
El buen cine no está hecho de buenas intenciones. Aun cuando podemos reconocer el esfuerzo de Eugenio Derbez por mostrar una historia en la que los roles de los protagonistas han sido invertidos bajo la idea de dignificar a la comunidad latina en Estados Unidos, Hombre al agua es una película menor porque reúne lo peor de dos estilos cinematográficos: por un lado la comedia fácil y de pastelazo del cine hollywoodense y por el otro el humor populista, ridículo y cursi que se hereda de la televisión mexicana.
La percepción que tiene el comediante mexicano de nuestra sociedad se puede describir como aquella que no se ha vivido, es decir, la mexicanidad representada no sólo en sus películas sino en su forma de hacer comedia es de mera ocurrencia ingenua y ridiculizada, que busca provocar empatía desde la sensación de risa que las personas sienten cuando por la calle ven caer a otra y eso se vuelve gracioso.
Esta vez nos presenta otro filme sobreactuado, como lo fue No se aceptan devoluciones y su maniqueísmo barato, o Cómo ser un Latin Lover y su tono bonachón descarriado. El filme es un remake de Overboard (1987), en la cual nos contaba la historia de una mujer (Goldie Hawn), una rica y presuntuosa heredera, que contrata al carpintero Dean (Kurt Russell) para fabricar un armario en su yate, pero éste fracasa y ella decide no pagarle. Poco después ella cae por la borda y el golpe le provoca amnesia; al enterarse, Dean se hace pasar por su marido para cobrarse su deuda.
El filme de Derbez nos presenta ese planteamiento en el que él es un millonario mexicano, fanfarrón y engreído, que se burla de una empleada (Anna Farris) y le ocurre lo mismo que a la chica de la película de Hawn. Sin mucha química entre ambos se desarrolla una historia romántica sin sorpresas. El filme se forja de reglas simples, no toma riesgos más allá de los cambios de rol, no hay giros ni inteligencia argumental, ni representa la identidad de los mexicanos, aunque, eso sí, tiene más méritos que sus películas anteriores.
Probablemente lo mejor del filme sean sus personajes secundarios. Jesús Ochoa y Cecilia Suárez tratan de darle un entusiasmo a la película que no logra Derbez a pesar de su optimismo moralista. Ni Anna Farris logra ser natural en los terrenos de una comedia que no encuentra su tono porque no es ni de aquí ni de allá.
Con este filme, además, lo que sí nos deja claro Derbez es su propósito de hacer filmes. En cada película muestra sencillas lecciones que parece enseñarse a sí mismo, sin tomar el camino correcto; ya sea por la paternidad (No se aceptan devoluciones), ya sea las relaciones amorosas (Cómo ser un Latin Lover) o ahora, cómo tener humildad (Hombre al agua).
Su cine es el sueño cumplido de un actor que no nació con el talento como Tommy Wiseau, de The disaster artist, que es la historia de un tipo que pensaba que estaba haciendo la película de su vida y terminó por convertirse en la peor catalogada de la historia. Esperemos que no llegue a eso.
Este modesto filme tico tiene un poco de encanto. Nos cuenta la batalla de una mujer llamada Violeta, de 72 años, quien se divorció recientemente y vive sola en la casa familiar, donde cuida a diario del frondoso jardín y tiene la ilusión de hacer de su casa una pensión. Cuando descubre que el banco le quiere quitar su casa, está dispuesta a romper todas las reglas para defender su hogar y su autonomía. Con un planteamiento sencillo, y aunque es difícil mantener el ritmo semilento del filme, encuentra algunos momentos de tono entrañable por mostrar la nobleza de un personaje sin malicia. Es una mirada humana y sensible, aunque no encuentra en sus imágenes y narrativa el potencial suficiente para atrapar al espectador.
En esta semana de estrenos flojos también llega esta burla a la razón humana. Esta película está inspirada en la vida de Edir Macedo, fundador, líder y predicador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (sí, el de “pare de sufrir”) y no es más que un sermón moralista de los más inaceptables que pueda haber en la pantalla grande. Como película dramática es una extensión de la charlatanería que vende, que también toma los recursos más bajos para tratar de conmover con una historia que se vende como la vida de un hombre que enfrentó al poder público. A lo largo del filme vemos distintos episodios de la historia de Brasil usados para hacer del personaje central un falso mártir.
Este 10 de mayo que se celebra a la maternidad llega con buenas expectativas el nuevo filme de Charlize Theron. Se trata de una película que cuenta la historia de cómo Marlo, madre de tres hijos, incapaz de lidiar con el recién nacido, decide contratar, a propuesta de su hermano, a Tully, una joven reflexiva y llena de sorpresas, con quien Marlo se mostrará reticente, aunque finalmente ambas crearán un fuerte vínculo. No es el filme más contundente sobre la maternidad; sin embargo, sí es una mirada lo suficientemente entretenida y divertida para mostrar con un tono encantador el valor que supone el sacrificio de ser una madre. A pesar de que cuenta con mucho del tipo de comedia cliché de Estados Unidos, hay un dejo de sinceridad en su mensaje que hace que valga la pena.
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