
Ing. José de la Herrán
Nikola Tesla (1856-1943) fue un personaje único en su género, tanto por su genialidad cuanto por su carácter; por un lado, práctico y conciso y, por el otro, fantasioso y soñador.
Su nombre recientemente se ha vuelto famoso por haber sido usado para una marca de automóviles eléctricos que indudablemente sustituirán en unos años al actual auto de motor contaminante y de muy baja eficiencia (un 25 % cuando mucho). Sin embargo, hay que recordar que a Tesla le debemos principalmente todo el sistema de corriente alterna utilizado en el mundo entero, que abarca la generación, la distribución y el aprovechamiento industrial y particular de ese fluido del que actualmente dependemos casi totalmente para desarrollar nuestro trabajo y nuestras vidas.
Tesla, de origen europeo, nacido en Serbia, estudió ingeniería mecánica y eléctrica, trabajó un tiempo en el arranque de centrales eléctricas en Europa y se trasladó a los Estados Unidos en 1884 para trabajar con Thomas Alva Edison por un corto tiempo. De carácter delicado y susceptible, pronto se disgustó con su patrón y decidió independizarse y dedicarse a la invención, especialmente interesado en desarrollar un motor de corriente alterna, cosa que logró y patentó en poco tiempo. Vislumbrando las posibilidades futuras de la corriente alterna, trató de convencer a George Westinghouse de ser ésta, por su gran flexibilidad, la forma de generar, distribuir y aprovechar dicho fluido, cosa que Westinghouse consideró factible, dada su preparación académica.
En 1892, Tesla viajó a Europa con el fin de consolidar el uso de sus patentes y conceder licencias a las empresas europeas. Tanto en Londres como en París hizo demostraciones públicas de su sistema de “Iluminación inalámbrica” a base de lámparas fluorescentes excitadas mediante radiofrecuencia producida con su bobina (bien conocida en todos los laboratorios de las escuelas), demostraciones que dejaron a ingenieros y público en general asombrados por lo sorprendente del sistema y que en forma inmediata lo hicieron famoso internacionalmente.
Como ejemplo de su visión futurista he tomado un artículo que apareció en 1908 publicado en la revista norteamericana Wireless Telegraphy & Telephony, relacionado con su “Proyecto Wardenclyffe”, consistente en una Bobina de Tesla, pero de tamaño gigantesco, que sería capaz, según él, de transmitir potencia eléctrica a todo el orbe en inagotable cantidad y que en otra modalidad podría usarse como medio de comunicación inalámbrica.
A continuación se lee en dicho artículo:
“En cuanto el proyecto se realice, será posible para un hombre de negocios en Nueva York dictar sus instrucciones y verlas aparecer instantáneamente en su oficina de Londres o en otro sitio; desde su escritorio, tendrá la posibilidad de telefonear a cualquier persona en el mundo sin tener que hacer cambio alguno en sus instalaciones.
“Con un aparatito no mayor que una cajetilla de cigarros toda persona podrá recibir información en cualquier lugar del mundo, tanto por mar como por tierra; por ejemplo, música o canciones, así como el discurso de un líder político, conocer la dirección de un conocido hombre de ciencia o escuchar el sermón de un elocuente predicador difundido desde cualquier otro lugar o distancia. Utilizando éste mismo sistema, será posible transmitir instantáneamente de un sitio a otro, ya sea una fotografía u otro carácter tipográfico y así millones de estos aparatitos podrán ser conectados a una central de este tipo…”.
Hasta aquí, el artículo de Tesla pronostica con sorprendente lujo de detalles la realidad en la que actualmente vivimos un siglo más tarde los habitantes de este planeta Tierra. En el final del artículo, Tesla nos muestra su lado soñador, suponiendo que su gigantesca bobina podría transmitir potencia eléctrica para repartirla a todo el mundo:
“Más importante que la comunicación de información, será la transmisión de energía sin el uso de cables y en gran escala, cosa que convencerá a cualquiera de las enormes potencialidades de su utilización. Esto será suficiente para demostrar que el arte sin cables ofrecerá muchas más posibilidades que cualquier otra invención o descubrimiento jamás llevado a cabo hasta ahora, y si las condiciones son favorables, podemos esperar con seguridad que en los años próximos surjan maravillas de las aplicaciones de esta novedosa tecnología…”.
J. P. Morgan, el conocido millonario que había respaldado a Tesla después de que este último terminara de asesorar a la empresa Westinghouse en el diseño y construcción de la primera central hidroeléctrica de corriente alterna instalada en las Cataratas de Niagara e inaugurada oficialmente en 1902, tal vez aconsejado por algunos opositores de Tesla respecto a la posibilidad de enviar inalámbricamente potencia eléctrica en cantidades industriales (cosa que aún no se ha logrado), dejó de apoyar el Proyecto Wardenclyffe, proyecto que quedó sin terminar.
Es notable como Tesla describe en aquel artículo en su primera parte, como si lo estuviera viendo, lo que nosotros y especialmente los niños y jóvenes consideran ahora algo de lo más común y corriente. Hay que recordar que a principios del siglo pasado no existían el automovilismo o la aviación, la radiocomunicación desarrollada por Marconi estaba en pañales, así como la generación y distribución de la electricidad también lo estaba. Y es curioso que Tesla habiendo patentado su famosa bobina, base de la radiocomunicación, no la utilizara en ese campo, por lo que Marconi durante muchos años sería considerado su inventor.
Me parece indispensable recalcar que los inventos de Tesla relacionados con la corriente alterna han sido el pedestal que sostiene nuestra actual industria y modo de vida. Nikola Tesla inventó el motor de inducción y el motor sincrónico, que son la base de todas las industrias, motores que no son factibles si se usa la corriente continua que Edison promovía y buscaba imponer. Tambien Tesla desarrolló los sistemas de dos y tres fases (que producen un campo rotativo para accionar sus motores), así como los transformadores y líneas de alta tensión, indispensables para la distribución del fluido eléctrico a muy grandes distancias. Con el apoyo económico de Westinghouse, pudo diseñar y construir modelos de generadores de corriente alterna, alternadores, con lo que el sistema quedó completo, abarcando la generación, el transporte de energía y su distribución a los sitios de consumo. Como asesor de la empresa Westinghouse, Tesla trabajó en el diseño, construcción y puesta en marcha de la primera central hidroeléctrica de corriente alterna, basada en alternadores movidos por las caídas en las Cataratas del Niagara. En 1897 la central pudo enviar a Buffalo, vía línea de alta tensión, 50 mil kilowatts y años después se amplió la central para surtir a Nueva York y Chicago con el deseado fluido mediante líneas de transmisión de cientos de kilómetros de longitud y con eficiencias cercanas al 90 por ciento.
Sin embargo, su sueño de mandar potencia eléctrica en grandes cantidades inalámbricamente ha quedado pendiente.
¿Será posible que en el futuro surja un nuevo genio que convierta el sueño de Tesla en realidad?...
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