
El maestro de los paisajistas mexicanos del siglo XIX y principios del XX como Saturnino Herrán o Diego Rivera fue Germán Gedovius (1867-1937), profesor de la Academia de San Carlos, quien llegó a Alemania para ser operado del oído ya que era sordomudo. En ese país inició la creación de su estilo que hoy es definido como eclecticismo y que hasta el 25 de marzo de 2018 podrá apreciarse en el Museo Nacional de San Carlos a través de 35 obras que incluyen paisajes, retratos y flores.
La exposición titulada Los mundos de Germán Gedovius es una retrospectiva de este pintor mexicano que es redescubierto pues hace 30 años no se mostraba su obra, la cual se encuentra dispersa en el Museo Nacional de Arte, Museo Nacional de San Carlos y colecciones privadas.
“Fue un artista mexicano que estudió un lapso en la Academia, pero tenía un problema de sordera severa y eso lo llevó a una introspección particular que se puede palpar en su obra, es un sentimiento de soledad, comprensión de los elementos exteriores y un arreglo interno, lo cual le da una maestría al momento de cómo expresarlo”, comentó Carmen Gaitán Rojo, directora del museo.
La muestra reúne 43 piezas, de las que 35 son de la autoría de Germán Gedovius, 19 procedente de la colección de San Carlos y el resto, son piezas hechas por sus alumnos Pilar Calvo, Ángel Zárraga, Diego Rivera, Ignacio Rosas, Francisco Goitia y Saturnino Herrán.
“La pregunta al ver la obra de Gedovius es ¿por qué si estuvo un periodo corto en San Carlos, cinco meses (en 1882), es tan genial en su pintura? La respuesta es que pasó 8 o 10 años absorbiendo de la Academia Europea y de grandes maestros del renacimiento, ya que viajó a Alemania para someterse a una cirugía”, indicó.
Al respecto, la especialista Jazmín Mondragón precisó que la familia de Gedovius era de descendencia alemana, llegaron al país después del triunfo de la República cuando la economía mexicana se había abierto, por lo que se instalaron en San Luis Potosí para hacerse cargo de un negocio.
“Lo fantástico de los padres de Gedovius es que no lo marginaron, en esa época las personas con sordera eran discriminadas. Al no tener los conocimientos de cómo comunicarse, él empezó a dibujar pero lo hizo de manera fantástica por lo que a sus 15 años, su papá decidió mandarlo a la Ciudad de México, a la Academia de San Carlos”, precisó la investigadora.
En la Academia sólo estuvo 5 meses porque su abuela que residía en Hamburgo, Alemania, le sugirió someterse a una operación para recobrar el sentido de audición y conocer más sobre arte. “La operación tuvo éxito, logró oír e ingresó a la Academia de Munich, eso fue importante porque aprendió a hablar alemán y aprendió la estética alemana. Entonces cuando llegó a México, 10 años después, era visto como un extraño”.
Entre las obras que se aprecian en la exposición, sobresalen bodegones, flores como violetas o amapolas, su autorretrato y paisajes como el Iztaccíhuatl, Tepotzotlán y el Convento del Carmen.
“En Europa, Gedovius vivió el gran auge de las vanguardias, al ser sordo tenía problemas con la abstracción, entonces fue más afecto a lo figurativo, por ejemplo, disfrutaba mucho la pintura de Rubens. Tuvo una admiración por la pintura flamenca, holandesa y por las superficies trabajadas a la manera antigua”, señaló Mondragón.
Cuando en 1893, el artista mexicano regresó al país, dio a conocer su obra en la XXIII Exposición de la Academia de San Carlos, ilustró varios números de la Revista Moderna pero fue hasta 1903 cuando inició su etapa más relevante al ser nombrado maestro de pintura de claroscuro en la ahora Escuela Nacional de Bellas Artes, bajo la dirección de Antonio Rivas Mercado.
“La primera sala de la muestra nos habla del contacto que tuvo Gedovius con el arte mexicano, su intromisión dentro de esa estética. En la segunda sala veremos su reinvención del arte mexicano y la última, los retratos hechos por Gedovius y algunas obras de sus alumnos, en donde se verá que fue él quien introdujo la base de la estética posrevolucionaria”, dijo.
➣ Los mundos de Germán Gedovius permanecerá hasta el 25 de marzo de 2018 en el Museo Nacional de San Carlos, ubicado en Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera.
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