Cultura

Josué Moreno, tras los pasos de Isaac Hernández y Elisa Carrillo

El joven bailarín ha participado en importantes montajes del English National Ballet. Señala que los bailarines mexicanos han abierto brecha para otros connacionales como él

El bailarín de ballet salta en el aire con elegancia.
El bailarín de ballet salta en el aire con elegancia. El bailarín de ballet salta en el aire con elegancia. (La Crónica de Hoy)

A sus 20 años de edad, Josué Moreno Lagarda ha conquistado al público londinense con su trabajo en el English National Ballet. En entrevista con Crónica, el bailarín mexicano platica cómo su ingreso a dicha compañía, una de las más importantes del mundo, le costó horas de entrenamiento, superar burlas y arriesgarse a buscar opciones de estudio fuera del país.

Moreno Lagarda firmó contrato por un año con el English National Ballet y gracias a su desempeño fue parte del elenco en El cascanueces, Manon y La cenicienta.

“Nací en Ensenada, Baja California, y a muy temprana edad me mudé con mi familia a Tijuana y, como con todo niño, mi papá siempre quiso que jugara futbol, pero nunca se me dio. Entonces, una de las amigas de mi mamá sugirió que me inscribieran a baile, yo tenía nueve años. Empecé bailando salsa, bachata y merengue profesionalmente, al principio fue duro por el bullying, pero sobresalí porque me encanta bailar”, narra.

Después, Josué Moreno ingresó a la Academia de Ballet Playas, Tijuana, en donde sus profesores le preguntaron si quería dedicarse al ballet. “Tenía 14 años y amaba el ballet, pero no lo veía como una carrera. Una vez que me presentaron a varias compañías mundiales me dijeron que podía hacer una vida de ballet y decidí tomarlo más en serio”, recuerda.

El joven buscó becas en el extranjero y consiguió estudiar en North County Academy of Dance, Estados Unidos, de la mano del maestro Pablo Infante. En 2015 Josué participó en una de las competencias de ballet más grandes del mundo: Youth American Grand Prix. Ahí se asombró del trabajo del English National Ballet y consiguió una beca completa por tres años para estudiar en la English National Ballet School.

“Cuando me dije a mí mismo que quería dedicarme al ballet me puse una meta corta: competir en el Youth American Grand Prix. Tenía 14 años y veía a los muchachos de mi edad siendo ya muy buenos. Me puse la meta de alcanzarlos y a los 15 años lo logré”.

Alcanzar ese objetivo fue complicado, platica el joven. “Entrenaba de 9 de la mañana a 10 de la noche con mi maestro Pablo, quien no me dejaba ir hasta que me saliera la variación. Fueron días de mucho dolor muscular, pero siempre tuve un gran apoyo”.

Una vez que llegó al English National Ballet School, Josué Moreno se puso la meta de ser el mejor en las clases. “Cuando me estaba formando no tenía hombres como compañeros de clase, entonces fue un gran cambio porque en la escuela ya no era el único hombre y además todos tenían más técnica que yo, podían hacer más cosas. Mi meta fue alcanzarlos en mi primer año”, narra.

En su primer año de estudios, el joven mexicano ganó un concurso de coreografía dentro de la escuela y en el segundo realizó un master ballet, una especie de entrenamiento para que los bailarines se acostumbren a la actividad de la compañía.

“Hice una gira en Reino Unido para bailar ballet clásico lo cual incluye tener varios roles, incluyendo el principal”, comenta. Su tercer año fue uno de sus mejores, añade. “Tuve la oportunidad de ir a Dubái a bailar para una pequeña gala y además bailé con la compañía ­English National Ballet, hice El cascanueces. A ningún estudiante se le daba a oportunidad de bailar con ellos por eso, después de la gala me ofrecieron un contrato por un año”, detalla.

Ese trabajo representó para el joven una gran oportunidad porque compartió ensayos y escenario con los grandes bailarines del mundo: Isaac Hernández, Jeffrey Cirio y Tamara Rojo.

Y aunque Josué Moreno tuvo una fractura en la tibia de su pierna derecha que lo dejó fuera de varias presentaciones, la compañía esperó su recuperación.

“Presentamos Lest we forget, que son tres coreografías dedicadas a la Primera Guerra Mundial, y en la cual tuve la oportunidad de bailar en dos. Después hicimos Manon, ahí estaba lesionado, pero me dieron la oportunidad de estar en el escenario. Después, llegó El cascanueces y participé en el primer acto y acabamos de terminar La cenicienta”, señala.

Actualmente, el bailarín trabaja en un cortometraje sobre la bailarina Marie Taglioni. “La compañía me enseñó que las cosas no son rápidas, que todo tiene su tiempo y que no hay que darse por vencido. Mi formación se basa en luchar por lo que quiero”, asevera.

— ¿Cómo se mira desde el extranjero el ballet mexicano?

— Gracias a Isaac Hernández y a Elisa Carrillo se abrieron puertas para los mexicanos. El nivel técnico en México es bueno pero desafortunadamente al norte del país no hay mucha formación escénica a diferencia de la Ciudad de México. Salir de Baja California fue duro para mí y para mis papás porque se preguntaban sobre la estabilidad de mi trabajo y de mi futuro.

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