
La novela negra y la novela policiaca son géneros que poco a poco han cobrado fuerza por el contexto de violencia, narcotráfico y corrupción que hay en México, desarrollado por periodistas y escritores, con poco número de mujeres. El número de mujeres a lo largo de la historia en ambos géneros es sólo uno de los factores, a lo que se agregan diferentes testimonios que incluso hablan de acoso sexual.
Raymond Chandler y Dashiell Hammett son algunos de los escritores considerados como los pioneros en el continente americano, en el género de novela negra; sin embargo, en Europa, el movimiento tiene más de cien años con Un asunto tenebroso (1841), de Honoré de Balzac, considerada como la primera novela policiaca a nivel mundial.
En México, según información publicada por la Enciclopedia de la Literatura en México, Antonio Helú fue quien, en 1946, propició la atmósfera “para el desarrollo de la novela policiaca en el país”.
Rodolfo Usigli, Rafael Bernal y Enrique F. Gual son considerados como los pioneros de la literatura policiaca. Bernal comenzó con Un muerto en la tumba (1946), Su nombre era la muerte (1947) y El complot mongol (1969). En el caso de las mujeres, se considera a María Elvira Bermúdez como la primera mexicana, con Diferentes razones tiene la muerte (1953).
Después de María Elvira Bermúdez, apareció hasta 1978 Corrientes secretas, de Rosa Margot Ochoa. Los saltos en el tiempo se deben a la falta de interés y a una falla estructural, algunas de ellas primero hacen un recorrido por el periodismo para poder llegar a publicar sus libros.
“De pequeña escribía cuentos románticos y poesía malísima. Antes no pensaba ser asesinada, pero ahora sí, cada vez se vuelve más complicado ser periodista en México. Fue complicado incursionar en la novela negra, es difícil que te acepten, por ahí te dicen ‘las mujeres tienen que escribir otro tipo de literatura’ o ‘por qué te metes en esas cosas, las mujeres deben escribir novelas de amor’”.
Por otra parte, Malú Huacuja, autora de Crimen sin faltas de ortografía y Un Dios para Cordelia, señala que ha sido acosada y discriminada:
“Si hay una mujer que se toma seriamente el oficio de la escritura es discriminada; por otra parte, la producción de las mujeres es necesariamente menor porque todo en esta sociedad está diseñado con base en una distribución inequitativa del trabajo y pago desigual (o inexistente). Hace unos diez años, entre editores de revistas, todos hombres, discutieron acerca de la cuota de participación femenina en las publicaciones y llegaron a la conclusión de que no publicaban a más mujeres porque no escribían, pero nunca se preguntaron cómo ellos lo impedían”.
Las acciones inequitativas han desembocado no sólo en la imposibilidad de hablar sobre ciertos temas, sino en acciones como escribió Malú Huacuja en Mi primer acoso, texto en el que relata cómo vivió una experiencia al participar en el Primer Congreso de Literatura Policiaca:
“Era la única novelista policiaca de mi generación y entré al Primer Concurso de Novela Policiaca de Plaza & Janés con seudónimo masculino. Desafié lo que se esperaba de la mujer en aquellos tiempos y eso se castiga”.
Según relata Malú Huacuja, decidió incursionar en la novela policiaca debido a que le “cautivaban las herramientas narrativas que ofrecía ese subgénero y no me parecía que debiera supeditarse a una ideología”. Encontró como influencias a Dashiel Hammett y Raymond Chandler, “aunque no me lo habrían creído mis colegas”.
Huacuja sostiene que para poder publicar un libro, debes pertenecer a determinado grupo de escritores y grupos políticos, de lo contrario “no existes como escritora policiaca en el mercado editorial. Nadie reseña o critica tus novelas, porque las reseñas se entregan como trueque a cambio de un favor editorial o publicitario y nadie te invita a las ferias de libros ni te da distribución”.
La escritora Iris García indica que llegó a la novela negra, primero, por las lecturas de El complot Mongol, “a partir de esa lectura, comencé a buscar otras del género. Me gusta por retratar el entorno social, no sólo la vida íntima de los personajes”.
La escritora comenta que la novela negra guarda relación con la denuncia, por lo que se debe estar al tanto de lo que sucede. Iris García es originaria de Guerrero y no vive con temor a represalias por los textos que desarrolla:
“Cuando empecé a escribir novela negra vivía en Puebla y la violencia en Guerrero se da a partir de 2006, cuando estaba fuera del estado. La novela negra me sirvió para entender todo lo que pasaba con mi ciudad. Estaba viendo desde lejos la situación, regresé. Lo que pude haber escrito en 2016, en mis primeras novelas, se queda corto con lo que se empezaba a vivir en Guerrero, falta mucho por escribir, muchas veces intuyes lo que pasa, pero sin ver toda la dimensión. Ni políticos ni delincuentes se dan cuenta de lo que se está escribiendo”.
Iris García participó en el Primer Festival Internacional de Novela Negra, lo cual considera es producto de la importancia que ha tomado el género, pues, menciona que en un inicio “no era considerado literatura, sino un subgénero”, pero ahora se le reconoce en su justa dimensión. Señala que no tuvo mayores obstáculos para incursionar en la novela negra.
“No me fue complicado, además de ser lectora del género, he trabajado como reportera y editora, lo cual de alguna manera te involucra con la información del día a día y estás en contacto con lo que ocurre. A partir de eso, encuentras los contenidos de tus historias, hay casos, sobre todo en Guerrero, que al no tener todos los elementos para explicarlos, no te queda más que imaginar”.
En su caso, García declara que tampoco ha sufrido ningún acto de discriminación por parte de sus colegas, pues, dice, son un gremio “bastante generoso” y que la poca presencia de mujeres no es producto de inequidad.
“La poca presencia de mujeres en el género negro es más por una cuestión de voluntad, de intereses, quienes hemos llegado a escribir sobre género negro nos encontramos con un medio muy generoso, contrario a lo que pudiera decirse del mundo editorial en general. No es que a las escritoras no se les haya permitido participar, en general hay pocas escritoras y quienes escriben no lo hacen tan continuamente como los hombres, porque siempre resulta más complicado desde su propio contexto social, que no les permite dedicarse de lleno a la escritura. Es más como falla estructural de nuestra sociedad que no sólo obstaculiza a las mujeres incursionar en el género negro, sino en cualquier género literario y donde siempre serán más los hombres publicados”.
Del 29 de mayo al 2 de junio de este año, se llevó a cabo en el Centro Cultural Bella Época, la Feria de Novela Negra y Policiaca, organizada por el Fondo de Cultura Económica, en la que hubo 10 mesas, entre presentaciones de libros y conferencias, en las que Myriam Laurini fue la única mujer para presentar la reedición de su libro Qué raro que me llame Guadalupe.
Consciente de la falta de presencia en los encuentros literarios, Iris García lleva a cabo Acapulco Noir, que el año pasado se realizó por primera vez del 17 al 19 de noviembre, en el estado de Guerrero.
“Ha sido complicado encontrar participantes mujeres, además de que son pocas es importante visibilizarlas, incluso entre nosotras no nos conocemos lo suficiente. Sí hay mujeres que están escribiendo en el género negro, pero a veces no reciben proyección y no son tan conocidas como los hombres. Me ha tocado estar en encuentros con listas de novela negra que parecieran el Club de Toby”.
Copyright © 2017 La Crónica de Hoy .