
En la colonia Juárez, ubicada en la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México, existen 312 inmuebles, entre palacetes, residencias señoriales, viviendas eclécticas y casas funcionalistas, que están catalogados como patrimonio artístico de los siglos XIX y XX por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), y el próximo año se espera que ingresen a esa lista patrimonial 25 inmuebles más, así lo comenta Elena Segurajáuregui, investigadora y autora del reciente libro Guía de la colonia Juárez. Inventario de un patrimonio.
“El libro es un catálogo de todas las construcciones que hoy están en pie, aunque en la parte final incluyó una serie de fotografías históricas de construcciones que ya no existen. Con esas imágenes uno puede ver las calles en donde estaban construidos los inmuebles a finales de XIX y XX, pasando primero por una arquitectura ecléctica, luego art decó, otras casas coloniales y luego viviendas del funcionalismo”, destaca Segurajáuregui.
Algunas de esas casas destruidas, deterioradas por el terremoto de 1985 o modificadas en los últimos años para solucionar problemas de vivienda, son: la Casa de Madero en las calles de Liverpool y Berlín, la Casa Braniff, la Plaza Dinamarca, el Cine La Parisina y un palacete en la esquina de las calles Lisboa y Roma que hoy es estacionamiento.
Los ejemplos de viviendas históricas que aún se conservan y que la especialista y académica de la Universidad Autónoma de México (UAM) menciona en el libro son: cuatro residencias urbanas construidas en 1905 en la calle de Havre, una vivienda en Dublín 8 hecha por José Villagrán García en 1930, un inmueble en Hamburgo 5 de Enrique del Moral y Mario Pani, una construcción art decó en Praga 29 de Juan Segura y el edificio Jaysour sobre Varsovia 6.
Sobre la realización del libro, añade Segurajáuregui, fue posible gracias a la invitación que recibió de autoridades del INBA para actualizar el catálogo patrimonial de la colonia Juárez, ya que la descripción que tenía la institución sobre cada inmueble era breve, sin la ubicación exacta ni datos específicos.
“Me invitaron a hacer este trabajo en el que pude agregar varias cosas: la descripción del inmueble con los detalles ornamentales, la ubicación tipológica, el año de construcción y los nombres de los ingenieros o arquitectos responsables de la construcción. Entonces al ver el catálogo, los lectores se pueden percatar que con el paso de los años, el programa arquitectónico de vivienda se fue simplificando, pasó de los palacetes del siglo XIX hasta las construcciones de los años 70”.
¿Agregó nuevas construcciones a la lista que tenía el INBA?, se le pregunta. “Sí, ellos no tenían la descripción de varios inmuebles. Se añadieron construcciones y hay un porcentaje que está en proceso de registro, cerca de 25 inmuebles, los cuales no están incluidos en el libro”, responde.
—¿Considera que la colonia Juárez debería ser reconocida como zona de monumentos históricos y artísticos?
—Todos los inmuebles que están en el libro están declarados como patrimonio. Pero sí creo que debería de ser zona de monumentos artísticos, al igual que la Roma y la Condesa, sería una manera de protegerlas porque son las colonias ubicadas en lugares fáciles para la construcción inmobiliaria.
“Sería de gran ayuda para el INBA, porque al ser considerado patrimonio no tendrían que estar lidiando con los particulares que tiran las construcciones, lo cual es un problema grave que tienen que enfrentar”.
Fue así que en 1881 cedió a sus familiares el área comprendida entre Paseo de la Reforma y la calle Donato Guerra, Paseo de Bucareli y la esquina de Reforma y Bucareli, después dichos terrenos se fueron fraccionando y sumando nuevos dueños: Rafael Martínez de la Torre y José Yves Limantour… hasta convertirse en el porfiriato como la zona urbana de los cánones más modernos y racionales.
—¿Por qué se interesó en la colonia Juárez?
—Porque en un momento fue una zona privilegiada en donde vivía la gente que tenía más poder adquisitivo en el país y por lo mismo se hizo una arquitectura muy especial. Luego la zona quedó en medio del crecimiento de la urbe: articuló el centro de la ciudad con el resto de las colonias.
“Hay que aclarar que en un principio no se construyó toda la colonia, ésta se lotificó, se fraccionó y luego se fue construyendo. Luego hubo un tiempo en que no se construyó por la Revolución Mexicana, pero muy rápido (los primeros 20 años del siglo XX) se empezaron a tirar las mansiones, porque los funcionalistas consideraban que no representaba la modernidad que ellos entendían y algunas otras construcciones se marcaban piedra por piedra y eran trasladadas a otros estados e incluso, a Estados Unidos”
—¿Qué particularidad tuvo la colonia para que arquitectos de renombre construyeran ahí?
—En principio por la importancia que tuvo en el porfiriato, después justamente por el lugar en que está ubicada, entre Insurgentes, Bucareli, Reforma, Chapultepec, son avenidas importantes y es una colonia que conecta a la ciudad con el Centro.
—¿Por qué es difícil entender que esos inmuebles también son patrimonio?
—El concepto de modernidad es el cambio y el deshecho, vivimos una vida consumista. Todo lo que tiene esta guía es arquitectura moderna, pero se ha entendido mal la modernidad porque se ha entendido en términos de desecho y es por eso que no tenemos la conciencia de conservación, ven edificios que tienen 10 años y los tiran, pero podemos ser modernos sin desechar tanto.
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