
“Cuando vi morir a King Kong
supe que era a mí a quien la industria estaba matando, no se
puede ser tan grande, tan fea y vivir en el centro de la ciudad” . Claudia Rodríguez
Las gordas no son guapas. Son, si acaso, gordiguapas, gordibuenas; tienen bonitos ojos o linda sonrisa. Su belleza no puede ser completa, siempre sobran kilos. Las gordas son gordas porque quieren. Son flojas, descuidadas, no se esfuerzan lo suficiente, no se quieren, seguro están deprimidas, están atentando contra su salud. ¡Diabetes, seguro tienen diabetes! ¡Pobres, tan jóvenes y tan gordas!
La gordofobia, interiorizada en la mayoría de la población, genera comentarios como los antes mencionados; sesgo automático y discriminación. Minimiza a las personas. Y aunque lo gordo parte de lo subjetivo, tiene una carga negativa, sobre todo para las mujeres.
El caso de la gimnasta mexicana Alexa Moreno es el ejemplo más claro. Algunos usuarios en redes sociales la llamaron gorda, como insulto para minimizar su esfuerzo, en un país donde los recursos son tan limitados para los deportistas, que destacar en cualquier disciplina es un acto de valentía y esfuerzo propio. ¿Gorda? ¡Una atleta de alto rendimiento que participó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y que seguramente está mucho más sana y fuerte que todos los trolls que abundan en internet!
El cuerpo de una gorda es un cuerpo público, como escribe Constanzx Álvarez Castillo en su libro La cerda punk. Ensayos desde un feminismo gordo, lésbiko, antikapitalista & antiespecista. Todos parecen tener el derecho a opinar, a recomendar cómo bajar de peso, de culpar, de juzgar. Empero, hay una resignificación de la gorda "desde una palabra que molesta, que genera incomodidad; como una identidad estratégica, contextual y perturbadora". Lo gordo no se revictimiza, se disfruta y se goza.
¿Qué es estar gordo? ¿Lo gordo es sinónimo de lo insano? ¿Por qué lo gordo atenta contra el cuerpo de consumo?
El discurso del peso, la talla, la salud y los buenos hábitos alimenticios muchas veces —también— se usa para justificar y legitimar la gordofobia, cuando cada cuerpo funciona de una forma distinta. Los estereotipos del cuerpo pesan más que la gordura.
En la actualidad, los parámetros marcados, más por la mercadotecnia que por las cuestiones científicas, han determinado que la delgadez corporal es sinónimo de belleza y salud. Y éstos se ven reflejado en los productos culturales que consumimos. Las protagonistas de series de televisión o películas son siempre delgadas. Esto, cuando someterse a horas y horas de ejercicio y a dietas rigurosas puede ser mucho más peligroso que tener un cuerpo rebosante de curvas naturales.
Y sin embargo, la imagen de una corporalidad artificial es la que más se vende y consume. En todas las revistas o páginas de internet que tienen un segmento específico para mujeres, las dietas, las cremas milagrosas, las rutinas de ejercicios, los tips para bajar de peso, etcétera, son los contenidos eje.
Las mujeres crecemos con más complejos corporales que los hombres por todo el bombardeo externo. El sitio Verne de El País hizo un interesante ejercicio, en el cual entrevistó a distintas mujeres acerca de su primer recuerdo sobre su obsesión con el peso. Todos los testimonios refieren a la niñez y la pubertad. Las niñas aprenden y aprehenden que su cuerpo, su talla y su peso estarán siempre en discusión pública, bajo la lupa de una sociedad juzgona.
Afortunadamente, existen muchas mujeres como la cerda punk que están escribiendo y creando otros contenidos para visibilizar la gordofobia y reivindicando las corporalidades diversas. No sólo para que hagan tallas más grandes en la ropa o los jabones vendan más con frases como “por la belleza real”, sino para que las mujeres podamos empoderarnos desde nuestras corporalidades que se salen del molde prefabricado, de deconstruirnos, aceptarnos y ser mucho más libres.
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