
Jim Jarmusch ha hecho en su más reciente filme, Paterson, la consumación de una estética poética. Más aún, la ha encumbrado. Sabemos que el cineasta estadunidense regularmente apela a su lado más sentimental en sus trabajos cinematográficos; con el paso del tiempo ha agudizado esa lírica de lo bello y sublime que comenzó con su Más extraños que el paraíso, allá por 1984; no sólo en cuestión de diálogos y temas, sino también en su entendimiento del lenguaje cinematográfico para crear situaciones dolorosas y hermosas como en Bajo la ley (1986), Hombre muerto (1995) o Ghost dog: El camino del samurái (1999), pero sobre todo en sus filmes más recientes como Flores rotas (2005) y Solo los amantes sobreviven (2013). Pero en cuestión poética Paterson es su filme más hermoso.
A través de una sencilla historia sobre un conductor de autobús y poeta aficionado a las pequeñas cosas, a las coincidencias cotidianas, como su nombre, Paterson, que es el mismo que el lugar en el que vive, en un poblado de Nueva Jersey. A través de su historia, Jarmusch ofrece una hermosa reflexión sobre la soledad y sobre cómo encontrar lo brillante en lo casi imperceptible, en las extrañas casualidades y detalles de lo ordinario que se vuelven maravillosos si se les da un enfoque maravilloso.
El cineasta nos hace testigos de la cotidianidad de Paterson, personificado por Adam Driver (uno de los mejores actores en la actualidad), quien nos habla de sus pasiones con mucha discreción, y de su mujer Laura (Golshifteh Farahani), quien es simpática y divertida. La película nos narra una semana en la vida de esta pareja aparentemente convencional y nos muestra a un Paterson con su rutina casi cabalística de mañanas de cereal, de caminar hacia el trabajo y pasear a su perro, y también del proceso creativo de uno de sus poemas inspirado en una caja de cerillas.
Es un filme encantador porque nos muestra las posibilidades de la vida diaria. En una historia pequeña nos destaca la importancia de cada acontecimiento, por muy mínimo que sea, y su impacto en los sentimientos del personaje central. Nos hace pensar que la vida es un juego de espejos en el que cada uno nos interpretamos, de forma diferente ante otro, de acuerdo a la forma en que vivimos. El espectador es para Paterson su imaginación y la vida, el poema que escribe con sólo existir.
La película fue ovacionada por la crítica en la edición 2016 del Festival de Cannes, e incluso se manifestó contra el certamen porque se mostraba como favorita para ganar la Palma de Oro, que finalmente ganó Ken Loach con I, Daniel Blake. Sin embargo, Paterson es un filme que brilla, por sí solo, por su perfección estilística y nos muestra sentimientos profundos y la visión asombrosa de un hombre común.
Jarmusch ha perfeccionado en la pantalla grande el mensaje sobre la poesía que Roberto Begnini quiso hacer alguna vez en El tigre y la nieve (2005), pero le ha impuesto un estilo más reflexivo y matizado en sutilezas sobre lo ordinario. Los poetas existen para encontrar las palabras que logren escribir cosas maravillosas de la vida, decía Begnini en su filme. Así lo hace Jarmusch, pero con fotogramas.
Director: Fred Cavayé (Francia, 2016)
Una de las películas más taquilleras del cine francés, protagonizada por el reconocido actor Dany Boon, quien en su momento tuvo un momento de brillantez fascinante de la mano de Jean Pierre Jeunet, con el filme Mcmacs (2009). Esta vez da vida a François Gautier, un talentoso violinista, que pasados sus 40 años tiene un defecto llamativo: es sumamente tacaño. Ahorrar dinero le produce alegría; se baña con agua fría; usa el alumbrado público para iluminar las habitaciones de su casa; mira la televisión de su vecino con unos binoculares; y corta exactamente las porciones de papel higiénico para uso futuro. Sin embargo, todo cambia cuando la nueva violonchelista, Valérie, lo escucha y se enamora, y descubre que tiene una hija de 16 años de la que no conocía su existencia. Obligado a mentir para ocultar su terrible defecto, esto será el comienzo de todos sus problemas. Se trata de un filme que tiene un planteamiento muy inteligente pero que no llega a sostener el tono de humor a la segunda parte de la película. Una película a la que no hay que exigir más que un simple rato de entretenimiento.
Director: Marc Webb (Estados Unidos, 2017)
El cineasta Marc Webb saltó a la fama como el responsable de la cinta 500 días con ella (2009), se le catalogó entonces como un director grandioso por su manera de encantar en la pantalla grande y por las sutilezas estéticas que manejó en esa comedia romántica. El éxito lo llevó a involucrarse en el mundo de superhéroes como el director de las dos cintas de El sorprendente hombre araña (2012 y 2014), en la cual dividió a la audiencia, sobre todo con inclinación a lo más negativo por su tendencia a los convencionalismos. En este nuevo filme, Un don excepcional, comete el mismo pecado por el que se le ha criticado: el lugar común. El filme habla sobre la historia de un hombre que debe hacerse cargo de su sobrina ante el fallecimiento de su hermana. La situación se complica cuando debe luchar por la custodia de la niña. Se trata de un filme al que le falta coherencia en las acciones de sus personajes, porque se olvida de la humanidad, para enfocarse en el lado divertido y conmovedor de una forma manipuladora. No hay rastro de la genialidad de su ópera prima.
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