Cultura

Guillermo Prieto: un certero crítico de la literatura de México en el siglo XIX

Bicentenario. En esta segunda entrega se revisan los textos que Prieto escribió para el periódico La Corona Española sobre las novedades literarias, su gusto por los calendarios y la admiración que tuvo por las obras de Justo Sierra y Enrique Olavarría y Ferrari

Retrato de Benito Juárez
Retrato de Benito Juárez Retrato de Benito Juárez (La Crónica de Hoy)

Segunda parte

Hace 140 años, el poeta Guillermo Prieto (Ciudad de México, 1818-1897) escribió crónicas para la edición literaria del periódico La Corona Española y entre los temas que abordó, no faltaron las novedades editoriales de aquel año (1879). Crónica recupera esos comentarios en donde el autor que el próximo 10 de febrero será su bicentenario de nacimiento, destacó su gusto por los calendarios y su admiración por la obra de Justo Sierra y Enrique Olavarría y Ferrari.

Ahí, el escritor y también político, vio en venta El arte literario en México, del español nacionalizado mexicano: Enrique Olavarría y Ferrari (1844-1919). En este libro se reúne un estudio de la producción humanística en el país durante los siglos XVIII y XIX, es decir, hace un compendio del periodismo, de las veladas literarias, de los liceos y sociedades literarias, de poesía y de los literatos de aquel momento.

“La obra es una revista circunstanciada de nuestros escritores más notables. El señor Olavarría pone de manifiesto en esa obra sus excelentes dotes como escritor, en ellas, su estudio de nuestra historia patria. Acaso el amor que profesa a México el distinguido amigo que escribe, le hace demasiado indulgente en sus juicios; pero la obra da idea del movimiento intelectual en nuestra patria y es bajo todos sus aspectos una obra estimable”, escribió Prieto.

Otro autor que en esos tiempos publicaría una obra cumbre, sería el historiador y filósofo Justo Sierra (1848-1912), quien editó la primera parte del Compendio de historia de la antigüedad, el cual hoy únicamente se puede leer en bibliotecas públicas –al igual que el libro de Olavarría y Ferrari–, por ejemplo, en la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Ha visto la luz pública la primera entrega del compendio de la Historia antigua por Justo Sierra; nos prometemos que la obra sea digna de la alta reputación que ha conquistado a su autor”, comentó Prieto.

Esta publicación abarca la historia de las principales civilizaciones. “Muestra las hipótesis rigurosamente científicas sobre los orígenes del mundo y sociedad”, escribió Justo Sierra en la introducción, en donde también explica que decidió dividir su obra en cinco capítulos: Oriente (Egipto), Los helenos, La India y Los romanos. Este libro fue hecho en la imprenta La Libertad, que se ubicaba en el número 28 de la Calle de las escalerillas (actualmente calle República de Guatemala).

Estos calendarios que gustaban mucho al autor ahora bicentenario, llegaron a él porque en su casa –como la de la mayoría de mexicanos del siglo XIX– era el único acercamiento a la cultura general. “En aquel ocio no sé por qué casualidad di con un alto de calendarios que formaban la biblioteca de la casa, único elemento intelectual de la familia”, escribió Prieto en 1878 en el diario El Siglo Diez y Nueve.

Un año después, el poeta que había sido despedido de dicho diario y por eso decidió enviar sus colaboraciones a La Corona Española de Adolfo Llanos, resaltó la publicación del calendario hecho por La Sorpresa, una tienda de ropa ubicada en la calle de Plateros esquina La Palma, hoy esquina Madero y Palma de la Ciudad de México.

Otro calendario que en 1879 recomendó Prieto a sus lectores fue el impreso por el Antiguo de Galván o mejor dicho, por el librero Mariano Galván Rivera, pionero en este tipo de impresos y famoso por haber publicado El Calendario de las Señoritas Mexicanas.

El primero que mencionó el mexicano fue a Ramón Uriarte, exministro de Guatemala en el país, quien “ha dado a luz un tomo de poesías líricas elegantemente impreso, con el título de Hojas de un álbum”, sentenció Prieto.

Después, recomendó leer a Alejandro Arango y Escandón (Puebla, 1821- Ciudad de México, 1883) quien hace 140 años dio a luz sus poemas y pensamientos. Este poeta destacó como traductor e impulsó el hebreo y griego en México. También de forma breve, mencionó el cuento Sancho Gil de Gaspar Núñez de Arce (1832-1903), poeta español y corresponsal de guerra en África.

Guillermo Prieto anunció Maestro de escuela, poema del español Ventura Ruiz de Aguilera (1820-1881), el cual definió como una “composición hermosa llena de ternura y pureza infantil”.

Por último, el escritor recomendó “una obra de educación del profesor Villanueva (Rafael Villanueva) sobre la que emitiremos nuestra humilde opinión, pudiendo asegurar, que la persona de la que se trata es de las más dignas y capaces de una obra como de la que tratamos y a la que deseamos el mejor éxito”.

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