Cultura

Iniciarán análisis genético para saber si teotihuacanos migraron a Guanajuato

Investigadores del Langebio estudiarán restos de 19 entierros. Existe la hipótesis de que dos cuerpos momificados y envueltos en un petate vienen de otro lugar, dice Karla Sandoval Mendoza

Templo Mayor
Templo Mayor Templo Mayor (La Crónica de Hoy)

( Segunda parte )

Investigadores del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), Unidad Irapuato, analizarán por primera vez a nivel genético restos óseos procedentes de la zona arqueológica Cañada de la Virgen, ubicada en el municipio de San Miguel de Allende, Guanajuato, asentamiento otomí que data del 540 y 1050 d.C y en el que posiblemente vivieron migrantes teotihuacanos.

“En Guanajuato se reportan mil 300 sitios arqueológicos, de los cuales, solamente cuatro se han abierto al público y Cañada de la Virgen es de los más grandes e importantes en el estado. Probablemente después del colapso de Teotihuacán, algunos de sus habitantes migraron hacia el valle del río Laja y construyeron Cañada. Este año empezaremos el primer estudio genético poblacional del sitio y tendremos acceso a los 19 entierros excavados, con estas muestras veremos cuáles funcionan para hacer la caracterización genómica de los restos encontrados”, señala Karla Sandoval Mendoza, investigadora de Langebio.

Lo que hasta el momento se conoce, indica, es que dos de los fechamientos en los restos óseos son más antiguos que la fundación del sitio. “Existe la hipótesis de que dos fardos funerarios o bultos mortuorios (cuerpos momificados y envueltos en un petate) los trajeron de otra parte, entonces ¿de dónde venían? Queremos saber qué tan antiguos eran y porqué los llevaron a Cañada”.

Con el estudio de ADN antiguo (ADNa), los expertos podrán saber quiénes fueron los pobladores de la zona, si realmente eran de Teotihuacán o de sitios más lejanos, porque “este tipo de bultos mortuorios es muy similar y sólo se aprecian en códices oaxaqueños. Tenemos otras piezas del rompecabezas y si logramos obtener la información genómica, aportaremos una pieza más y como resultado un estudio interdisciplinario que resuelva preguntas e hipótesis arqueológicas previamente planteadas”, explica.

La especialista señala que la investigación se realizará en colaboración con el Centro INAH de Guanajuato y con la arqueóloga Gabriela Zepeda García Moreno, quien excavó la zona en mención por más de 14 años.

“El proyecto ya esta escrito y en vías de registro. Queremos hacerlo por la vía más complicada, pero que a la vez es la más justa: escribir el proyecto con preguntas sólidas a responder, someterlo al Consejo Nacional de Arqueología para que lo autorice y registre, y finalmente establecer un convenio de colaboración entre ambas instituciones”, precisa Sandoval Mendoza.

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Por: Iván Guevara RamírezAugust 05, 2025

El objetivo, añade, es marcar la pauta de cuál es la ruta a seguir en este tipo de investigaciones  que involucran patrimonio arqueológico. “De esta forma evitaremos el saqueo de restos tan valiosos y frecuentemente buscados por investigadores nacionales e internacionales en el campo. No nos negamos a colaboraciones internacionales pero queremos que los mexicanos participen no sólo como exportadores de muestras, sino también como investigadores”, asevera.

“La paleogenómica y la genómica poblacional coinciden en algo: ambas caracterizan a los individuos a nivel genómico, antes se hacía a nivel molecular o genético, como por ejemplo el ADN mitocondrial o ciertos marcadores nucleares. Una vez que se caracterizan a los individuos de forma tan específica, lo que se hace es encontrar sus diferencias para clasificarlos en grupos y establecer cuáles se parecen más o menos entre ellos, y cuáles son sus relaciones filogenéticas, en el caso de la paleogenómica, los resultados obtenidos se contrastan con los estudios arqueológicos e históricos reportados”, explica Sandoval Mendoza.

Uno de los primeros estudios hechos de ADNa en Langebio, fue caracterizar a nivel mitocondrial, pobladores del barrio teotihuacano de Teopancazco. “Es un lugar rico en información porque es multiétnico, el estudio lo hizo la doctora Brenda Álvarez, se publicó en 2014 y encontró similitudes con gente de Oaxaca. Se corroboró que la hipótesis arqueológica planteada por Linda Manzanilla, era correcta”.

Otro proyecto, indica, es el análisis del maíz antiguo y teocintle para hacer inferencias sobre su punto de domesticación en Mesoamérica. También se trabajó con patógenos antiguos como el treponema pallidum en restos de Huelva, España, del siglo XVI.

Respecto a la genómica poblacional actual, comenta la experta, estudian poblaciones indígenas nahuas de México; rapanuis de Isla de Pascua, Chile; aymaras de Perú, entre otras.

“Lo que queremos saber es si hay estructura dentro de los nahuas o es un grupo homogéneo como siempre se ha creído, también realizamos la caracterización genómica de los habitantes de la Isla de Pascua, región clave para descifrar el poblamiento de la Polinesia, ya que es la última isla del pacífico. Otro proyecto que refleja perfectamente la intersección de la paleogenómica y genómica actual, lo iniciamos en Magdalena del Cao, Perú, en donde queremos caracterizar genómicamente tres periodos históricos: precolombino o prehispánico, colonial y actual; queremos ver cómo fue la transición de esos tres periodos, cuál fue la diversidad antigua del sitio y si ésta se ha conservado o cambió”.

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