
Todo el mundo los ha visto, todo el mundo los conoce, los ha escuchado al menos, se visten de gala cada vez que hay un sorteo en la Lotería Nacional y son los responsables de dar la noticia más esperada, son los Niños Gritones.
Ataviados en sus trajes de gala, que suman un total de 16 trajes distintos, estos pequeños gritan con la mayor potencia que su voz les otorga, quienes son los ganadores de la noche, los trajes son de gala pues así lo amerita la ocasión, aunque sí lucen unos más elegantes que otros.
La dinámica es sencilla pero nada fácil de cumplir. En estos momentos los Niños Gritones de la Lotería están integrados por 21 niñas y trece niños, de entre 8 y 15 años de edad; se les prepara en un pequeño salón localizado en la planta baja del edificio de la Lotería, ubicado en la esquina de Paseo de la Reforma y avenida Guerrero.
Los pequeños llegan a la Lotería Nacional gracias a una convocatoria abierta que se promueve desde el mes de enero, pero la mayoría de ellos son gritones gracias a que sus familiares trabajan en la institución o bien a que sus padres también han realizado esta labor.
Los Niños Gritones son becarios de la Lotería Nacional, es decir se les paga un sueldo, un sueldo que depende de sus participaciones en los sorteos y que se mantiene, en gran parte, gracias a su desempeño en la escuela, es decir las buenas calificaciones cuentan.
Deben mantener un promedio de 8.5 en la escuela, deben tener timbre de voz, memoria fotográfica y sobre todo dominio escénico, la actitud para que en un gran auditorio, su voz se escuche en cada rincón.
En cada uno de los sorteos participan dos grupos de seis niños cada uno, uno de ellos saca la bolita, otro la acomoda en los ábacos, otro grita el número y los otros hacen la misma operación pero con el anuncio de los premios.
La preparación es fundamental, todo esto en una oficina en la que se localiza, por un lado, la coordinadora de los Niños Gritones; y por el otro la responsable de la vestimenta, el lugar en donde se ensaya y por supuesto los vestidores y los servicios sanitarios.
Es un espacio que simula el sitio en donde se lleva a cabo el sorteo real, los pequeños ensayan, con trabalenguas y con lápices entre sus labios, la forma en que deben desempeñarse, gritan a todo lo que dan el número de la bolita y el premio obtenido.
Lo mismo ensayan y practican los niños que las niñas, aquí no hay preferencias, y cuando uno de los niños se equivoca más de una vez, le toca, para la siguiente sesión, traer un mínimo de doce paletas de dulce.
Jair, uno de los Niños Gritones que con su voz anuncia, cuando a él le toca, los números premiados, dice a Crónica que su labor le apasiona, tiene 4 años siendo niño gritón y lo que más le gusta es la aventura que representa trabajar en este lugar.
“Es una aventura muy grande, pues convives con mucha gente, te diviertes con tus compañeros, juegas con ellos, aquí tienes que memorizar, sobre todo para decir bien el número”, dice.
Tarde o temprano la voz de Jair cambiará, se hará más grave, lo que significa que quedará un lugar vacante en los Niños Gritones y uno más tomará su lugar. No le entristece tanto como dice lo que esta circunstancia puede provocar, pues sabe que ha cumplido un ciclo y que de alguna forma participa en la alegría de la gente cuando grita un número ganador.
Daniel tiene doce años, aparenta menos edad pues es delgado y de baja estatura, a él simplemente le llamó la atención ser Niño Gritón y le comunicó este deseo a su mamá; esperaron la convocatoria, hizo el casting y se quedó con la chamba. Este pequeño es, como todos sus compañeros, experto en leer cantidades grandes.
“La cantidad que leo es muy grande, tiene cinco dígitos y no se me puede ir ningún número, lo peor que me ha pasado es que se me caiga una bolita, pero como que los nervios se te quitan cuando subes al sorteo, le tienes que echar ganas”, asegura este joven de sonrisa traviesa y mirada vivaz.
En los Niños Gritones de la Lotería Nacional descansa la enorme responsabilidad de leer bien los números premiados y de gritar a todo pulmón la cantidad que se gana; cuando una cantidad superior a los cien mil pesos sale ganadora o bien el premio mayor hace acto de presencia, se hace una breve pausa y en el salón de sorteos se escucha retumbando en todas las paredes del recinto el grito: ¡Premio mayooooor, premio mayooooor!
Ese grito, que si uno afina el oído puede escucharse hasta Paseo de la Reforma, significa que para una o más personas la ilusión de ganarse un premio se hizo realidad.
A través de su voz, los Niños Gritones cumplen sueños y llevan felicidad a quien compra billetes de Lotería.
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