
Hace cuarenta y ocho años un régimen autoritario decidió con un baño de sangre terminar un movimiento de jóvenes estudiantes que solo demandaban mayores libertades en una sociedad que empezaba a crecer y cuyo ropaje ya le ceñía demasiado a su cuerpo. El grupo paramilitar ilegal encargado de este hecho sangriento se conoció como Batallón Olimpia.
Tres años después el derecho a la manifestación fue nuevamente reprimido de manera violenta por la policía del entonces Distrito Federal y apareció un nuevo grupo paramilitar denominado Los Halcones que hirieron y asesinaron a decenas de jóvenes estudiantes.
El despertar estudiantil, laboral y agrario fue reprimido mediante la violencia y en aquellos años la actividad política electoral se circunscribía a un todopoderoso partido de estado PRI con votaciones a su favor de más del 90% de los votantes y una oposición casi testimonial del PAN, el resto de los partidos eran solo comparsas. Esta violencia estatal obligó a que profesores como Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos al ser reprimidos los movimientos cívicos que encabezaban, decidieron pasar a la clandestinidad y enfrentar con las armas a los gobiernos federal y estatal en el estado de Guerrero; la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria y el Partido de los Pobres nacían como guerrillas regionales, más de orden rural que urbano. En grandes ciudades como el Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey, Culiacán y Oaxaca entre otras, jóvenes, principalmente universitarios decidían que las formas pacíficas para transformar el régimen no eran ya la alternativa y que lo único viable era la violencia revolucionaria ante la violencia del gobierno.
En los últimos años de la década de los 60s y los primeros de los 70s surgieron más de una decena de grupos armados de la guerrilla urbana; entre otros, el Movimiento de Acción Revolucionaria, el Frente Urbano Zapatista, la Unión del Pueblo, los Lacandones, el Comando Armando del Pueblo, las fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo, los Guajiros, el Ejército de Liberación Nacional, el Partido del Proletariado Unido de América y con la fusión de varios de estos grupos surgió también la Liga comunista 23 de Septiembre. Miles de jóvenes influenciados por las revoluciones de Cuba y Vietnam, el Guevarismo, el maoísmo y el socialismo del corte marxista leninista abandonaron estudios, familias y la normalidad de una vida juvenil para entrar a una de las etapas más obscuras de nuestro país en la década de los 70s, la llamada guerra sucia.
Las acciones de estos grupos guerrilleros se dividían en dos grandes actividades; por un lado, la propagandización de sus objetivos (para darse a conocer y ganar adeptos) y las acciones directas para liberar a sus compañeros presos y obtener recursos económicos para adquirir armamento, alimentos y renta de casas. Con asaltos a instituciones bancarias y secuestros de prominentes hombres de negocios, políticos y diplomáticos se dieron a conocer de manera más intensa entre la población, los secuestros de Jaime Díaz Castrejón y Rubén Figueroa en Guerrero, del Cónsul estadounidense Leonhardi, de Guadalupe Zuno (suegro del Presidente Echevarría en Jalisco y de los empresarios Fernando Aranguren y Eugenio Garza Sada (que lamentablemente terminaros asesinados) tuvieron un alto impacto nacional e internacional porque involucraron a otro países, a Estado Unidos por tratarse de un diplomático de ese país y a Cuba porque fue destino de exilio para decenas de presos políticos .
El 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971 el gobierno dio origen a grupos ilegales para reprimir a la población, el Batallón Olimpia y los Halcones, ahí se inició lo que posteriormente se llamó la guerra sucia.
En el siguiente artículo escribiremos sobre el nuevo grupo ilegal que el gobierno mexicano formó para combatir y exterminar a la guerrilla, la llamada Brigada Blanca.
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