Cultura

Novelan la vida del poderoso militar peruano Luis El gaucho Cisneros

Entrevista. “Creo que cuando los escritores latinoamericanos hablamos del padre, en el fondo estamos cuestionando cómo se administra el poder en los países de la región en distintas épocas. Si hay tanta inquietud en resolver la encrucijada del padre, es porque no estamos contentos con estos padres que son nuestros gobernantes”, dice Renato Cisneros al hablar de su novela La distancia que nos separa

El actor mexicano Gael García Bernal.
El actor mexicano Gael García Bernal. El actor mexicano Gael García Bernal. (La Crónica de Hoy)

Luis Federico El gaucho Cisneros  fue un poderoso militar peruano y ministro del Interior y secretario de Guerra en los gobiernos de Francisco Morales  Bermúdez (1976-1978) y Fernando Belaúnde Terry (1981-1983), respectivamente. Su hijo es el escritor y periodista Renato Cisneros, quien en su reciente libro La distancia que nos separa, novela la vida de su padre, desde su nacimiento en Argentina, su formación castrense junto al futuro dictador Jorge Rafael Videla, el regreso a Lima para hacer una notable carrera profesional y su ocaso: enfermo de cáncer de próstata, alejado del poder y sin el espíritu que lo caracterizaba para morir en 1995.

La escritura de la novela le llevó varios años de investigación: hurgar en los archivos familiares, viajar a Buenos Aires para conocer a los contemporáneos de su padre en el Colegio Militar de la Nación, además de reconstruir el árbol genealógico familiar. “Es un texto que enfrenta al padre biológico y al otro: los gobernantes, con sus aciertos y errores. Pero también es una parte de la historia política del Perú de los años setentas a la fecha, donde está la lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru”, dice Renato Cisneros que está en México para hablar de su reciente novela.

Lo anterior da pie para que el periodista hable de las elecciones en curso para presidente en su país. “La tragedia es que Keiko Fujimori esté en la segunda vuelta electoral. Habla de una sociedad sin memoria, porque no ha pasado tanto tiempo desde que sufrió la dictadura de su padre, Alberto, y sus consecuencias de fragmentación política, la altísima corrupción, el terrorismo de Estado. Hoy vemos que el gobierno de Keiko sería autoritario al tener una mayoría fujimorista en el Congreso”.

Porque ella, agrega, no se ha deslindado de su padre, quien continúa preso por crímenes de lesa humanidad, ni se ha divorciado de los colaboradores de su progenitor.  “La esperanza para quienes somos oposición es el  candidato de Peruanos Por el Kambio (PPK), Pedro Pablo Kuczynski Godard, porque sería el presidente que menos polarizaría al país”.

El triunfo de Keiko, explica, será una mala noticia y “mostraría que los peruanos estamos mucho más abiertos a la dictadura  que lo que en verdad quisiéramos”, añade el también autor de Nunca confíes en mí.

Y no debemos olvidar, añade, que la penosa situación que viven hoy los partidos políticos de Perú, con elecciones internas precarias, sin  institucionalización y pocos cuadros renovados, tiene parte de su origen cuando Alberto Fujimori disolvió el Congreso y decidió  hacer una política según su propia idea de la democracia. “Fue una dictadura disfrazada de democracia”.

Pero también tiene otra vertiente: “Traté de escribir un libro en el cual la ideología de mi padre no estuviera cuestionada por el hijo que narraba, sino expuesta, que contrastara al personaje político con el hombre de familia y su intimidad. Por eso hay momentos de enfrentamiento o de amistad cuando él ya está despojado de su máscara mediática y el cáncer lo hace reconocerse como un enfermo que no tiene ninguna influencia en el ámbito político”.

Es mirar a El gaucho en sus otras facetas. “No solo decir que fue un duro y represor, sino que fue un sentimental, inseguro y que hizo cosas que serían opuestas al ministro que fue. Es conocer sus contradicciones que no se ven en la vida pública”, agrega.

Aunque también, explica el periodista: “Cuando lo hago personaje de literatura, lo llevó a mi terreno y funciona bajo mis reglas, donde ya no es El gaucho Cisneros, sino un hombre que se orina en sus pantalones, un niño de 14 años que se evade del colegio y sufre después  por las decepciones amorosas. Esto no es una venganza, es la respuesta de un hijo que quiere que su padre no sea recordado únicamente como un autoritario, sino por la otra parte de su vida: la disciplina, el estudio, por cumplir su deber, la vida con su esposa y su otra mujer, con las cuales tuvo seis hijos”.

Con esto, señala Renato Cisneros, “la novela es un acto de rebeldía contra el padre y el poder y muestra como el poderoso, cuando está alejado del cargo público,  se vuelve frágil y temeroso. Esto lo vi en mi padre, al estar enfermo de cáncer  y alejado de la escena política. Porque todo poderoso tiene un costado frágil y lo importante es que la sociedad se lo recuerde siempre”.

¿No es fácil para un hijo escribir una novela así de su padre?

— Me he encontrado con resistencia  de ciertos lectores derechistas que creen que el hijo es un tributario  del padre, que debe honrarlo y que está mal que no piense como él y  hable de sus intimidades. Pero creo que los sujetos críticos son aquellos que pueden tomar distancia de sus influencias más predominantes, en este caso del padre. Me parece que el rol del hijo no es necesariamente  secundar al progenitor en todo lo que dice y hace, sino tratar de mostrarlo como fue y llegar hasta el final.

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