Cultura

La danza te permite sentir que tienes huesos, músculos…

Te permite reconocer cómo se siente un cuerpo alegre, triste o enfermo, añade la coreógrafa Yeri Anarika. La crisis por COVID-19 mostró que la cultura del cuerpo es necesaria.

Una bailarina de ballet realiza una piroutte en un estudio de danza.
Una bailarina de ballet realiza una piroutte en un estudio de danza. Una bailarina de ballet realiza una piroutte en un estudio de danza. (La Crónica de Hoy)

El ser humano primero bailó y después habló y primero se comunicó a través del cuerpo. La danza es innata y sería capaz de salvar muchas vidas si la entendiéramos como un elemento vital del ser humano, a través del cual pudiésemos sentir nuestra corporalidad, señaló la coreógrafa mexicana Yeri Anarika, quien además de haber participado en distintas ediciones de Danzatlán, ha creado coreografías para directores de ópera y teatro.

“Como sociedad nos hemos reducido a utilizar el intelecto y llevar nuestro cuerpo de un lado a otro sin tenerlo presente. La danza es una de las herramientas más fuertes que nos permite reconocerlo y nos da la oportunidad de vivir aquí y ahora de forma constante, lejos de permanecer aterrados por un futuro incierto o de enfermedades que surgen a partir de la angustia”.

Poder sentir que tienes huesos, músculo y carne te permite reconocer cómo se siente un cuerpo alegre, uno triste, uno enfermo, asimismo te permite canalizar las emociones para poder transmitirlas, explicó la también profesora de danza en entrevista desde Berlín.

“Enfocar nuestras emociones en algún lugar corporal y poder sacarlo, ayuda a ir en contra corriente en tiempos difíciles y, mientras sacamos el miedo, la angustia y la desesperación a través del movimiento, llenamos nuestro cuerpo de energía”.

La crisis generada a partir de la pandemia de COVID-19 debe ser un parteaguas para adoptar este arte como un cotidiano en nuestra vida, la cultura del cuerpo es necesaria en el mundo, expresó. “Colegas tanto de México como de Berlín utilizamos este tiempo para hacer comunidad y cambiar la perspectiva que se tiene alrededor de nuestra profesión”

“Es tiempo de repensar la danza y no poner al bailarín escénico enfrente para ser apreciado, sino como persona que puede compartir sus conocimientos e invitar a las personas a moverse”. Anarika destacó que actualmente muchos hacedores de danza ya han salido de los escenarios para involucrar al público en este arte, ya sea mostrándole elementos que utilizó el creador en alguna obra o invitándolos a moverse.

Respecto a la formación dancística, Anarika destaca que el método educativo debe incitar a cualquier persona a conectarse con su creatividad e imaginación, es decir a activar el cerebro con el movimiento ya que en una clase de danza se puede sólo aprender siguiendo los pasos.

“El Tango, el chachachá y el ballet, entre otros, se pueden aprender copiando, pero si al enseñarnos nos piden transmitir cómo vuela una gaviota, tenemos que retomar un conocimiento que adquirimos al ver volar a este animal y volverlo una sensación corpórea”.

Por esa razón, en lugar de mostrar un pedazo de la obra comisionada por los primeros bailarines del Ballet Estatal de Berlín, Elisa Carrillo y Mikhail Kaniskin, se optó por presentar la pieza F(ly), la cual, destacó Yeri, adquirió más fuerza por la situación de confinamiento.

“No es un hecho que la pieza El Muro se va a realizar, pero se están buscando las opciones para realizarla el año que entra”. Asimismo, explicó que está pieza podría tener nuevas significaciones ya que por la pandemia tenemos otra sensación respecto a lo que es un muro.

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