlo y a dialogar con él (a mediados de mayo próximo). En cuanto Vicario de Cristo, nos ayudará a discernir cómo acompañar a las víctimas, a reparar el mal causado y tomar medidas que ayuden a recomponer la comunión eclesial”, precisó.
El pontífice recibió entre el viernes y el domingo a Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, víctimas de abusos sexuales de Karadima cuando éste dirigía la parroquia El Bosque, en el sector oriente de la capital chilena.
El Papa se reunió por separado en El Vaticano con cada uno de los denunciantes, quienes se alojaron en la residencia Santa Marta, la misma donde vive el pontífice, y para este lunes se esperaba un encuentro entre Francisco y las tres víctimas.
Cruz, Murillo y Hamilton, quienes acusan al obispo de Osorno, Juan Barros, como encubridor de Karadima, participaron esta víspera del Angelus dominical realizado por el Papa Francisco desde un balcón del Palacio Apostólico.
Silva Retamales, que tituló su editorial “Hacia un camino de renovación eclesial”, añadió que se debe replantear la forma de evangelizar “porque no está aportando identidad cristiana y compromiso con la sociedad”.
“La intensidad y la progresiva conciencia de que los abusos de poder y el abuso sexual en la Iglesia no pueden ocurrir nunca más es una tarea que venimos aprendiendo con dolor. El sufrimiento profundo a causa de estos actos deplorables, difícil de curar, nos lo han mostrado las víctimas con su testimonio y sus descargos”, dijo.
Puntualizó que “la primera y urgente labor a la que el episcopado chileno es convocado es a escuchar con humildad la voz de Cristo, que habla por el Papa, y luego a liderar el diálogo en el Pueblo de Dios, y un diálogo a todo nivel, también con los que no pertenecen a la Iglesia”.
El pontífice se reunirá con los 32 obispos chilenos en ejercicio entre el 14 y 17 de mayo próximo para analizar el tema de los abusos cometidos por sacerdotes, en particular Karadima.
El abogado y sacerdote jesuita Marcelo Gidi señaló por su parte que “el Papa está tratando de corregir el error personal, además de corregir los errores de otros, en este caso del Obispado en Chile. Es una muestra que el superior es también responsable de los actos de los subordinados”.
Indicó a Radio Duna que “un obispo, en cierto modo, también es responsable de los errores que han cometido sus sacerdotes. Como también un superior de una institución religiosa. El Papa está hablando en esta línea, a las nuevas medidas que se aplican a todas las personas”.
Gidi puntualizó que “el problema con el que el Papa se va a encontrar, para resolver junto a la Conferencia Episcopal chilena, no es única y exclusivamente solo de abuso sexual. El abuso sexual hace trascender la problemática de fondo que es la falta de guía al momento de hacerse cargo de nuevas realidades”.
Las tres víctimas chilenas manifestaron por redes sociales sus sentimientos tras el encuentro con el Papa, donde Cruz manifestó estar “conmovido” porque Francisco “me escuchó con gran respeto, cariño y cercanía, como un padre. Profundizamos en muchos temas. Hoy tengo más esperanza en el futuro de nuestra Iglesia”.
Murillo, en tanto, señaló que “conversé dos horas con el Papa. De manera muy respetuosa y franca le expresé la importancia de entender el abuso como un abuso de poder. De la necesidad de asumir la responsabilidad, el cuidado y no solo el perdón. También del postergado rol de la mujer y las comunidades”.
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