Opinión

La restauración del Senado de la República

El presidente de México, Enrique Peña Nieto
El presidente de México, Enrique Peña Nieto El presidente de México, Enrique Peña Nieto (La Crónica de Hoy)

Septiembre es un mes patrio para los mexicanos, en el cual conmemoramos diversos hechos y fenómenos históricos de nuestra formación nacional. En este mes, los mexicanos celebramos el inicio del proceso independentista, con el grito emitido por el cura Miguel Hidalgo y Costilla en el poblado de Dolores Hidalgo, el día 16 de septiembre de 1810, y el cual concluyó luego de once años de lucha con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México el día 27 del mismo mes pero de 1821.

Además, no es de olvidar que en el mes de septiembre, se presentan una serie de definiciones y la recomposición de los órganos de gobierno del Poder Legislativo mexicano; existiendo también cada tres y seis años la renovación total de la Cámara de Diputados y el Senado de la República respectivamente, como parte de un proceso democrático para la elección de nuestros representantes populares. También es en estas fechas que el Congreso de la Unión ejerce los controles políticos que enmarca nuestra Ley Fundamental, tales como la obligación que tiene el Presidente de la República de enviar un informe cada año, en el cual se detalle la situación que guarda la administración pública federal, abriéndose paso a su análisis, mejor conocido en la jerga parlamentaria como Glosa del Informe.

Septiembre es por lo tanto, un mes de conmemoración y gran actividad política en la que no debemos dejar de recordar uno de los hechos más trascendentales para el Federalismo en México y que marcan la historia contemporánea: se trata de reinstauración del Senado Mexicano, mediante el decreto de reforma publicado el 13 de noviembre de 1874, y el cual iniciaría formalmente sus trabajos camerales de manera ininterrumpida, a partir del 16 de septiembre de 1875.

Justo es señalar que luego de que el Constituyente de 1856-1857 redefiniera la composición del Congreso de la Unión, eliminándose la figura del Senado de la República al considerarse que durante las primeras décadas de nuestro desarrollo nacional había tenido una composición clasista y aristocrática, y cuyo funcionamiento únicamente obstaculizó la concreción y el dinamismo del trabajo parlamentario; la Constitución de 1857 contempló por más de 17 años un Poder Legislativo de carácter unicameral.

Sin embargo, esto no estuvo exento de inconformidades y una serie de debates nacionales, considerándose incluso un atentado contra los orígenes del federalismo en México, donde las entidades federativas se encontraban representadas por medio de los senadores.

Fueron posteriormente los presidentes Benito Juárez, y a su muerte, Sebastián Lerdo de Tejada, quienes impulsarían la idea de reinstaurar un Poder Legislativo de carácter bicameral; con la finalidad no sólo de evitar las pasiones políticas en la toma de decisiones legislativas, sino también poder contar con un órgano revisor de la viabilidad de las propuestas discutidas al interior de los cuerpos parlamentarios. Además, la idea de una segunda cámara, por supuesto, no necesariamente tenía que estar ligada a una integración aristocrática.

El 16 de septiembre se cumplieron 143 años del trabajo permanente del Senado de la República, el cual  no sólo es expresión del espíritu federalista que tuvo lugar desde la fundación del Estado Mexicano, sino también de la solidez en la composición de nuestra institución bicameral.

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