"No dudo. Mis órdenes son para la policía y el ejército: si hay problemas o surge una situación en que la gente pelea y sus vidas están en peligro, disparen a matar", aseguró este miércoles en la noche, hora local, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte.

"Muerto. A cambio de causar problemas, te enviaré a la tumba", amenazó Duterte el mismo día en el que una veintena de personas de la barriada de San Roque, en Manila protestaron sin permiso ante la policía, para exigir ayuda oficial para salir adelante.

El cierre de gran parte del país, incluido Manila, y las estrictas normas de cuarentena y confinamiento han impedido que millones de personas que subsisten día a día en los barrios más pobres de la capital encuentren cómo ganarse la vida.

AYUDAS BLOQUEADAS. El presidente obtuvo la semana pasada "poderes especiales" del Congreso para lidiar con la pandemia, en una ley que incluye la provisión de 200 mil millones de pesos filipinos (4 mil millones de dólares) para repartir entre 18 millones de hogares desfavorecidos del país, donde el 16 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza.También puedes leer: Gobiernos autoritarios aprovechan la pandemia para fortalecer la represión, alerta HRW

Sin embargo, la ayuda está bloqueada porque el gobierno todavía elabora "una base de datos consolidada" de los beneficiarios. "Sólo espere la entrega incluso si se retrasa, llegará y no pasará hambre. No morirá de hambre", insistió Duterte.

CRÍTICAS DE ACTIVISTAS. Defensores de derechos humanos y grupos civiles han denunciado este jueves las palabras del presidente, mientras que en las redes sociales la etiqueta #OustDuterte (expulsemos a Duterte) es tendencia desde que terminó el discurso.

Este mismo miércoles, la organización Human Rights Watch alertó de que gobiernos autoritarios en todo el mundo, y especialmente en Asia, están aprovechando la pandemia para reforzar su poder y la represión contra la oposición, y citó como ejemplo a Filipinas.

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