
El día 21 de noviembre se instaló la Asamblea en el Teatro de Iturbide, en la Ciudad de Querétaro. El día 30 se eligió a la Mesa directiva y don Venustiano Carranza entregó su proyecto de la Constitución reformada el día 10, de diciembre, después se designo la Comisión de la Constitución que trabaja en dicho recinto legislativo. Los constituyentes sesionaron del primero de diciembre de 1916 al 31 de enero de 1917. El 5 de febrero se tomó protesta y se firmó la Constitución de 1917.
Este hecho histórico para México también tuvo un impacto en la cultura, sobre todo en el cine acompañó a este lapso de la historia y se adaptó a ella. Hasta antes de 1917, el cine en México tenía una inclinación hacia el género documental o la ficción de corte realista, que buscaba documentar la Revolución de la forma más neutra posible; mientras los hermanos Alva siguieron a Madero, el cineasta Jesús H. Abitia acompañaba a la División del Norte y filmaba los acontecimientos desde el punto de vista de los ejércitos de Álvaro Obregón y Venustiano Carranza.
Al finalizar el conflicto, en 1917 las películas de ficción aumentaron su producción y de hecho los siguientes tres años son considerados por muchos historiadores como una “Época de Oro del cine mudo”. Con el tiempo el cine inspirado en la revolución se desarrolló con mayor medida en el cine en una gran cantidad de filmes (ya sea documental o de ficción, nacional y extranjero), particularmente el caso de la Constitución de 1917 apareció, fue el contexto o aportó argumento ideológico a algunos filmes de México en la historia del cine, posteriormente en el teatro y la televisión.
La situación política tuvo un impacto en el cine. Por un lado había un desprecio a las películas de Estados Unidos, por la tensión social que había entre México y el país vecino, puesto que algunas de sus películas estereotipaban la imagen del “mexicano bandido”, lo que provocó que fueran el cine italiano y francés los que estaban al alcance del público. De hecho fue en este año cuando se estrenó la cinta italiana Il fuoco (1915), protagonizado por Pina Menichelli, quien introdujo el concepto de “diva” a nuestro país.
Ese año también se realizó el primer largometraje oficial del cine mexicano que fue La luz, tríptico de la vida moderna (1917), aunque algunos historiadores afirman que en realidad fue 1810 ó ¡los libertadores de México!, de los yucatecos Carlos Martínez de Arredondo y Manuel Cirerol Sansores, que posiblemente date de 1916.
La luz, tríptico de la vida moderna (1917) ha sido atribuida al camarógrafo mexicano Ezequiel Carrasco, quien prolongó su carrera dentro del cine nacional hasta los años sesenta. Con un argumento que prácticamente era un plagio de la afamada Il Fuoco (1915), el filme catapultó al estrellato nacional a la primera “diva” mexicana: Emma Padilla.
En esa época de renovación también México produjo filmes como En defensa propia (1917), La tigresa (1917) y La soñadora (1917), producidos todos por la Compañía Azteca Films. Mención especial merece El automóvil gris (1919), de Enrique Rosas, que sin lugar a dudas es el filme más famoso de la época muda del cine mexicano, y que está inspirada en un caso real de 1915, cuando en la ocupación carrancista de la Ciudad de México, un grupo de militares aprovechaba su posición para robar y asesinar a gente adinerada.
El descubrimiento del caso se dio en enero de 1919 y tuvo un gran impacto en el país. Fue el primer acercamiento del cine de ficción con la Constitución de 1917 y sus leyes reformadas. Ese mismo año también se estrenó La banda del automóvil gris, de Ernesto Vollharth, inspirada en el mismo caso, pero con menor popularidad.
A éste le siguieron una serie de filmes que se encargaron de mostrar el brío que se vivía en ese momento por el cambio político. Uno de los más destacados fue Reconstrucción nacional (1917), hecho por la Compañía Cinematográfica Queretana S. A.
Aunque la mayoría de los filmes de la época en torno al momento histórico del país se inclinaban en mostrar las historias de los caudillos de batallas como Pancho Villa y Emiliano Zapata, con el tiempo la firma de la Constitución fue tomada como un parteaguas y marco histórico en algunos documentales célebres de la Época de Oro que comenzó en los años 30, como De Porfirio Díaz a Lázaro Cárdenas (1940), de Rafael Sánchez Candiani y sobre todo Memorias de un mexicano (1950), de Carmen Toscano, quien recuperó el material que filmó su padre, el cineasta Salvador Toscano, en torno a la historia de una familia en los diferentes momentos de la Revolución Mexicana.
Más tarde llegaron filmes como Presidentes y caudillos de México, 1909 – 1958 (1958), de Enrique Serrano Maya; La Revolución mexicana vista a través de sus presidentes (1960), de Fernando Martínez Álvarez y Epopeyas de la Revolución Mexicana (1963), de Fernando Marcos, este último que es un montaje de vistas tomadas por el fotógrafo Jesús H. Abitia entre 1913 y 1917, durante la campaña del ejército constitucionalista. Mientras que Jaime Kuri Aiza realizó el documental Venustiano Carranza (1984), narrado por Pedro Armendáriz Jr. con investigación de Enrique Krauze.
Cineastas importantes como Felipe Cazals también se dieron a la tarea de mostrar ese hecho histórico en el filme Testimonios de la Revolución (1986); mientras que décadas después también hubo documentos fílmicos como Se está volviendo gobierno (1915 - 1919) (1991), de Miguel Barbachano Ponce y Los Muertos que nos dieron vida (2003), de Guillermo Lagunes.
Otros filmes importantes surgieron en la Alemania Federal, donde se realizó un célebre documental titulado ¡Tierra y Libertad! Die Mexikanische Revolution (1968), bajo la dirección de Geor Stefan Troller y más tarde en Estados Unidos para la televisión se realizó el documental The Ragged Revolution: The Romance and the Reality of the Mexican Revolution, 1910 to 1920 (1982), de Tony Essex.
El aclamado Fernando de Fuentes también mostró su influencia en el tema con filmes como El compadre Mendoza (1933) y El prisionero trece (1933), ambos filmes revolucionarios que indagan en temas como la traición y los problemas económicos.
Para la Época de Oro del cine mexicano llegaron Rebelión (1934), de Manuel G. Gómez, con una historia de amor que culmina con la firma de la Constitución; El mexicano / El despertar de una nación (1943), de Agustín P. Delgado, un drama fronterizo a propósito del tema; Entre hermanos (1944), de Ramón Peón, también un romance que culmina con el tratado, en el que participa Pedro Armendáriz; Vino el remolino y nos alevantó (1949), de Juan Bustillo Oro, la historia de un hombre que le perdona la vida a su hermano en medio del conflicto y La escondida (1955), de Roberto Gavaldón, con María Félix y Pedro Armendáriz que también es un romance en esa época.
Posteriormente llegaron otros filmes que abordaban temas sobre la ley en tiempos después de la Constitución como Las cuatro milpas (1958), de Ramón Peón; Las memorias de mi general (1960), de Mauricio de la Serna; Atrás de las nubes (1961), de Gilberto Gazcón y La soldadera (1966), de José Bolaños.
Quizás el más representativo de los filmes de ficción en México sobre el tema de la Constitución es el realizado por
Paul Leduc, Reed, México insurgente (1970), en el que se muestran los ideales a incluir. Los otros filmes de ficción sobre el tema son Longitud de guerra (1975), de Gonzalo Martínez; Los de abajo (1976), de Servando González (también uno de los más influyentes); La madrugada (1980), de Ludwik Margules; Campanas rojas / Krasnie Kolokola (1981), de Serguei Bondarchuck y finalmente Felipe Cazals con Ciudadano Buelna (2013).
Otro filme célebre fue ¡Viva Zapata! (1951), de Elia Kazan, que si bien concentra su historia en Emiliano Zapata (encarnado por Marlon Brando), culmina en la muerte del caudillo en 1919 y aborda parte del cambio ideológico; mientras que Old gringo (1989), del argentino ganador del Oscar, Luis Puenzo, nos presenta un romance de época en el que participa Jane Fonda.
Por su parte en el caso de la dramaturgia no se tiene documentado con precisión puestas en escena con fechas específicas, pero se presumen algunas adaptaciones de Los de abajo, de Mariano Azuela; Atrás de las nubes de Jesús María Bello y Valentín Gazcón; El quelite de Alfonso Anaya; Sangre derramada de Gilberto Cantón; Las fuerzas vivas de Luis Alcoriza y Juan de la Cabada y El corrido de la muerte y atroz asesinato de Francisco Villa, de Juan Tovar.
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