
El antropólogo mexicano Roger Bartra (Ciudad de México, 1942) se define como un intelectual que ha ejercido diversos oficios: la arqueología, la antropología, el periodismo, la economía, la historia y la neurología, además piensa que al igual que el ajolote, el carácter nacional mexicano está en extinción, y es el sociólogo que opina que no deberían existir muros entre la ciencia y las artes.
Durante el homenaje que ayer recibió el también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) en el marco de la 31 edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, aceptó que en su largo camino intelectual ha tenido diversos intereses.
“¿Cuál es el hilo que une a estos diferentes oficios (la arqueología, la antropología, el periodismo, la economía, la historia y alguna variante de la neurología)? Esta es una pregunta que a veces me han hecho muchos amigos y que yo mismo me planteo. No me ha angustiado la dificultad de contestarla, a pesar de que en otras ocasiones he sido tildado de ecléctico por no respetar las fronteras tradicionales entre diferentes especialidades y oficios”, dijo.
En el transcurso de los años, agregó, “he llegado a pensar que hay algunos elementos que unen los muy diferentes problemas y temas que he abordado. Uno de estos elementos es la presencia de contradicciones, mezclas y dualidades en los objetos de mi estudio y reflexión. Casi siempre me he enfrentado el problema de entender la coexistencia en una misma estructura de fenómenos diferentes y hasta opuestos”
Esa es la razón por la que Roger Bartra se interesa en explicar la combinatoria de diferentes fenómenos sociales, económicos y sociales en una misma textura.
“Al mismo tiempo me ha parecido importante entender que las formas de las contradicciones y disparidades son mediadas para mantener viva y funcional la unidad de una estructura. Cuando fui arqueólogo me interesaron los problemas socioeconómicos híbridos que conjuntaban una base comunal campesina primitiva con un aparato político muy sofisticado”.
Ésa, dijo, es una de las características de civilizaciones antiguas como la egipcia, mexica, inca y maya, que después analizaría en el México actual.
“Cuando pasé a hacer investigaciones sobre la estructura agraria en México y Venezuela enfrenté un problema similar, el de la articulación de las formas de producción campesinas con la economía industrial y urbana capitalista. De nuevo me enfrentaba a tratar de explicar una combinación de elementos primitivos y más avanzados, engarzados en un solo sistema. Abordé el problema desde una visión marxista muchas veces cerrada y dogmática”, reconoció.
El autor de El salvaje en el espejo se enfocó en estudiar la identidad nacional del mexicano, comparándola con la extinción del ajolote.
“Ahí encontré la combinación de una arcaica melancolía con las aspiraciones fáusticas por alcanzar un mundo nuevo. Reflexioné sobre la creación de ese híbrido mexicano que mezcla al indio agachado con el agresivo revolucionario. Esta combinación cristalizó en la invención de ese carácter mestizo y que presenté con ironía crítica en ese curioso anfibio el ajolote. Que todos sabemos que está en proceso de extinción al igual que el carácter nacional mexicano”, destacó.
Como etnólogo, señaló el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013, hizo un estudio sobre los salvajes europeos, al tratar de entender la conexión de ese antiguo mito con las modernas estructuras que se ha llamado la civilización occidental. “Me interesó la dialéctica en la imaginaria occidental de lo salvaje y civilizado, de los bestial y lo humano”.
Roger Bartra precisó que le fascina “la extraña articulación entre el entusiasmo por el éxito y la felicidad que emana de la sociedad industrial capitalista con la constante evocación a la tristeza y melancolía”.
Por último, sobre su oficio de neurólogo detalló que le llama la atención la manera en que cristaliza la conciencia individual con las redes neuronales. “Dos dimensiones muy diferentes, el funcionamiento biológico del sistema nervioso central y las prótesis simbólicas de la cultura se conectan para generar el fenómeno de la autoconciencia. De nuevo aparece el tema de la identidad como sistema híbrido”.
Bartra destacó que su desempeño como escritor lo ha llevado a toparse con el indefinible muro que separa las ciencias de las artes que describió como la puerta que Dante detalla. “Desde un lado, la puerta lleva al infierno científico y en ella se advierte que al entrar hay que abandonar toda esperanza en la belleza. Desde el otro lado de ese muro, al terreno de las artes se le advierte que debe abandonar toda esperanza en la verdad. Esto amenaza a los científicos que quieren desempeñarse como escritores y a la inversa, tanto artistas como científicos viven en el mismo mundo”.
¿Por qué la diversidad de Bartra?, se cuestionó el investigador. “Se podría sospechar que esta pasión por reflexionar sobre situaciones heterogéneas provienen de mi situación personal. Por azares de la guerra y la política, nací hace 75 años en México con una identidad múltiple: hijo de refugiados catalanes que he crecido en el contexto mexicano. Esta doble condición ha sido un estigma y una bendición”, respondió.
En el homenaje estuvieron presentes, el traductor de sus libros del español al inglés, Nick Caistor, y quien fuera su compañero de trabajo en los años 70 del siglo pasado, José María Espinasa.
Copyright © 2017 La Crónica de Hoy .