
¿Será que la democracia está sobrevalorada?, ¿si dejas votar al pueblo tendrás un Donald Trump?, ¿por qué en la vida real triunfan siempre los malos? Se preguntan muchos. Será verdad que ¿a menudo los corazones de los hombres no son tan malos como sus actos, y casi nunca como la maldad de sus palabras?, ¿ser buena persona de qué sirve?, los malos siempre ganan —dicen los que saben— sólo pierden en el cine. Decía Albert Einstein que el mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad. A continuación algunas reflexiones del resultado electoral formadas a partir de los comentarios de algunos especialistas de la comunicación política; pero mejor vamos por partes:
Es importante destacar que 70% de las votantes dijeron que el trato de Trump hacia las mujeres les molestaba. A pesar de esta percepción negativa, muchas mujeres votaron por el republicano. Por lo que se puede deducir que las investigaciones realizadas por el FBI en contra de Clinton tuvieron un mayor impacto en la contienda que los escándalos de Trump. Por primera vez en 10 años, los republicanos tienen el control del Congreso y de la Presidencia. Esta posición, de entrada, garantiza que los nombramientos en la Suprema Corte de Justicia tendrán un perfil conservador.
No soy vidente, pero la semana pasada escribí: “Nos platican que los war room de ambos malabaristas están listos para operar y celebrar el próximo martes, donde ya se ve de regreso a los elefantes y el poder sin la máscara”. Al menos en la quiniela de mi trabajo gané un libro, pero lo más importante es lo que dice Francis Fukuyama en Orden y decadencia de la política acerca de que la sociabilidad humana natural se basa en la selección por parentesco y el altruismo recíproco; es decir, la preferencia por la familia y los amigos. Mientras los órdenes políticos modernos tratan de promover un gobierno impersonal, las élites de la mayoría de las sociedades tienden a recurrir a redes de familiares y amigos.
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