Escenario

La estudiante y el Sr. Henri: Conmueven y entretienen pero no marcan

Una joven y un anciano están sentados a la mesa, frente a frente. La joven mira al anciano con expresión seria. El anciano está cabizbajo. Sobre la mesa hay una fuente de pasta y dos copas de vino tinto.
Una joven y un anciano están sentados a la mesa, frente a frente. La joven mira al anciano con expresión seria. El anciano está cabizbajo. Sobre la mesa hay una fuente de pasta y dos copas de vino tinto. Una joven y un anciano están sentados a la mesa, frente a frente. La joven mira al anciano con expresión seria. El anciano está cabizbajo. Sobre la mesa hay una fuente de pasta y dos copas de vino tinto. (La Crónica de Hoy)

Hace mucho tiempo que el cine francés carece de un buen sentido del humor. Me refiero a las comedias inteligentes (porque ni el glamuroso cine galo se salva del las películas simplonas). Muy pocos directores han conseguido darle la dosis precisa de diversión y drama a una película como podemos recordar en filmes maravillosos como  Intouchables (2011), de  Olivier Nakache y Eric Toledano, y Les souvenirs (2014), de Jean-Paul Rouve. A este par es que aspira a unirse La estudiante y el Sr. Henri (2015), de Ivan Calbérac, sin poderlo conseguir.

No se trata de un desperdicio de película pero en realidad no le alcanza su extraordinario mensaje de no perder el tiempo porque solo se vive una vez, en una historia de amistad de personajes diametralmente opuestos. Por un lado nos encontramos al señor Henri (Claude Brasseur), un hombre mayor que con tal de no vivir en un asilo y abandonar el lugar que ha sido su hogar durante tantos años, acepta la propuesta de su hijo de rentar una de las habitaciones de su casa.

Por el otro tenemos a la joven Constance (Noémie Schmidt), una chica presionada por su padre para que defina sobre lo que quiere hacer en la vida, y quien además siente que la vida conspira en su contra. Su mejor decisión fue salir de su pueblo y vivir en París. Con poco dinero y con mucha esperanza por descubrir su destino es que encuentra un apartamento en la casa de un viejo gruñón, del que ya hablamos antes. La historia de estos dos personajes nos muestra una serie de enredos familiares pues, si bien Henri no se deja cautivar por su nueva inquilina, sí trata de usarla para deshacerse de su insoportable nuera.

La película es sencilla. Su máxima ambición es conmover, y aunque tiene momentos emotivos y unos tantos divertidos, lo cierto es que no tiene momentos lo suficientemente importantes para hacerla más trascendente. Creo que influye un poco su esencia teatral pues el director no tuvo la habilidad de hacer una película tan ágil y a menudo se siente estancada en el mismo escenario y los diálogos se sienten un tanto forzados.

Pero también hay que decirlo, los personajes cumplen sin ser extraordinarios. Esta manía impulsiva por utilizar estereotipos parece ser una lección que los directores de cine no quieren aprender y en este caso limitaron el potencial de los actores Claude Brasseur y Noémie Schmidt.

No hace falta una película como esta para aprender que a veces se nos olvida que solo se vive una vez. Es el estreno más destacado de la semana en cuanta ambición emocional, pero queda a deber un poco. Si lo que se busca es un mensaje más profundo sobre las lecciones que puede dar una persona mayor a un joven, con la dosis precisa de comedia, y sin que se sienta forzada, lo que usted necesita es conseguir Pié de página, del israelí Joseph Cedar. La estudiante y el Sr. Henri nos pueden entretener, incluso conmover un poco, pero no nos pueden marcar.

Directores: Jeff y Michael Zimbalist (Estados Unidos, 2017)

El futbol y el cine no han tenido una buena comunicación. Escasas historias sobre el tema han destacado en el séptimo arte y Escape a la victoria (1981) es la mayor referente. En esta película dirigida por John Huston se contó con la actuación especial de Pelé, la leyenda más grande de este deporte y ahora los cineastas Jeff y Michael Zimbalist decidieron contar su historia en un biopic que se basa en sus primeros pininos como futbolista y su ascensión al estrellato, así como su liderazgo en la selección que conquistó el Mundial de fútbol de 1958. La película se mantiene en un tono completamente plano, sin riqueza argumental que no sea la de seguir alimentando el mito y con nulo sentido estético. La película es producida por el mismo Pelé, así que lo que se puede esperar de ella es puro narcisismo.

Director: Koji Shiraishi

(Japón, 2017)

En su momento El Aro (Ringu, 1998), de Hideo Nakata, y La maldición (Ju-on: The Grudge, 2002), de Takashi Shimizu se convirtieron en verdaderos fenómenos del cine de terror japonés a nivel mundial. Hubo adaptaciones estadunidenses con mayor o menor éxito. Ambas son respetables referentes del género, pero la idea de meter a los dos entes malignos en una sola película es una aberración olvidable. Tras ver una perturbadora cinta de VHS, dos jóvenes creen ser víctimas de una fatal maldición. Por su parte, una adolescente se adentra en la siniestra casa abandonada que hay frente a su hogar, en busca de unos niños desaparecidos. Los terroríficos personajes buscan se cruzan a través de estas dos historias, que sin embargo poco a poco van perdiendo el sentido del terror y hasta tienen resoluciones cómicas. Es una película que no aporta nada al género. Un verdadero bodrio.

Directora: Patty Jenkins

(Estados Unidos, 2017)

El Universo Extendido de DC no tenía éxito en captar la esencia de sus personajes para el cine (excepto lo hecho por Christopher Nolan en Batman: El caballero de la noche asciende), pero ahora con la Mujer Maravilla, la protagonista Gal Gadot y la directora Patty Jenkins plasmaron las características de la heroína: su ingenuidad, el amor por la naturaleza, la raza humana y su empoderamiento. En el filme destaca también la preocupación por el fondo y no sólo por la forma. Gadot sale airosa del reto, pese a la previa descalificación de la crítica, logra una buena actuación y se compagina bien con el coprotagonista, Chris Pine. El humor navega bien y los villanos aparecen lo necesario en la trama. Este retrato del personaje cumple satisfactoriamente lo que exigen nuestros tiempos cinéfilos.

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