Nacional

Los bisneros del éxodo: venden cigarros, tatúan o rasuran a sus compañeros de viaje

Durante su estancia temporal en el estadio Palillo de la Magdalena Mixhuca, hondureños de la caravana de migrantes han instalado negocios de todo tipo con ganancias hasta de mil o dos mil pesos mexicanos al día.

Un joven se corta el pelo en una barbería.
Un joven se corta el pelo en una barbería. Un joven se corta el pelo en una barbería. (La Crónica de Hoy)

Durante su estancia temporal en el estadio Palillo de la Magdalena Mixhuca, hondureños de la caravana de migrantes han instalado negocios de todo tipo con ganancias hasta de mil o dos mil pesos mexicanos al día.

El negocio fuerte son los cigarros, los hay de un peso y de a cinco,  son varios migrantes que gritan “Fúmele, Fúmele”,  también hubo un tatuador y varios peluqueros como Juan, de 22 años, quien trabajaba en Honduras en una peluquería y quien decidió salir de su país para “ayudar a su familia”. Empezó el viaje con sus tijeras, la rasuradora y su navaja, para ganar un poco de dinero.

“Yo salí para trabajar y vengo trabajando” dijo Juan.

—¿Cuánto cobras por corte?

—Son 30 pesos por corte y 15 por la rasurada.

Juan comenta que en los cuatro días que lleva en el refugio, ha ganado 800 pesos y los clientes van en aumento, la rasuradora la conecta a un poste de alumbrado público en donde le hicieron una conexión “hechiza”, un diablito a la hondureña. 

Otro catracho, de nombre Pascual Rivera, se dedica a vender cigarros, influenciado por su cuñado que empezó el negocio desde su país. “Mi cuñado me dijo desde que salimos de Honduras, ‘vende cigarros y le ganas bien’ y me regaló dos cajas, los vendí de un peso y compré cuatro cajas y después ocho... y así”, relató. 

Durante los tres días de estancia en la ciudad, Pascual ha vendido más de 80 cajetillas de cigarros, hay mayoreo y menudeo”, las cajetillas de a 15 con 20 cigarros, el cigarro suelto de a peso mexicano.

El martes logró vender mil lempiras, poco más de 800 pesos mexicanos, el miércoles 2 mil lempiras y asegura que no se imaginaba que fuera así el negocio, pero con los resultados ha planeado ahorrar dinero por si no logra cruzar la frontera de EU “y no regresar a casa con las manos vacías”.  

Mario, de 26 años, se dedicaba a hacer tatuajes en Honduras, pero la violencia lo obligó a emigrar hacia Estados Unidos.

Salió de su tierra con su equipo y su material para tatuar. Sabía que en México podía encontrar más material, así que, con su tinta negra, sus agujas y su máquina empezó a “rayar a los paisanos”.

“Me han pedido muchos nombres, los precios varían, dependiendo el tamaño y el diseño”.

En su estancia en la Magdalena Mixhuca, Mario ha tatuado sobre una colchoneta al aire libre, con guantes desechables que le regalaron los de la Cruz Roja, las agujas las ha ido a comprar al Centro Histórico.

La Crónica de Hoy lo encontró sentado en el pasto, en medio de una sesión de tatuaje, sobre uno de los pasillos que se forman entre las carpas que instaló el gobierno, en la taparrosca de la botella de agua que utiliza para limpiar, puso la tinta y una playera blanca le sirve como pañuelo para limpiar los estragos de tinta. 

El cliente le pagó 200 pesos mexicanos por una hoja de mariguana tatuada en la pantorrilla, rodeada con sombra. Después de 40 minutos el tatuaje está listo y siguió una mujer para que le haga el mismo diseño.

Mario retiró la aguja de su antiguo cliente, con la ayuda de agua, un cepillo de dientes y jabón, empezó a lavar el tubo por el que corre la aguja, después de unos minutos y de varios chorros de agua, colocó una aguja nueva, se puso guantes desechables y comenzó el siguiente tatuaje.  “Trabajo por necesidad, es lo que sé hacer y me da dinero”. 

Copyright © 2018 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México